lunes, 27 de julio de 2015
Elsa Cross (1946 )
Bacantes
VI
Emigramos a los bosques
como ascetas,
a un rigor destemplado.
Y otra locura hacía presa de esos cuerpos sin carne,
los ojos agrandados,
las mejillas hundidas.
Tensó la cuerda hasta romperla.
Su mente volaba como un pájaro.
Se iba a la punta de los árboles
a esperar la salida del sol.
Pero ella quedaba abajo,
unía a esos mundos florecientes su cuerpo seco.
Fría sal de madrugada en el pico de los gorriones.
Veía colibríes, mariposas sin nombre como encajes.
Furias de muerte la nutrían.
Oía trompetas en el aire,
gritaba hasta quedarse muda.
A punto de matar,
a punto de cegarse,
y los gorriones cruzaban el cielo como si nada.
El mundo seguía igual.
Sólo su mente vagaba como rata por escondrijos,
revolvía en la chimenea las cenizas.
Y luego se remontaba.
Perdía el rostro del tiempo.
La hacía caminar por las murallas de ciudades sitiadas,
la hacía gritar desde una hoguera,
la hacía cantar vistiendo sayales rugosos
o frecuentar cafés miserables bajo la nieve de París,
pianos tropezando en un vals desafinado.
Los cuerpos se consumían.
Gritaba profecías bajo el sol,
oía salmos,
maldecía y su saliva secaba las plantas,
su pensamiento podía fulminar.
Y sin embargo veía esos pájaros amarillos,
emigrados del norte.
Cantaban posados en una rama,
se hacían el amor.
Y ella deliraba, insomne,
y dentro de su mente
otra mente observaba como un ojo.
Y ella volaba en busca de su amado.
Nos volvíamos ciervos,
cruzábamos los bosques como flechas.
("espirales, poemas escogidos 1965-1999", unam, méxico, 2000)
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