La muerte de los antiguos
Están encerrados aquí, entre las tumbas.
Están ocultos entre los manuscritos.
─¡Que la creación no llore por ellos como si hubiesen muerto!─
¡Oh las fuentes diáfanas del Pensamiento,
los cielos clarísimos del Arte,
los Inmortales y los Hermosos!
Son los maestros de la Verdad,
los seguidores de la intacta Belleza,
ancianos, ilesos, completamente jóvenes
y soles que se te entregan para que goces
siempre de ellos en la frescura de un abril.
Los Inmortales y los Hermosos.
Desde las playas de Jonia
y desde el cielo de Atenas que todo
lo convierte en espíritu cuando respira,
y desde la tierra inmaculada de Grecia,
la Sabiduría, la Palabra, el Ritmo.
Los Inmortales y los Hermosos.
Son los Platón y, tras ellos,
los filósofos, héroes de la Idea,
y la Virtud con ellos va diciendo: «Soy la valentía».
Son los Horneros y, tras ellos,
todos los cantores y los creadores de los Olimpos.
¡Los Inmortales y los Hermosos!
Abandonan su última patria
impulsados por un soplo en verdad impetuoso.
Se convierten en gitanos y hebreos,
pero siempre son vencedores, aunque sin casas.
Y se convierten en ciudadanos del mundo,
los Inmortales y los Hermosos.
("trianarts", trad. j. antonio moreno jurado)
sábado, 29 de febrero de 2020
viernes, 28 de febrero de 2020
Luis Rosales (1910/1992 )
Nadie es profeta en su espejo
Dime, ¿sientes aún la antigua herida
cuando el amor te baña en su oleaje
y el beso es luz como el amor es traje
y el labio es sed como la noche es vida?
Dime que sí, que sí, como me dices
que no con la tristeza arrinconada
cuando ya el beso se convierte en nada
en los mártires labios aprendices.
Tú, mi instantaneidad, mi únicamente,
la lluvia que vino a vivir conmigo,
trigo es mi voz cuando te nombra, trigo,
puente es mi cuerpo al abrazarte, puente.
Tú, mi diaria eternidad primera,
la noche que se junta con el día
cuando cruje en la carne la alegría
y a la puerta del cuarto el mar espera,
y el espejo es un agua tiritando,
y el agua sube lentamente un monte
donde tu cuerpo llena el horizonte
y veo lo mismo en lo que estoy soñando.
("trianarts")
Dime, ¿sientes aún la antigua herida
cuando el amor te baña en su oleaje
y el beso es luz como el amor es traje
y el labio es sed como la noche es vida?
Dime que sí, que sí, como me dices
que no con la tristeza arrinconada
cuando ya el beso se convierte en nada
en los mártires labios aprendices.
Tú, mi instantaneidad, mi únicamente,
la lluvia que vino a vivir conmigo,
trigo es mi voz cuando te nombra, trigo,
puente es mi cuerpo al abrazarte, puente.
Tú, mi diaria eternidad primera,
la noche que se junta con el día
cuando cruje en la carne la alegría
y a la puerta del cuarto el mar espera,
y el espejo es un agua tiritando,
y el agua sube lentamente un monte
donde tu cuerpo llena el horizonte
y veo lo mismo en lo que estoy soñando.
("trianarts")
miércoles, 26 de febrero de 2020
Jorge Lobillo (1943 )
foto google
El alambique
Nos alejaba una puerta antigua como el siglo. La abría cierta llave prohibida que encontramos detrás de la gran alacena, en la cocina. Un día ventoso, en que por tanto nadie salía, dimos de lleno vuelta a la hosca cerradura: crujiente superficie de huesos quebrantándose. Y penetramos en un ambiente blanquecino a través del ruido veloz de los murciélagos. Se encontraba allá abajo una especie de tumba, repleta de un agua mortecina que atraía... Luego explicamos que tal vez había sido el viento quien derrumbara la puerta a golpes, o el demonio.
