Lullaby
Mi madre es una experta en una cosa:
en mandar a la gente que ama al otro mundo.
A los más pequeños, a los bebés,
los mece, susurrando o cantando con voz queda. No sé
qué hizo con mi padre,
pero hiciera lo que hiciera, fue lo mejor, estoy segura.
En realidad, es lo mismo ayudar a una persona
a dormir que a morir. Las nanas dicen
no tengas miedo, parafraseando los latidos
del corazón de la madre.
Así los vivos lentamente se serenan: sólo
los que van a morir son incapaces, se resisten.
Los moribundos son como peonzas, giroscopios:
ruedan tan rápido que parecen quietos.
Después salen volando: mecida por mi madre
mi hermana era una nube de átomos, partículas, y ésa es
la diferencia:
cuando un niño duerme, aún está entero.
Mi madre ha visto la muerte; por eso no habla nunca
de la integridad del alma. Ha sostenido en brazos
a un bebé, a un viejo, mientras la oscuridad los envolvía,
solidificándose, hasta convertirse en tierra.
El alma es como el resto de cosas materiales:
¿por qué tendría que mantenerse intacta, fiel a su forma,
si puede ser libre?
("el establo de pegaso", trad. abraham gragera)
martes, 30 de junio de 2020
Alfredo Fressia (1948 )
Poeta
En tierra árida
habrá un tronco enterrado.
Será el poeta.
Poeta en ruta.
¿Quién persigue y qué huye?
Verso horizonte
Brotes hinchados.
El poeta no crece
en tierra fértil.
Último viaje
Soy el dueño de los presentimientos, ausculté
al borde de mi almohada,
los contaba como ecos que volvían del abismo
hechos poema.
Y me acerqué al pozo.
La aventura del verbo había ido lejos.
Lo que quedó por decir latía en penumbra
para mejor adivinar todo lo dicho, mar infinito
donde navega el viscoso animal en mi poema.
Entonces vi el coral arcaico
sobre el que deslizaba la medusa.
Aprendí a ser la anémona y la quemadura,
yo vivo entre lo dicho y lo que silencié.
Y mis preguntas caen como piedras.
Imagen digital
a jean-francis aymonier,
In Memoriam
En la última foto
beso tu cabeza, enorme
como la de un elefante
(hoy tu cabeza ya no existe más).
Estamos en la soledad de una sabana
(tampoco era el París de nuestra juventud)
Los dos sonreímos, incluso con los ojos.
Mi mentón está pegado a tu cráneo
y tu boca se cierra para respirar
por la traqueotomía.
Ya no esperamos nada, bramamos en el flash,
espléndidos como el orgullo
al borde del abismo.
(Mi boca mortal sigue deslizando
sobre la piel de tu cráneo)
El amor era un arte hecho de polvo y huesos
como nuestras tallas trabajadas en marfil.
Y hoy me resta este poema narrativo
(que apunta la escopeta a los recuerdos
y no acorta mi espera).
("con-fabulación")
domingo, 28 de junio de 2020
Uriel Martínez 1950 )
web
Fase 3 (parte 11)
1.
De tarde en tarde me voy de un encierro (de cien días) a otro encierro (el sueño). A veces es más prolífico el segundo que el primero: en éste vago por los rincones de casa y, como preso, me aso de barrotes invisibles que existen dentro de mí, entre sien y sien, entre el tercer ojo y la nuca de piedra; si opto por el primero, huyo de mi presión arterial, del tam-tam de la vejez y sus estuches de dolencias, migraña y el crac de articulaciones desgastadas; de sueños y planes no consumados: desde páginas no redactadas hasta pesadillas no plasmadas en versículos, en capítulos, en apartados postales vacíos. Siempre vacíos.
2.
Aunque no escojo el paisaje de mis sueños, me someto al dictado del inconsciente, al entrenamiento aprendido en la vida, a la suma de panorámicas vistas y dejadas atrás como el viajero que se ha acomodado del lado de la ventanilla. Ese entrenamiento se compone de aquellos que abandonaron estaciones y terminales sin llevarse consigo maletas, cofres y obra enmarcada después del último disparo, después de expulsar suavemente las burbujas del estanque antes del ahogo, de la última inhalación de gas aspirado voluntaria y silenciosamente. Esos fueron valientes, los otros somos variantes vegetales, ya mezquites, ya magueyes, ya maleza silvestre, ya cactos coronados de púas y de oscuras raíces.
3.
Aunque no decido intencionalmente el guión de mis sueños, sin yo darme cuenta sigo una bitácora que se cumplirá, cada tarde, entre sesenta y noventa minutos. No necesito de un tic-tac, emerjo del reposo como el bebé que es halado por la ubre brillante de la madre, por el pezón que gotea savia, por la gota del suero que baja silenciosa de la pelvis a la boca sedienta. Por suerte los sueños se desvanecen pronto, por suerte caigo de pie antes del viento presagioso de lluvia, tengo tiempo de anotar en el cuaderno los latidos previos al oscurecer, al final del día, a la rutina de una pandemia que no sé cuántos resistan.
4.
Por favor no molestar
Wei Shuiyin
Permítanme quitarme la ropa protectora y la máscara.
Remover la carne de mi cuerpo de su armadura
Déjenme confiar en mi propia salud.
Déjenme respirar sin ser molestada
Ah ...
Los lemas son suyos
Las alabanzas son suyas
La propaganda, los trabajadores modelo, todo suyo
Simplemente estoy cumpliendo mi deber
Actuando con la conciencia de un sanitario
A menudo, no hay más remedio que ir a la batalla con el torso desnudo
Sin tiempo para elegir entre la vida y la muerte.
Sin ningún ideal elevado
Por favor, no me condecoren con guirnaldas
No me aplaudan
Ahórrenme el reconocimiento por lesiones laborales, martirio o cualquier otro mérito.
No vine a Wuhan para admirar las flores de cerezo
Y no vine por el paisaje, para recibir halagos
Solo quiero regresar a casa a salvo cuando termine la epidemia
Incluso si todo lo que queda son mis huesos
Debo llevarme a casa con mis hijos y mis padres.
Pregunto:
¿Quién quiere llevar las cenizas de un compañero?
