domingo, 5 de septiembre de 2010

EUGÉNIO DE ANDRADE (1923- 2005 )

Dos poemas

Mientras escribía

Mientras escribía, un árbol comenzó a penetrarme lentamente
la mano derecha. La noche llegaba con sus antiquísimos mantos;
el árbol crecía eligiendo como dominio las aguas más espesas de
mi cuerpo. ¿Era yo realmente ese hombre sin deseos de otro
cuerpo extendido al lado?Ya no recuerdo; pasaba los días durmiendo
a la sombra de aquel árbol; era el último verano. Algunas veces sentía
el viento pasar, y deseaba apenas una patria, una patria pequeña y
limpia como la palma de la mano. Eso pedía, como si tuviera sed.


Del otro lado

También yo me he sentado a las puertas del crepúsculo,
pero quiero decirte que mi comercio no es el del alma.
Hay iglesias de sobra y nadie te impide entrar en ellas.
Muere si lo deseas por un dios o por la patria, a ti te
incumbe. Puede suceder también que mueras por algo
que te pertenezca, ya que siempre patria y dioses han
sido propiedad sólo de algunos; pero no me pidas a mí,
que sólo conozco los caminos de la sed, que te muestre
la dirección de los manantiales.

(textos tomados de Brevísima antología, ed UNAM,
col. Cuadernos de Poesía, México, 1981, traducción
Alberto Ruy-Sánchez)

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