("las migajas y los pájaros", fondo editorial tierra adentro, méxico, 1992)
lunes, 24 de febrero de 2020
Stefano Strazzabosco (1956 )
Punto negro
Dicen que por acá
no hay paso: pero cuánta mar cruzamos
alta nadando como patos
entumecidos por el frío; cuál
desierto atravesamos, con la boca
tapada y la mirada tiesa
hasta este punto negro
que se fija en la página
y la convierte en un campo de tiro
donde el blanco eres tú –
tú que me escuchas o me lees
cómodamente sentado en tu silla
y con tus armas invencibles.
("revista altazor", trad. sin crédito)
Dicen que por acá
no hay paso: pero cuánta mar cruzamos
alta nadando como patos
entumecidos por el frío; cuál
desierto atravesamos, con la boca
tapada y la mirada tiesa
hasta este punto negro
que se fija en la página
y la convierte en un campo de tiro
donde el blanco eres tú –
tú que me escuchas o me lees
cómodamente sentado en tu silla
y con tus armas invencibles.
("revista altazor", trad. sin crédito)
viernes, 21 de febrero de 2020
Cormac McCarthy (1933 )
foto alohacriticon
La visión pesimista es siempre la correcta. Cuando estamos leemos la historia de la humanidad estamos leyendo una saga de derramamiento de sangre, de codicia y de locura, cuyo alcance nadie puede ignorar. Aún así, imaginamos que el futuro será de alguna manera distinto.
("el susnset limited", ed. literatura mondadori, méx. 2012)
miércoles, 19 de febrero de 2020
Juan Tovar (1941/2019 )
foto unam
La Revolución
La Revolución no murió de muerte natural. La mataron a mansalva, y la embalsamaron con tan mala maña que ya es pura pudrición. Y todavía su alma en pena alumbra la noche de los corazones. Cada generación trae su nostalgia e ese momento en que la tierra se quiso libre y jugó el todo por el todo. Y es que, por eso mismo, el juego sigue - el ansia soterrada, la guardia de claro en claro, el revire del albur.
Representar el pasado es repasar el presente. Contamos historias viejas por ir corriendo la nueva, como la máscara nos otorga cara con qué mirarnos a la luz del sol que es otro cada día.
("la madrugada", edición uam, col. molinos del viento, méxico, 1981)
martes, 18 de febrero de 2020
José Luis García Martín (1950 )
Despedida
No me has querido y huyes por tus años
hacia un país en donde yo no existo,
pero cuánto me dejas al dejarme…
Otros verán tu vida deshacerse;
yo conservaré intacta la memoria
de una frágil belleza adolescente.
Pronto no has de ser tú, aunque no mueras;
aunque no vivas, vivirás en mí.
Siempre joven serás en mi recuerdo:
fíjate cuánto gano si te pierdo.
("zenda libros")
No me has querido y huyes por tus años
hacia un país en donde yo no existo,
pero cuánto me dejas al dejarme…
Otros verán tu vida deshacerse;
yo conservaré intacta la memoria
de una frágil belleza adolescente.
Pronto no has de ser tú, aunque no mueras;
aunque no vivas, vivirás en mí.
Siempre joven serás en mi recuerdo:
fíjate cuánto gano si te pierdo.
("zenda libros")
domingo, 16 de febrero de 2020
Uriel Martínez(1950 )
foto de a. ortega neri
El frente frío 45
1. Serían las 13 horas del sábado pasado que me
percaté del reloj detenido, un reloj de pulsera de cuarzo. Yo había regresado a
casa después de permanecer más de una hora en el café del centro de Dogville.
Ya en casa, emparejé la hora con las manecillas de otro reloj de pulsera de
cuarzo que tengo a la mano. Pero no caminó más; quizá la pila se había agotado,
aunque tuve un presentimiento, dije pronto voy con el relojero.
2. El domingo desperté aún oscura la madrugada.
Por costumbre, encendí la lámpara para ver la hora en el reloj que tenía en el
buró. Los números digitales habían desaparecido. Tuve otro presentimiento, la
pila se habría acabado. También por hábito, me asomé a la calle: había cesado
de llover esa madrugada, lo aprecié en el asfalto húmedo, acentuadamente
oscuro.. Hice la maleta con los accesorios faltantes. La cerré y salí. Haría un
viaje aproximado de dos horas la víspera de Nochebuena.