Camino a casa
Medios de comunicación, periodistas
Por favor no me molesten otra vez
Lo que llaman los hechos reales, los datos
No tengo tiempo ni ganas de seguir con ellos
Cansada todo el día, toda la noche
Descansar, dormir
Eso es más importante que su elogio.
Les invito a que vean, si pueden
Esas casas desinfectadas
¿Sale humo de las chimeneas?
Los teléfonos celulares perdidos en el crematorio
¿Han sido encontrados sus dueños?
traducción de josé carlos monroy rodríguez
5.
El fin del mundo
Parece tan próximo el fin a ciertos pusilánimes que hasta se retiran a una montaña para aguardarlo a pie quieto. Fin y Día del Juicio. Los presagios van precipitándose. Todo se entiende porque está todo muy oscuro.
Terrible, ese estruendo. Escucha bien. ¿Ya un cataclismo? Es el motor que pasa. ¿Crujen los cimientos, se enrarece el aire? Una casa en obra. ¡Cómo huele ahí! Química, purísima química: nauseabundos olores elaborados, dirigidos.
Nada más fácil para la inteligencia que el abandono a un apocalipsis. Ninguna tentación seduce al ánimo vulgar como el desánimo. ¿La muerte nos lo resolverá todo, ocultos en nuestros miedos, frente a los incesantes derrumbes?
Fin del mundo, de tu mundo... Cálmate. Da cuerda al reloj. Todavía se necesitarán millones y millones de años. Aunque la Historia ocurre vertiginosamente, los minutos son muy lentos. Paciencia, paciencia intrauterina.
jorge guillén
6.
a) Cuando terminó la pandemia, en mi pueblo habían cerrado todos los negocios, excepto iglesias, partidos políticos y el miedo.
b) Según estadísticas del INEGI las primeras bajas por la pandemia fueron los incrédulos, fallecimientos que colapsaron hospitales, funerarias, crematorios y cementerios.
c) Cuando inició la siguiente oleada de la pandemia ("Renacimiento" le llamó la prensa), los animales que se creyeron extintos, recuperaron terrenos invadidos.
d) Cuando terminó la sanitización de Dogville, mi pueblo, todos empezaron a caer como moscas. Antes del fin de la primera oleada de Covid19.
Dogville, junio 2020
sábado, 27 de junio de 2020
Jorge Guillén (1893/1984 )
El fin del mundo
Parece tan próximo el fin a ciertos pusilánimes que hasta se retiran a una montaña para aguardarlo a pie quieto. Fin y Día del Juicio. Los presagios van precipitándose. Todo se entiende porque está todo muy oscuro.
Terrible, ese estruendo. Escucha bien. ¿Ya un cataclismo? Es el motor que pasa. ¿Crujen los cimientos, se enrarece el aire? Una casa en obra. ¡Cómo huele ahí! Química, purísima química: nauseabundos olores elaborados, dirigidos.
Nada más fácil para la inteligencia que el abandono a un apocalipsis. Ninguna tentación seduce al ánimo vulgar como el desánimo. ¿La muerte nos lo resolverá todo, ocultos en nuestros miedos, frente a los incesantes derrumbes?
Fin del mundo, de tu mundo... Cálmate. Da cuerda al reloj. Todavía se necesitarán millones y millones de años. Aunque la Historia ocurre vertiginosamente, los minutos son muy lentos. Paciencia, paciencia intrauterina.
("obra poética, antología", alianza editorial, madrid, 1970, prólogo de jorge casalduero)
Parece tan próximo el fin a ciertos pusilánimes que hasta se retiran a una montaña para aguardarlo a pie quieto. Fin y Día del Juicio. Los presagios van precipitándose. Todo se entiende porque está todo muy oscuro.
Terrible, ese estruendo. Escucha bien. ¿Ya un cataclismo? Es el motor que pasa. ¿Crujen los cimientos, se enrarece el aire? Una casa en obra. ¡Cómo huele ahí! Química, purísima química: nauseabundos olores elaborados, dirigidos.
Nada más fácil para la inteligencia que el abandono a un apocalipsis. Ninguna tentación seduce al ánimo vulgar como el desánimo. ¿La muerte nos lo resolverá todo, ocultos en nuestros miedos, frente a los incesantes derrumbes?
Fin del mundo, de tu mundo... Cálmate. Da cuerda al reloj. Todavía se necesitarán millones y millones de años. Aunque la Historia ocurre vertiginosamente, los minutos son muy lentos. Paciencia, paciencia intrauterina.
("obra poética, antología", alianza editorial, madrid, 1970, prólogo de jorge casalduero)
viernes, 26 de junio de 2020
Carson McCullers (1917/1967 )
La piedra ya no es de piedra
Hubo un tiempo en que la piedra era piedra
y una cara en la calle era un rostro perfecto
Entre esto, yo mismo y Dios
hubo un instante de simetría
Desde que has alterado todo mi mundo, esta trinidad se ha perturbado
La piedra ya no es de piedra
Y los rostros, como en los sueños, son incompletos
hasta en el rostro inmaduro del niño
reconozco tus ojos perdidos.
El soldado sube la escalera resplandeciente dejando tras él tu sombra.
Esta noche, la habitación duerme desgarrada
enmarañada por ti bajo la luz de las estrellas.
El corazón hipotecado
Los muertos exigen una visión doble. Una parcela de más
a repartir cumpliendo un acuerdo espectral. Pues los muertos
tienen derechos sobre los sentidos de su amante, sobre el corazón hipotecado.
Mira dos veces el huerto que florece bajo la lluvia gris
Y los cielos rosas y fríos que traen una doble sorpresa.
Soporta cada requerimiento una y otra vez;
la experiencia multiplicada por dos - la deuda reconocida.
Ordena al espíritu tembloroso, al nervio inmediato
que sirva bien al amo esquizofrénico,
si no el amor ciego vagará extraviado
igual que un émulo sin hogar.
Sabida es la hipoteca contraída con los muertos.
Prepara pues, la preciada corona, la guirnalda de la puerta.
Aunque, de las recónditas cenizas, del hueso humilde
¿Saben algo los muertos?
("el establo de pegaso", trad. victoria martínez vega)
Hubo un tiempo en que la piedra era piedra
y una cara en la calle era un rostro perfecto
Entre esto, yo mismo y Dios
hubo un instante de simetría
Desde que has alterado todo mi mundo, esta trinidad se ha perturbado
La piedra ya no es de piedra
Y los rostros, como en los sueños, son incompletos
hasta en el rostro inmaduro del niño
reconozco tus ojos perdidos.
El soldado sube la escalera resplandeciente dejando tras él tu sombra.
Esta noche, la habitación duerme desgarrada
enmarañada por ti bajo la luz de las estrellas.
El corazón hipotecado
Los muertos exigen una visión doble. Una parcela de más
a repartir cumpliendo un acuerdo espectral. Pues los muertos
tienen derechos sobre los sentidos de su amante, sobre el corazón hipotecado.
Mira dos veces el huerto que florece bajo la lluvia gris
Y los cielos rosas y fríos que traen una doble sorpresa.
Soporta cada requerimiento una y otra vez;
la experiencia multiplicada por dos - la deuda reconocida.
Ordena al espíritu tembloroso, al nervio inmediato
que sirva bien al amo esquizofrénico,
si no el amor ciego vagará extraviado
igual que un émulo sin hogar.
Sabida es la hipoteca contraída con los muertos.
Prepara pues, la preciada corona, la guirnalda de la puerta.
Aunque, de las recónditas cenizas, del hueso humilde
¿Saben algo los muertos?
("el establo de pegaso", trad. victoria martínez vega)
jueves, 25 de junio de 2020
Idea Vilariño (1920/2009 )
Después
Es otra
acaso es otra
la que va recobrando
su pelo su vestido su manera
la que ahora retoma
su vertical
su peso
y después de sesiones lujuriosas y tiernas
se sale por la puerta entera y pura
y no busca saber
no necesita
y no quiere saber
nada de nadie.
Decir no…
Decir no
decir no
atarme al mástil
pero
deseando que el viento lo voltee
que la sirena suba y con los dientes
corte las cuerdas y me arrastre al fondo
diciendo no no no
pero siguiéndola.
("altazor")
Es otra
acaso es otra
la que va recobrando
su pelo su vestido su manera
la que ahora retoma
su vertical
su peso
y después de sesiones lujuriosas y tiernas
se sale por la puerta entera y pura
y no busca saber
no necesita
y no quiere saber
nada de nadie.
Decir no…
Decir no
decir no
atarme al mástil
pero
deseando que el viento lo voltee
que la sirena suba y con los dientes
corte las cuerdas y me arrastre al fondo
diciendo no no no
pero siguiéndola.
("altazor")
miércoles, 24 de junio de 2020
Wislawa Szymborska (1923/2012)
Entierro
"Tan de repente, quién lo hubiera dicho"
"los nervios y el tabaco, yo se lo advertí"
"más o menos, gracias"
"desenvuelve estas flores"
"su hermano también murió del corazón, seguramente es de familia"
"con esa barba nunca le hubiera reconocido a usted"
"él tiene la culpa, siempre andaba metido en líos"
"he de hablarle pero no lo veo"
"Casimiro está en Varsovia, Tadeo en el extranjero"
"tú sí que eres lista, yo no pensé para nada en el paraguas"
"qué importa que fuera el mejor de ellos"
"es un cuarto de paso, Bárbara no estará de acuerdo"
"es cierto, tenía razón, pero eso no es motivo"
"barnizar la puerta, adivina por cuánto"
"dos yemas, una cucharada de azúcar"
"no era asunto suyo, por qué se metió"
"todos azules y sólo números pequeños"
"cinco veces, y nunca contestó nadie"
"vale, quizá yo haya podido, pero tú también podías"
"menos mal que ella tenía ese empleo"
"no lo sé, tal vez sean parientes"
"el cura, un verdadero Belmondo"
"no había estado nunca en esta parte del cementerio"
"soñé con él hace una semana, fue como un presentimiento"
"mira qué guapa la niña"
"no somos nadie"
"denle a la viuda de mi parte... tengo que llegar a"
"y sin embargo en latín sonaba más solemne"
"se acabó "
"hasta la vista, señora"
"¿qué tal una cerveza?"
"llámame y hablamos"
"con el tranvía cuatro o con el doce"
"yo voy por aquí"
"nosotros por allá".
("zumo de poesia", trad. gerardo beltrán y abel murcia)
"Tan de repente, quién lo hubiera dicho"
"los nervios y el tabaco, yo se lo advertí"
"más o menos, gracias"
"desenvuelve estas flores"
"su hermano también murió del corazón, seguramente es de familia"
"con esa barba nunca le hubiera reconocido a usted"
"él tiene la culpa, siempre andaba metido en líos"
"he de hablarle pero no lo veo"
"Casimiro está en Varsovia, Tadeo en el extranjero"
"tú sí que eres lista, yo no pensé para nada en el paraguas"
"qué importa que fuera el mejor de ellos"
"es un cuarto de paso, Bárbara no estará de acuerdo"
"es cierto, tenía razón, pero eso no es motivo"
"barnizar la puerta, adivina por cuánto"
"dos yemas, una cucharada de azúcar"
"no era asunto suyo, por qué se metió"
"todos azules y sólo números pequeños"
"cinco veces, y nunca contestó nadie"
"vale, quizá yo haya podido, pero tú también podías"
"menos mal que ella tenía ese empleo"
"no lo sé, tal vez sean parientes"
"el cura, un verdadero Belmondo"
"no había estado nunca en esta parte del cementerio"
"soñé con él hace una semana, fue como un presentimiento"
"mira qué guapa la niña"
"no somos nadie"
"denle a la viuda de mi parte... tengo que llegar a"
"y sin embargo en latín sonaba más solemne"
"se acabó "
"hasta la vista, señora"
"¿qué tal una cerveza?"
"llámame y hablamos"
"con el tranvía cuatro o con el doce"
"yo voy por aquí"
"nosotros por allá".
("zumo de poesia", trad. gerardo beltrán y abel murcia)
martes, 23 de junio de 2020
Jorge Esquinca (1957 )
Pasionaria
Has visto a la ahogada como una flama sonámbula, absorta en su transparencia. Los ojos vueltos hacia nunca jamás y la firme vocación de amapola desleída, a la deriva, llevada en vilo por la indolencia del arroyo. ¿En qué dialecto febril realiza el trueque liminar de sus monedas desoladas? ¿En qué parvada se desdobla el abanico oracular de su perseverancia? Ahogada en el vendaval del alba, su mansión ambulante, su reino giratorio en la caña de un relámpago.