3 Iba en pos de conocer el destino de un hombre
hospitalizado. A mediados de esa semana me enteré del enfermo grave, aunque no
supe indagar la ciudad en donde se hallaba internado. Era un domingo
infernalmente frío, la terminal de camiones,observé, estaba
desacostumbradamente concurrida, los andenes sobre todo; los viajeros en
movimiento permanente; el sol se abría paso lento entre nubes cerradas. La
corrida que abordaría en dirección a Laguna Honda no aparecía. Después de
informarme en la oficina correspondiente, anoté el número del camión. La chica
despachadora no sabía cuál era el número. Finalmente apareció con una demora de
quince minutos. Me trepé, el conductor revisó mi boleto y procuré un asiento
del lado donde golpearía el sol. El lugar a ocupar es a discreción pues en el
boleto no aparece el número de butacas disponibles. Corrí la cortina. A mi
alrededor, pude apreciar, las pasajeras vestían prendas negras: abrigos, medias
gruesas, zapatos o botas, guantes y anteojos, como si las esperara un sepelio.
4. Por fin abandonamos la ciudad copada por el
frente frío número 45, que seguiría estacionado la mayor parte de la siguiente
semana, según los pronósticos. El sol nuevo y el baño caliente antes de
abandonar la casa, me hicieron dormitar antes de llegar a la siguiente ciudad
recientemente llovida. Así lo indicaban los charcos turbios y la tierra lodosa.
Bajaron aproximadamente doce pasajeros en ese pueblo. De la bolsa de mano saqué
una cema comprada el día anterior. Desprendí un trozo. Cuando al fin llegamos,
después del mediodía, al pueblo a donde había venido a informarme del enfermo Valente, el conductor me entregó la maleta del equipajero. No le deseé feliz
nochebuena, una convención sin sentido en este fin de mes.
5. Llegué a la tienda de la esquina a proveerme
de cigarrillos. Bruno, el tendero viejo conocido, trató de darme un abrazo de
pésame, según supuse. Pero le cohibió mi probable rechazo. Me informó que
Valente el hospitalizado había fallecido ese domingo, lo dedujo por las
campanadas de duelo que escuchó cuando abría su negocio de abarrotes. Me
despedí en seguida. Caminé en dirección a donde vivió y enfermó Valente. Cerca
de la entrada a casa de sus suegros vi la capilla ardiente. Como era domingo al
mediodía, había pocas visitas, apenas se estaría difundiendo la mala nueva del
pueblo. Me seguí de largo. No sabía exactamente dónde me darían posada pues el
hotel había cerrado hace tiempo por incosteable. Llegué a la casa de la cuñada
del finado, la puerta estaba entornada. Grité el quién vive: me respondió el
silencio. En la casa de al lado me dieron razón de ella. Encargué maleta y
bolsa y fui a buscarla. A la cuñada del muerto la encontré deshecha en llanto
-hay mujeres que lloran por casi nada, pensé que quizá es un alma pura o una
actriz innata. Aunque había un sol radiante el frío no amainaba. La viuda y la
hija estaban a tres pasos, cada una en su silla de ruedas. La hija tiene un
halo de retrasada mental, las manos como de goma y la baba permanente, los
dedos como quebrados o aquejados de artritis; las greñas ingobernables y
sucias. Ahí, a un lado, la capilla ardiente, los cirios de luz eléctrica roja y
los mazos de flores cuasi marchitas, como robadas del cementerio. Las
manecillas del tiempo continuaron a paso indiferente e inconmovible el
termómetro continuó su descenso. Me fui a dormir temprano, vencido por una tos
de tuberculoso del siglo XIX. Pasaría la noche en un rincón del vecino que
frisa el siglo de vida, me recomendaron me cuidara de arañas y alacranes que
abundan en las construcciones añejas. Antes de perder conciencia un coro de
grillos me arrastró a la nada, me fui al abismo sin noción alguna del tiempo ni
la hora. La tos milenaria había cesado después de echarme encima cobijas y
frazadas gruesas.