Y canta, ahora, bajo el arco del puente, su plegaria de prófuga contra el duro olvido.
("revista la jornada semanal", no.8, nueva época, 6.viii 1989)
Has visto a la ahogada como una flama sonámbula, absorta en su transparencia. Los ojos vueltos hacia nunca jamás y la firme vocación de amapola desleída, a la deriva, llevada en vilo por la indolencia del arroyo. ¿En qué dialecto febril realiza el trueque liminar de sus monedas desoladas? ¿En qué parvada se desdobla el abanico oracular de su perseverancia? Ahogada en el vendaval del alba, su mansión ambulante, su reino giratorio en la caña de un relámpago.
Y canta, ahora, bajo el arco del puente, su plegaria de prófuga contra el duro olvido.
("revista la jornada semanal", no.8, nueva época, 6.viii 1989)
sábado, 20 de junio de 2020
Uriel Martínez (1950 )
foto: web
Fase 3 (parte 10)
1.
Mientras pasa la emergencia sanitaria surgida en Asía y de ahí extendida a otros países, he perdido amigos víctimas del Covid19 -llamado también Coronavirus y Sarcov2-, donde ha dejado un reguero de víctimas; también el encierro obligado me ha llevado a reabrir lecturas y autores leídos-descubiertos-evocados desde tiempo atrás unos y otros recientes. Desde un libro de oraciones con una plegaria a los muertos que de pronto llegan y se posesionan del entorno, de nuestros gestos y nuestra cotidianidad, hasta novelas de autores de Portugal, el sur de Estados Unidos o poetas de Perú, México, España, Polonia, Colombia y dos o tres etcéteras.
2.
También el enclaustramiento me ha llevado a momentos decisivos del pasado, a heridas abiertas y en aparente olvido, a revisar apuntes y bitácoras guardadas en un cajón del escritorio, archivos y gavetas que a veces es necesario desempolvar. He concebido formas de abrir una ventana, de reubicar espacios destinados a libros y lecturas; he instalado repisas para reordenar libros por temas y autores y me he propuesto un orden alfabético tan necesario al momento de ubicar poetas, antologías vivas y antologías póstumas (uno mismo es una selección póstuma, una esquela inútil, un curriculum muerto); soy una traducción pendiente a lenguas por venir, soy una traducción nunca formulada al esperanto, al latín, al idioma de sordomudos ni al lenguaje y escritura de los ciegos. En suma, a veces me concibo como una criatura de Ernesto Sábato, a un paisaje de Rulfo, Borges o Ribeyro o Arlt.
3.
En este encierro que a veces me pesa como Sísifo en una pendiente, he iniciado lecturas de libros que pronto me hastían y que hago a un lado, llámense como se llamen, apellídense como se apelliden. Todo sin sentimiento de culpa. Cierto: he salido a la calle por necesidades inmediatas pero he vuelto luego, he hecho amistades ficticias en las redes sociales, me he distanciado temporal o definitivamente de otras, me han bloqueado contactos inútiles, he dejado de seguir quimeras. Han tocado a mi timbre individuos sin remedio, me he negado a brindar hospedaje en mi día a día a sujetos tóxicos (yo mismo resulto tóxico para otros y a veces para mí mismo); me han espiado no desde otras galaxias sino desde mis aperos de comunicación; me han interceptado el número telefónico de casa, el móvil adquirido a plazos en Coppel, la PC conseguida a crédito en Compulogic, en las cartas que envié con acuse de recibo y que jamás llegaron al destinatario, a mis gritos de auxilio lanzados al fondo del pozo sediento, al eco que nunca fue replicado, a la oración no aprendida de niño, al pregón olvidado que aprendí de la abuela Patrocinio,a los ojos de agua del abuelo paterno, a los regaños de la maestra de primaria Eva, ya fallecida, a las primeras letras del colegio, del himno compuesto para una Patria inexistente, a las hazanas ficticias de los héroes patrios. Pero no el inter no he llorado, al fin y al cabo nací en una cárcel llamada cuerpo que al paso de los años se ha vuelto un trapo casi en desuso.
4.
Aunque no voy a maldecir mi suerte, es la vereda que escogí.
Dogville, junio de 2020
jueves, 18 de junio de 2020
Juan Bañuelos (1932/2017 )
Aleación IV
Nada ha cambiado salvo lo que es irreal
De todo los asesinos
de la realidad
el más peligroso
permanece
No saca su revólver
pulsa un instrumento
con el que convoca
al brillo y al caos
de las significaciones
Esa música abandera
un cortejo de transeúntes
que entra y sale por sus labios
aplaudiendo
Bebe en las fuentes de Tlalpan
se dirige a la Calzada de los Misterios
y su sombra se agiganta
en la pared:
qué miserable levedad
una simple nervadura
bajo el diluvio de su ser
Hoy toca otro aire
Las cuerdas frías se tensan
mezclando los sentidos
(la mente esconde
acantilados peligrosos)
Débil por la energía
que se libera de su peso
flota monótono
Escayola de sombra
bucea en el mar
que está en la nieve
junto a las furias extraviadas
se mece en la montaña de la brisa
necesita la oscuridad
que lleva el viento
en cadena explosiva se fisiona
con la luz y el murmullo
No saca su revólver
Tañe el espesor
del infinito
pulsa el cielo deshabitado
del azar
mas de su mano comen
sílabas silvestres
soles y átomos
manzanas del incendio o(h) dios que nacen
en lucha con su dios
el mismo como es
sin dar su nombre
con una ciudadela de medusas
cercándolo a Halo
hostilmente inasistido
(más allá del acorde
vuelto nube el ritmo
rodea la quietud
esa cima que cambia de color
a la distancia)
Fluye la mente ondula
despierta en los sentidos
se duerme en la abstracción
siempre sola revoloteando
entre cirros y cúmulos
entre el hombre del puente y el véspero tardío
o en el inmóvil ejercicio
de la nada
la mente alcanza cuanto nombra
con el rasgueo de estrellas fugitivas
-En la mayor indigencia de la soledad
la firma del instante es el relámpago.