6. Como un ejército de zombis a las 2:30
del lunes por la tarde parientes, deudos, conocidos y amigos se congregaron
alrededor de la carroza que trasladaría a Valente primero a la iglesia y luego
al cementerio. Laguna Honda se había quedado sin el principal animador de las
piezas dramáticas de Aristófanes y Sófocles; de las milenarias
pastorelas. Aunque la iglesia estaba cerca, fui de los rezagados en
seguir al coro de dolientes. La viuda y la hija tullidas se quedaron fuera de
la procesión; la chica lloraba y Barbola, la viuda, tenía la mirada fría y
lejana del maniquí abandonado en el relleno sanitario del pueblo. Entré en el
templo ya iniciada la misa,donde busqué un espacio blanco entre los asistentes.
Me acomodé cerca de un anciano con andadera y dos mujeres que seguían con
atención las indicaciones del guión que dictaba el oficiante. Hubo pocos, en su
mayoría mujeres, que acudieron a recibir la comunión. Terminada la fase de
intercambio de saludos entre los asistentes y de impartir la bendición, cuatro
empleados de la funeraria, empujaron el féretro sobre un módulo metálico de
ruedas. Desde lejos observé el ataúd rodeado de máscaras típicas, no sé si del
teatro griego o de un sainete local. Apacible, la comitiva de dolientes
seguiría a la carroza fúnebre a pie. Otra vez me rezagué, yo no iría al
cementerio. A qué ir hasta el hoyo donde sería sepultado, a qué, si Valente ya
estaba frío. Regresaría al sitio donde pasé la noche y me prepararía un café.
La segunda premonición se cumplió un día antes de año nuevo: murió una conocida
de Laguna Honda, no conocida mía.
(Inédito)
sábado, 15 de febrero de 2020
Jericho Brown (1976 )
poetry foundation
Oración del abofeteado
No la palma, no la vara de madera del
Peral, no el palo de escoba,
O el cable más
Cercano, no su cinturón trenzado, pero Dios
Bendice el reverso de la mano de papá
Que, sin empuñar nada en mí contra
O estar envuelta
En cuero, eliminó el aire
Entre ella y mi mejilla.
Haz plena esta mejilla con hoyuelos
Indigna de su marca sin puño
Y perdona mi olvido
Del amor de una mano
Hambrienta de reflejo, una mano
Que no pensó en el blanco
Como el granizo que desde un cielo ciego,
Involuntario, rápido, pero brutal
Cae para amoratar. Padre, yo sostengo el puente
De lo que podría haber sido
Una nariz rota. Levanto para ti
Lo que fue un labio partido. Bendice
Al chico que cree
Que las mejores palizas carecen de
Intención, la marca de la bestia.
Resucita al hijo
Que se glorifica en el pecado
De lo inmediato, al llamarlo amor.
Dios, salva al hombre cuyo brazo
Como el ala invisible de un ángel
Puede volar en reversa con furia
Aunque su hijo esté parado cerca.
Ayúdame a mantener en su lugar mi mandíbula ardiente
Mientras yo pienso en decir, discúlpame.
("altazor", trad. carmen cote)
viernes, 14 de febrero de 2020
Sylvia Plath (1932/1963 )
A la luz de una vela
Es invierno, es de noche, mi pequeño amor:
Una suerte de crin negra,
Una tosca y taciturna materia agreste,
Acerada con el fulgor
Que las estrellas verdes provocan en nuestra verja.
Te cojo en brazos.
Es muy tarde.
Las campanas tediosas badajean su hora.
El poder de una vela nos hace flotar en el espejo.
Es aquí. en este fluido, donde tu y yo nos conocemos,
En este halo radiante que parece respirar
Y deja que nuestras sombras se mustien
Tan sólo para avivarlas
Y agrandarlas de nuevo: violentos gigantes en la pared.
Prendo una cerilla y, de pronto, vuelve a ser real.
Al principio la vela se niega a florecer:
Recorta su brote hasta reducirlo
Casi nada, a un penoso fiasco azul.