("la jornada semanal", no. 19, nueva época, 22 oct. 1989)
Nada ha cambiado salvo lo que es irreal
De todo los asesinos
de la realidad
el más peligroso
permanece
No saca su revólver
pulsa un instrumento
con el que convoca
al brillo y al caos
de las significaciones
Esa música abandera
un cortejo de transeúntes
que entra y sale por sus labios
aplaudiendo
Bebe en las fuentes de Tlalpan
se dirige a la Calzada de los Misterios
y su sombra se agiganta
en la pared:
qué miserable levedad
una simple nervadura
bajo el diluvio de su ser
Hoy toca otro aire
Las cuerdas frías se tensan
mezclando los sentidos
(la mente esconde
acantilados peligrosos)
Débil por la energía
que se libera de su peso
flota monótono
Escayola de sombra
bucea en el mar
que está en la nieve
junto a las furias extraviadas
se mece en la montaña de la brisa
necesita la oscuridad
que lleva el viento
en cadena explosiva se fisiona
con la luz y el murmullo
No saca su revólver
Tañe el espesor
del infinito
pulsa el cielo deshabitado
del azar
mas de su mano comen
sílabas silvestres
soles y átomos
manzanas del incendio o(h) dios que nacen
en lucha con su dios
el mismo como es
sin dar su nombre
con una ciudadela de medusas
cercándolo a Halo
hostilmente inasistido
(más allá del acorde
vuelto nube el ritmo
rodea la quietud
esa cima que cambia de color
a la distancia)
Fluye la mente ondula
despierta en los sentidos
se duerme en la abstracción
siempre sola revoloteando
entre cirros y cúmulos
entre el hombre del puente y el véspero tardío
o en el inmóvil ejercicio
de la nada
la mente alcanza cuanto nombra
con el rasgueo de estrellas fugitivas
-En la mayor indigencia de la soledad
la firma del instante es el relámpago.
("la jornada semanal", no. 19, nueva época, 22 oct. 1989)
martes, 16 de junio de 2020
Alicia García Bergua (1954 )
La pastora
Ha llevado a su grey
entre la escarcha
paciendo últimas hierbas,
después la ha guardado;
con su pelo de abrigo
avanza hacia el invierno
y su deshielo.
Un camino paciente
entre las hojas
de este frío otoñal
se respira en el vaho;
sombras blancas del aire
por las fosas
como añoranza fiel
a cierto tiempo
cuyo paso de nieve
lleva dentro.
Entonces aparece
aquel rostro fugaz
de primavera.
Ondina congelada,
deleite subterráneo
a la luz de una lámpara,
como el río
nunca está detenido
y la flor que ilumina
cuyo tallo retuerce
ese silencio por amor,
son estrellas cayendo
de un lejano frío
que tiembla ardiendo
en brazos de la muerte.
("la jornada semanal", no. 29, 31 de dic. 1989, méxico)
Ha llevado a su grey
entre la escarcha
paciendo últimas hierbas,
después la ha guardado;
con su pelo de abrigo
avanza hacia el invierno
y su deshielo.
Un camino paciente
entre las hojas
de este frío otoñal
se respira en el vaho;
sombras blancas del aire
por las fosas
como añoranza fiel
a cierto tiempo
cuyo paso de nieve
lleva dentro.
Entonces aparece
aquel rostro fugaz
de primavera.
Ondina congelada,
deleite subterráneo
a la luz de una lámpara,
como el río
nunca está detenido
y la flor que ilumina
cuyo tallo retuerce
ese silencio por amor,
son estrellas cayendo
de un lejano frío
que tiembla ardiendo
en brazos de la muerte.
("la jornada semanal", no. 29, 31 de dic. 1989, méxico)
domingo, 14 de junio de 2020
Uriel Martínez (1950 )
autor
Fase 3 (parte 9)
Querido B.
Salí de casa antes del mediodía. Llevé encasquetada la gorrita de seda azul y el cubrebocas que me regalaron el jueves. Con el anterior estuve cerca de tres semanas en uso diario; ya le hacía falta una lavada. Así que ya tengo uno de repuesto; no he querido hacerme de uno con imágenes tomadas de los héroes de los Millennial, que van del Joker, Batman y Robin, a monitos de manga y de Frida la pintora estilizada como niña cejijunta. Ya en el centro de Dogville, luego de salir de la farmacia, vi abierta una librería y pasé a preguntar por "Anna Karenina", me mostraron tres ediciones: una de Porrúa, otra de Alianza Editorial y una tercera de Altea. Le pasé los precios a un cliente interesado y luego pasaré a recogerla.
Antes de despedirme de la señora atenta, me señaló la mesa de ofertas: ahí estaba una edición que no conocía ni sabía de su existencia: "Iluminación y fulgor nocturno". Por suerte quedaba un ejemplar: la autora me estaba esperando para llevarme el último ejemplar (por lo menos a la vista), Carson McCullers. A casi ochenta días de iniciado el enclaustramiento por la pandemia de Covid19, la vida me deparó esta sorpresa. "La nieve es más fina. Hace frío y los tonos azules del cielo anuncian más frío. La nieve se vuelve agua en los cristales y el viento hace chirriar las bisagras.Si estuvieras aquí, beberíamos algo fuerte y jugaríamos al ajedrez. Tengo lo sensación de que, en la próxima Primera Nieve, podremos estar juntos. Procuro no hacer caso de ésta. Estoy preocupada, y muy triste.
"Cuídate, cariño.
Siempre tuya,
Carson"
"Iluminación y fulgor nocturno" es una edición que reúne una autobiografía que su autora dictó meses antes de su muerte, incluye también una serie de cartas rescatadas que intercambiaron ella y su pareja el militar James Reeves McCullers, mientras él participa en la Segunda Guerra Mundial. Algunas misivas se perdieron por los viajes y mudanzas frecuentes de él; esas cartas sólo ellos las conocieron, quizá otras nunca fueron enviadas, otras acaso fueron interceptadas y -esto quizá es ya mi fantasía-, se encuentren en algún archivo de uno u otro gobierno, olvidadas; o simplemente fueron incineradas.
Estimado B.
Me admira percatarme de que las nuevas generaciones de autores -de entre 25 y 35 años-, no hayan leído a esta sureña, que ni siquiera sepan que hay una adaptación cinematográfica de "Reflejos en un ojo dorado" (1967), no sólo memorable por la dirección de J. Huston sino por el trabajo actoral de dos monstruos -Marlon Brando y Elizabeth Taylor-; ni aun siendo egresados de la Escuela de Letras distingan que Carson es femenino, muchos menos habrán oído de otros góticos sureños como Flannery O'Connor, Truman Capote o Tennessee Williams. Abrigo más confianza en un lector auto didacta que en un académico millennial, por lo menos el primero sabe que Hans Castorp es una criatura de un Nóbel alemán. Quizá sea también que tengo la ventaja de doblarles la edad en cuanto a experiencia de lector; y aunque me hice adulto con la competencia desleal de la televisión a las horas dedicadas a la página impresa, leí en su momento a otros alemanes que hicieron mella en mi adolescencia: los autores de, por ejemplo, "Siddharta" y "Así hablaba Zaratustra". Aunque son obras que siguen siendo moneda corriente en las librerías de segunda mano, de oportunidad y de "viejo", como se dice en Dogville. También tengo la ventaja de que el móvil llegó a mi vida hace cinco años (me resistía a usarlo), aunque hasta el día de hoy no me ha hecho de una Tablet ni de un horno de microondas, por ejemplo. En fin.
A veces despierto a las 4 am. Después de beberme un café instantáneo Dolca, trato de retomar el sueño sin conseguirlo. Pasados 30 minutos me levanto y abandono la cama. En la sala, sentado al sofá, me percato en la necesidad de tener un grifo que gotee toda la noche para que me arrulle, una monotonía que por momentos me espante; luego recuerdo que en otra ciudad -era la década de los años 70-, antes de conciliar el sueño me arrullaba la monotonía de las termitas en las vigas de madera; escucharlas me consolaba al imaginar que un día esa labor callada terminaría triunfal con toda una ciudad, un Estado con vocación maderera. Más adelante, viviendo en otra ciudad, tuve un reloj despertador con campanilla, aquel tic-tac me remontaba a una infancia lejana, a una habitación apenas iluminada por una veladora blanca donde me arropaba el silencio. Era esa etapa llamada infancia donde el mundo se componía de lápices de colores, gomas de borrar, cuadernos de raya simple y doble raya, cuadernos de cuadrícula, saca puntas de acero o de plástico, de plumas Bic de un peso, de bicolores de punta azul y punta roja; de muchos ejemplares de libros de Texto Gratuito, todos con la misma ilustración en las portadas: una chica enarbolando una bandera como Niña Heroína de una patria falsa, hechiza, artificial.
Amigo B.
Finalmente cerca de las 6 am,renuncio a conciliar el sueño y abro la edición (acaso) póstuma de Carson Mc Cullers y subrayo con lápiz de punta suave un párrafo: "Pero ambos somos fuertes y podemos vivir dentro de nosotros mismos. Puede que sea éste el secreto de nuestra relación; nos echaremos muchísimo de menos durante cierto tiempo, pero luego vendrá la recuperación. Otros, amándose con un gran amor, pierden al ser amado y son valientes. Si nos llegara a ocurrir, seremos como ellos.
Sé buena y dulce, como eres siempre. Trata de ver y crear toda la belleza posible en esta vida.
Te deseo una hermosa Navidad y que 1945 sea un año lleno de paz para todos nosotros, Como siempre,
Reeves"
Amigo B.
Es singular que de pronto recuerde a una actriz de cine en un papel secundario. Es singular buscar datos de ella en la web y encontrar que murió de cáncer tiempo atrás; así me pasó con Sandy Dennis, a quien recordaba al lado de Richard Burton y Liz Taylor en "Quién teme a Virginia Woolf"; igual sucedió con el actor Tony Musante; ambos en cintas en blanco y negro. Estimado B., escribe pronto.
Querido B.
En esta larga temporada de encierro y tedio, de pesadillas tempranas y de impotencia por todo lo que sucede en los alrededores, se sumó un episodio desagradable. Sucede que un contacto de FB que me mantuvo bloqueado un mes, me envió una solicitud de "amistad". Sin pensarlo dos veces -mantuvimos la relación por whatapp- le readmití. Públicamente, me envió la siguiente solicitud: que subiese la portada de un álbum de música por día, durante veinte días, con aquellos autores o cantantes o ejecutantes que me hubiesen "marcado" y que, además, cada día yo propusiera a un amigo a que nos secundara en el juego alienante y vacío. Le respondí que ese mismo día en que me había etiquetado, yo subiría una lista de diez CD y al día siguiente otra lista con los otros diez (para desembarazarme cuanto antes del "compromiso"). Me respondió que no, debía yo hacerlo con las reglas establecidas por un desconocido estúpido. Es un juego "trivial", le dije públicamente, "no entro a ese juego". De inmediato pensé en bloquearlo pero no lo hice.
El niño perdido
1.
Dogville.- Desde que inició la pandemia a sembrar nubes
borrascosas en este pueblo, cerraron cantinas, cervecerías y plazas públicas en
donde los músicos ambulantes se ganan la vida. Incluso grupos de huicholes
músicos (dúos, tríos y cuartetos y demás), desaparecieron. Quizá los grupos
originarios regresaron a sus pueblos y comunidades del norte de Jalisco,
localizados en barrancas, montañas y desfiladeros a reencontrarse con sus
dioses, a ofrendarles copal, a hacerles una síntesis de su vida; quizá
fueron a esperar las lluvias y a preparar la pomada de peyote que
comercializan en el centro histórico de Dogville. Acaso se fueron a elaborar
morosamente las artesanías que ofertan al turista que incursiona en este pueblo
de subsuelo rocoso, de agua salitrosa, de camas de tepetate y cielos crueles.
2-
Pronto, sin embargo, los músicos criollos ignoraron el encierro y demás recomendaciones de autoridades especializadas en pandemias y contagios; la necesidad los hizo diseminarse por los puntos estratégicos de la aldea llamada Dogville: cruceros con y sin semáforos, puentes, esquinas, bocacalles para hacerse visibles con su música vertida a los cuatro puntos cardinales. Apelaron a los buenos sentimientos de aquellos que van o vienen en coches, camionetas, grúas y peatones temerarios. Todos urgidos por la necesidad de ver el pan nuestro de todos los días. Esta mañana, cuatro cuadras antes de llegar a la parada del camión urbano, escuché los golpes de tambora y demás instrumentos propios de una banda. Eran seis o siete músicos más un ayudante detenido entre dos carriles con la gorra estirada, en espera de la moneda voluntaria, el billete urgido y anhelado.