Contengo el aliento hasta que estallas a la vida,
Mi pequeño y furioso
Erizo ovillado. El cuchillo amarillo
Crece a lo alto. Tú te aferras a tus barrotes.
Mi canción te hace rugir.
Te acuno como una barca, yendo de un lado a otro
Sobre la alfombra india, sobre el suelo helado,
Mientras el hombre de latón
Se arrodilla, encorvado, todo cuanto puede,
Alzando su pilar blanco con esa luz
Que mantiene a raya el cielo, ¡el ataque de la negrura
Que está por doquier, acercándose, acercándose!
Ese pequeño atlas cobrizo te pertenece:
Es todo cuanto tienes, tu pobre herencia. Ese titán de juguete,
Sin esposa ni hijos, con cinco balas de cañón apiladas a sus pies.
¡Cinco balas! ¡Cinco brillantes balas de latón!
Para que tú hagas malabarismos con ellas, cariño,
Cuando el cielo se derrumbe.
24 de octubre de 1962
("trianarts", trad. joán abeleira)
Es invierno, es de noche, mi pequeño amor:
Una suerte de crin negra,
Una tosca y taciturna materia agreste,
Acerada con el fulgor
Que las estrellas verdes provocan en nuestra verja.
Te cojo en brazos.
Es muy tarde.
Las campanas tediosas badajean su hora.
El poder de una vela nos hace flotar en el espejo.
Es aquí. en este fluido, donde tu y yo nos conocemos,
En este halo radiante que parece respirar
Y deja que nuestras sombras se mustien
Tan sólo para avivarlas
Y agrandarlas de nuevo: violentos gigantes en la pared.
Prendo una cerilla y, de pronto, vuelve a ser real.
Al principio la vela se niega a florecer:
Recorta su brote hasta reducirlo
Casi nada, a un penoso fiasco azul.
Contengo el aliento hasta que estallas a la vida,
Mi pequeño y furioso
Erizo ovillado. El cuchillo amarillo
Crece a lo alto. Tú te aferras a tus barrotes.
Mi canción te hace rugir.
Te acuno como una barca, yendo de un lado a otro
Sobre la alfombra india, sobre el suelo helado,
Mientras el hombre de latón
Se arrodilla, encorvado, todo cuanto puede,
Alzando su pilar blanco con esa luz
Que mantiene a raya el cielo, ¡el ataque de la negrura
Que está por doquier, acercándose, acercándose!
Ese pequeño atlas cobrizo te pertenece:
Es todo cuanto tienes, tu pobre herencia. Ese titán de juguete,
Sin esposa ni hijos, con cinco balas de cañón apiladas a sus pies.
¡Cinco balas! ¡Cinco brillantes balas de latón!
Para que tú hagas malabarismos con ellas, cariño,
Cuando el cielo se derrumbe.
24 de octubre de 1962
("trianarts", trad. joán abeleira)
jueves, 13 de febrero de 2020
Jesús López Pacheco (1930/1997 )
Poeta
Poeta es el que asume seriamente
algún dolor de todos.
El que hace de dolor y vida
belleza nueva
para que sirva de esperanza a los mejores.
Poeta es el que puede alegremente
hacer de la verdad belleza necesaria.
("voar fora asa")
Poeta es el que asume seriamente
algún dolor de todos.
El que hace de dolor y vida
belleza nueva
para que sirva de esperanza a los mejores.
Poeta es el que puede alegremente
hacer de la verdad belleza necesaria.
("voar fora asa")
miércoles, 12 de febrero de 2020
Ocean Vuong (1988 )
foto hampster
DetoNación
Hay un chiste que termina en — ah?
Es la bomba diciendo aquí está tu padre
Ahora aquí está tu padre dentro
de tus pulmones. Mira cuán liviana
es la tierra después.
Tan solo escribir la palabra padre
es tallar una porción del día
de una página con el brillo de una bomba
Hay suficiente luz para ahogarse
pero nunca para entrar en los huesos
y permanecer. No te quedes aquí, dijo, mi muchacho
roto por los nombres de las flores. No llores
nunca más. Entonces corrí dentro de la noche.
La noche: mi sombra crece
hacia mi padre.