Pronto, sin embargo, los músicos criollos ignoraron el encierro y demás recomendaciones de autoridades especializadas en pandemias y contagios; la necesidad los hizo diseminarse por los puntos estratégicos de la aldea llamada Dogville: cruceros con y sin semáforos, puentes, esquinas, bocacalles para hacerse visibles con su música vertida a los cuatro puntos cardinales. Apelaron a los buenos sentimientos de aquellos que van o vienen en coches, camionetas, grúas y peatones temerarios. Todos urgidos por la necesidad de ver el pan nuestro de todos los días. Esta mañana, cuatro cuadras antes de llegar a la parada del camión urbano, escuché los golpes de tambora y demás instrumentos propios de una banda. Eran seis o siete músicos más un ayudante detenido entre dos carriles con la gorra estirada, en espera de la moneda voluntaria, el billete urgido y anhelado.
3-
Me cooperé con una moneda con el joven de la trompeta. Pregunté por el origen de su aparición, "Todos somos de aquí", Cómo se llama el grupo, "No tenemos grupo, nos acoplamos para trabajar este día", Pues se acoplan bien, "Cuál le tocamos", me preguntó sonriente, No, gracias, estoy esperando mi camión (ahí viene). Trepé y siguieron con su jornada. Recordé la pieza "El niño perdido" y recordé al dramaturgo de Sinaloa, Óscar Liera (rip).
Me cooperé con una moneda con el joven de la trompeta. Pregunté por el origen de su aparición, "Todos somos de aquí", Cómo se llama el grupo, "No tenemos grupo, nos acoplamos para trabajar este día", Pues se acoplan bien, "Cuál le tocamos", me preguntó sonriente, No, gracias, estoy esperando mi camión (ahí viene). Trepé y siguieron con su jornada. Recordé la pieza "El niño perdido" y recordé al dramaturgo de Sinaloa, Óscar Liera (rip).
Dogville, junio 2020
sábado, 13 de junio de 2020
Carson McCullers (1917/1967 )
Ayer hubo una tormenta de nieve
Ayer hubo una tormenta de nieve. Tenía cita con el dentista en Sparkill, y estuve fuera mucho rato. En las calles, cuando pasó la tormenta, reinaba una suerte de cordialidad a lo Brueghel. Las mejillas de los niños con sus trajes de nieve eran de un vivo color carmesí. Los obreros se afanaban despejando los caminos y, en algunas esquinas, había fueguecitos en cubos de la basura. Esta mañana he vuelto a salir, muy temprano, en cuanto han abierto las tiendas, a buscar cigarrillos. La tormenta ya ha cesado y el cielo es de un delicado azul plateado. En invierno, estos cielos del norte son, en cierto modo, más hermosos que los cielos del sur.
("iluminación y fulgor nocturno, autobiografía inacabada", seix barral, trad. ana ma. moix y ana becciu, méxico, 2017)
jueves, 11 de junio de 2020
Diane di Prima (1934 )
Loba
Ella está sobre
un tapete de paja
en el cuarto tibio
pensando en el amor
toda la tarde
sólo tiene recuerdos
y no piensa en nada.
No hay viento.
Gritan los niños
en la calle.
Con sueño en sus ojos
se tiende
ligeramente absurda,
sueña despierta
junto a su diadema,
en sus labios hay
una tonta sonrisa,
y está con las piernas
bien arqueadas.
("la jornada semanal", no. 15, nueva época, 24.ix. 1989; trad. j. vicente anaya)
Ella está sobre
un tapete de paja
en el cuarto tibio
pensando en el amor
toda la tarde
sólo tiene recuerdos
y no piensa en nada.
No hay viento.
Gritan los niños
en la calle.
Con sueño en sus ojos
se tiende
ligeramente absurda,
sueña despierta
junto a su diadema,
en sus labios hay
una tonta sonrisa,
y está con las piernas
bien arqueadas.
("la jornada semanal", no. 15, nueva época, 24.ix. 1989; trad. j. vicente anaya)
martes, 9 de junio de 2020
José Watanabe (1945/2007)
sugiyama sanpu
Basho
El estanque antiguo,
ninguna rana.
El poeta escribe con su bastón en la superficie.
Hace cuatro siglos que tiembla el agua.
("el desierto nunca se acaba", ed. textofilia, col. lumía, méxico, 2013)`
domingo, 7 de junio de 2020
Uriel Martínez (1950 )
Fase 3 (parte 8 )
Tardes eternas en que las nubes parecen detenidas
por un mago medieval que no halla la puerta ni
la fórmula alquímica de metales.
Tardes enhechizadas por el fuego de fraguas
donde se moldea el hierro de un hombre
no nato, un mesías que anunciará el fin
de la espera.
Tardes premonitoras de una noche ebria, insomne,
lagañosa; tardes de un Tafil cuyo encanto y poderes
anestesiantes no terminan de irse nunca; tardes
de encierro, de cuarentenas, de ayuno, de salidas
una y otra vez no halladas.
Tardes, en fin, en que Delgadina va de su recámara
al retrete, al balcón, a la cocina, a la ventana cada
día más estrecha; otra vez a la cama, al cuarto
de lavado y planchado, al calefactor olvidado
el último diciembre.
Tardes de sol alto, altisonantes, ciegas,
quietas, muertas, ideales para irnos como llegamos,
sin un porqué.
LA VOZ DEL PUEBLO:
1. Hoy la plana mayor de la burocracia le rindió homenaje
póstumo a un exalcalde de Jerez, la opinión de los ciudadanos se escuchó fuerte
y quedito. Se oyeron puntos de vista diversos: ayer se le rindió homenaje
-también póstumo- a un sacerdote de Guadalupe. No permitieron la grabación del
acto luctuoso y se obligó a periodistas a borrar la grabación en video. Ahí
tampoco se mantuvo la "sana distancia" recomendada ante el Covid19 en
su apogeo o "pico pandémico" en México.
2.
DIce un ciudadano: "La neta soy de jerez y hace 15 días
falleció mi abuelo por muerte natural ya de mayor y no nos dejaron despedir
como se deve y en su velorio nomas nos dejaron entrar 10 personas y al pantion
15 y con su sana distancia ni misa le quisieron dar (ni) su vendicion quiso el
padre y mira esto como si nada poco MADRE LA NETA."
3.
No es para menos: sólo hay un momento en que el deudo espera
la bendición sobre sus muertos, en espera de que el fallecido tenga un buen
camino.Pero hasta la Iglesia le dio la espalda al creyente.
4.
Dice otra voz anónima: Si el Gobierno no respeta la orden
"Quédate en casa", entonces los participantes de año con año en la
Morisma de Bracho, ¿ya pueden salir a ensayar? Otra voz les recuerda a los
asistentes al homenaje póstumo al exalcalde de Jerez, Juárez García, que
camas para intubados sólo quedan en Coppel y Elektra.
5.
Muchas otra voces se articulan para burlarse del fracaso de
una campaña orquestada para mantenernos con miedo. Lo dicho: son chingaderas.
6.
El que suscribe en pleno uso de sus facultades mentales confiesa que durante la Cuarentena por Covi19 salió a la tiendita de la esquina, al tianguis semanal, a la panadería, a la farmacia, a dar el rol, que se asomó a la ventana, al balcón, a la puerta que da a la calle, que paseó virtualmente por museos en cuarentena, que escuchó lecturas de autores en redes, que hizo amistades nuevas, que bloqueó a otras, que borró comentarios tontos y marcó a los autores como basura (spam), que perdió los estribos, la razón, el buen juicio, la paciencia, que se acostumbró a las siestas de 90 minutos, que vivió madrugadas esperando el agua hervida para café; que se masturbó; que no leyó ni escribió lo suficiente; que lloró por los amigos perdidos por el Coronavirus; que maldijo su suerte. Etc. Por todo esto exoneró a las autoridades sanitarias de un (im)probable contagiado del dichoso virus.
Dogville, junio 2020
(Inédito)
jueves, 4 de junio de 2020
Eliseo Diego (1920/1994 )
Testamento
Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;
habiendo llegado a este tiempo;
y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;
habiendo llegado a este tiempo;
y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;
y no poseyendo más que este tiempo;
no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
decido hacer mi testamento.
Es este:
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.
("altazor")
Habiendo llegado al tiempo en que
la penumbra ya no me consuela más
y me apocan los presagios pequeños;
habiendo llegado a este tiempo;
y como las heces del café
abren de pronto ahora para mí
sus redondas bocas amargas;
habiendo llegado a este tiempo;
y perdida ya toda esperanza de
algún merecido ascenso, de
ver el manar sereno de la sombra;
y no poseyendo más que este tiempo;
no poseyendo más, en fin,
que mi memoria de las noches y
su vibrante delicadeza enorme;
no poseyendo más
entre cielo y tierra que
mi memoria, que este tiempo;
decido hacer mi testamento.
Es este:
les dejo
el tiempo, todo el tiempo.
("altazor")
miércoles, 3 de junio de 2020
Alberto Szpunberg (1940 )
Rabí Iójanan, el zapatero, da en el clavo
Seamos sensatos:
ya no se trata de sellar el agujero de la suela
sino de enmendar la huella
que va dejando sobre la nieve un hombre descalzo.
XIX
De todos modos, creer para crecer y crear:
ya distinguimos los chingolos de los gorriones
y sabemos que el pasaje Bollini sólo dura dos cuadras,
pero, aún así, nos acompaña.
Truena sordamente, como si desde arriba nos hablaran,
y aunque es confuso entender lo que nos dicen
-siempre es confuso lo que los de arriba nos dicen-,
¿alcanzaremos a ver tanta belleza desde alguna ventana?
¿hay una puerta para entrar al mundo?
¿un balbuceo?
¿una palabra?
No sé:
perdí el papel donde tenía la dirección exacta.
("otra iglesia es imposible")
Seamos sensatos:
ya no se trata de sellar el agujero de la suela
sino de enmendar la huella
que va dejando sobre la nieve un hombre descalzo.
XIX
De todos modos, creer para crecer y crear:
ya distinguimos los chingolos de los gorriones
y sabemos que el pasaje Bollini sólo dura dos cuadras,
pero, aún así, nos acompaña.
Truena sordamente, como si desde arriba nos hablaran,
y aunque es confuso entender lo que nos dicen
-siempre es confuso lo que los de arriba nos dicen-,
¿alcanzaremos a ver tanta belleza desde alguna ventana?
¿hay una puerta para entrar al mundo?
¿un balbuceo?
¿una palabra?
No sé:
perdí el papel donde tenía la dirección exacta.
("otra iglesia es imposible")
martes, 2 de junio de 2020
Carmen Berenguer (1946 )
Ruinas
Páramos y ruinas
en el sahumerio
en el escapulario
en el sagrado corazón de Jesús
a la entrada de la casa
en el póster de psicosis
en el cuarto
en la música de Béla Bartok
en el afiche del cojo Díaz
en la postal del indio
en el rostro sudaca
en estos ojos chinescos
debajo de todo eso
en las puntas,
como si nada
en los santitos
en el ulpo
en todo eso
cuando te acuestas
cuando te levantas
cuando miras de reojo
cuando fijas la vista
cuando te acercas
cuando hablas
cuando callas
cuando brincas
cuando te das vueltas
en la mañana
una hora después
cuando te agachas
cuando sudas
cuando aguantas
cuando aúllas
cuando todo eso.
("cineyliteratura")
Páramos y ruinas
en el sahumerio
en el escapulario
en el sagrado corazón de Jesús
a la entrada de la casa
en el póster de psicosis
en el cuarto
en la música de Béla Bartok
en el afiche del cojo Díaz
en la postal del indio
en el rostro sudaca
en estos ojos chinescos
debajo de todo eso
en las puntas,
como si nada
en los santitos
en el ulpo
en todo eso
cuando te acuestas
cuando te levantas
cuando miras de reojo
cuando fijas la vista
cuando te acercas
cuando hablas
cuando callas
cuando brincas
cuando te das vueltas
en la mañana
una hora después
cuando te agachas
cuando sudas
cuando aguantas
cuando aúllas
cuando todo eso.
("cineyliteratura")