Umbral
En el cuerpo, donde todo tiene un precio,
yo era un mendigo. Arrodillado,
miraba por la cerradura, no
al hombre duchándose, sino a la lluvia
que lo cubría: cuerdas de guitarra cortándose
sobre sus hombros redondos
Estaba cantando, es por eso
que lo recuerdo. Su voz—
me llenaba profundamente
como un esqueleto. Incluso mi nombre
arrodillado dentro de mí, pedía
absolución.
Estaba cantando. Es todo lo que recuerdo.
Pues en el cuerpo, donde todo tiene un precio,
yo estaba vivo, no conocía
una razón mejor.
Esa mañana, mi padre se detuvo
—un potro negro inmóvil en el aguacero—
buscaba mi respiración apretada
trás la puerta. Yo no sabía que el costo
de entrar a una canción – era perder
el camino de vuelta
Así que entré. Así que perdí.
Perdí todo con mis ojos
bien abiertos.
("jamster", traducción francisco cardemil
lunes, 10 de febrero de 2020
Juan Tovar (1941/2020 )
ilustración j. mortiz
Epílogo: Ismael
II
Madrigada sucia. Mujeres en las ventanas
y congregados enfrente aguardan la voz de la diosa,
pero esos labios duros hace mucho que no se abren
y también su canto propio han olvidado.
Erecto junto a la puerta vi a mi príncipe salvaje
y su piel brillaba como la plata.
No me reconoció. Hablamos en falso
y cuando dije el vocablo de barbarie que lo llama
disolvió su sangre, se escondió en mi sueño
y fue toda forma que jamás me recordó la suya
en los años que tuvimos de no vernos
pero ninguna más cierta, y al fin
tornó pesaroso, lepra su blancura:
no sé de qué me conozcas, soy lo que ves aquí.
Y en el mesón donde comimos caldo de almeja
hallé arponeros de pulso tembloroso;
las lámparas soltaban humo negro,
no la fragancia de aceite de esperma.
Qué cantáis en lo alto de los mástiles,
qué recuento de aventuras desentume en vuestra boca el
aguardiente.
¿Es vuestra única vida saquear el amor del fuego?
Decid, marinos, ¿conocéis el mar?
Los perros lamieron la sangre y se echaron junto al surco
y ahora, hermano, nos ven transcurrir:
mírame, me conoces, somos los ahogados en la línea
ecuatrorial,
los que hacia el vórtice descendimos
siguiendo a nuestro señor -
menguó la luz cintilante
y todo se fue quedando quieto
y mucho tiempo después tocamos fondo.
Y no moriríamos.
("el lugar del corazón", editorial joaquín mortiz, méxico, 1974)
domingo, 9 de febrero de 2020
Daniel Montoly (1968 )
foto en facebook
Cadáver exquisito
se deshizo
de su chamarra de cuero negro
y echándose
en el sofá, empezó
a contar
las monedas acumuladas
por su madre
en el otro extremo
de la sala, los sepultureros
empezaron
a preparar el cadáver
apresurados
mas
él aún no sabe qué hacer
con el poema
(del muro fb del autor)
sábado, 8 de febrero de 2020
Alicia Ostriker (1937 )
En toda vida
En toda vida hay un momento o dos,
en que el yo desaparece, la herida cruel
toma el control, y después otra vez
por momentos estamos llenos de cielo
o de pájaros
o simplemente del té con azúcar que quedó sobre la mesa
dijo la anciana
Sé a lo que te referís en cuanto
a las epifanías dijo el tulipán
por ejemplo un cielo despejado de abril
el acercamiento de una mariposa
con respecto a la desaparición del yo
no
todavía no lo experimenté
Están creando distinciones
que no existen en la realidad
donde “yo” y “no yo” son como la sal
en el océano, la nube en el cielo
el oxígeno en el fuego
dijo el perro filosófico
rascándose las bolas abajo de la mesa.
("revista altazor", versión sandra toro)
En toda vida hay un momento o dos,
en que el yo desaparece, la herida cruel
toma el control, y después otra vez
por momentos estamos llenos de cielo
o de pájaros
o simplemente del té con azúcar que quedó sobre la mesa
dijo la anciana
Sé a lo que te referís en cuanto
a las epifanías dijo el tulipán
por ejemplo un cielo despejado de abril
el acercamiento de una mariposa
con respecto a la desaparición del yo
no
todavía no lo experimenté
Están creando distinciones
que no existen en la realidad
donde “yo” y “no yo” son como la sal
en el océano, la nube en el cielo
el oxígeno en el fuego
dijo el perro filosófico
rascándose las bolas abajo de la mesa.
("revista altazor", versión sandra toro)
viernes, 7 de febrero de 2020
E. Ethelbert Miller (1950 )
Cena
Cené esta noche con un viejo amigo.
Hablamos de
cosas sin importancia
como
cuánto disfrutamos la primavera,
las locuras que hicimos
cuando éramos más jóvenes,
de lo que nos gustaría hacer
cuando estemos viejos.
Reímos juntos.
Tratamos de no sentir lástima el uno por el otro.
Mi amigo es un ser muy solo.
No hubo necesidad de tocar ese tema.
("endirectoguaviare")
Cené esta noche con un viejo amigo.
Hablamos de
cosas sin importancia
como
cuánto disfrutamos la primavera,
las locuras que hicimos
cuando éramos más jóvenes,
de lo que nos gustaría hacer
cuando estemos viejos.
Reímos juntos.
Tratamos de no sentir lástima el uno por el otro.
Mi amigo es un ser muy solo.
No hubo necesidad de tocar ese tema.
("endirectoguaviare")
jueves, 6 de febrero de 2020
Begoña Abad (1952 )
Me levanto...
Me levanto y agradezco la ducha,
por eso uso un poco menos de agua,
es mi oferta diaria a los que no la tienen.
Me siento en mi mesa
y agradezco el pan de cada día,
por eso freno mi apetito,
es mi contribución en el reparto más justo.
Me acerco a mi trabajo como si fuera un templo,
en él mantengo la conciencia de mi fortuna,
por los que lo buscan desesperadamente.
Cuando anochece me doy cuenta
de que todo lo hago
para ahorrarme un par de diazepanes,
no me engaño…
("sureando")
miércoles, 5 de febrero de 2020
Carmen Berenguer (1946 )
Afuera los llampos
Marcial lamento de las horas
transito por un rostro
sin marcas ni pliegues
simulando tus labios
ese gesto
Los ojos vueltos
en el viento escrito: Ondas
La mar pues bramando: Llama
al ojo que le sonríe
por el ojo que dice
al otro ojo
porque los ojos fueron sacados
mamita
para que nunca vieran
("poemas del alma")
Marcial lamento de las horas
transito por un rostro
sin marcas ni pliegues
simulando tus labios
ese gesto
Los ojos vueltos
en el viento escrito: Ondas
La mar pues bramando: Llama
al ojo que le sonríe
por el ojo que dice
al otro ojo
porque los ojos fueron sacados
mamita
para que nunca vieran
("poemas del alma")
martes, 4 de febrero de 2020
Begoña Abad (1952 )
Escribir
Lejos de la excelencia y de la moda,
de los cánones aburridos y tristes,
escribo en sus márgenes
desvergonzadas verdades que recojo
en los bazares del pueblo,
en los lugares donde la gente se desnuda
borracha de injusticia y de asco
hasta dejarse las vergüenzas al aire.
Porque escribir me salva.
("sureando")
domingo, 2 de febrero de 2020
Uriel Martínez (1950 )
foto de eriko stark
Parvadas
nos preparamos para la muerte
como quien se prepara un té
de barbitúricos;
escanciamos agua del pozo
en gargantas como aquel
que se cocina un brebaje
de noche;
escuchamos el vuelo de lechuzas
como parvada de premoniciones
que anuncian un viaje;
no descansamos de nadie
porque nadie nos arrebata
el privilegio del veneno;
de la oreja de la tristeza,
la amargura de un zapato
perdido, sin agujetas;
así nos lleve Pifas
de paseo no dejamos
el canto, enjambres
de dicha.
(Inédito)