sábado, 20 de julio de 2013

JUAN LUIS

Cuántos profesores conoces que bautizaron a sus hijos con nombres de personajes literarios entrañables (Pausa) Yo conozco un friego, claro que no sé de ninguno que le haya escogido a su hija el nombre de Madame Bovary, quizá para no marcarle el destino o condenarla a una suerte desdichada: ella se suicida y la sepultan en un cajón de paredes dobles.

Pues bien, la semana pasada, era mediodía, yo iba a cruzar la calle en dirección a la Plaza del Vivac. Pero vi que en la banqueta me esperaba un conocido, que siempre vive odiseas del siguiente tenor: fíjate que me robaron un centenario y un billete de 500 pesos que recién los había conseguido; una variante: acabo de perder cinco piezas dentales y tengo que recoger una placa para sustituirlos; pero no me alcanza el presupuesto; y hoy tengo que viajar a Torreón. Por eso decidí seguir mi camino por la acera en que iba.

Este conocido se aparece y desaparece del paisaje urbano sin que uno se dé cuenta. Con todo y eso, un día me hizo la observación atinada en el sentido de que economizo al expresarme sin dejar la ironía y el cuchillito de palo. Quizá por esa razón, la penúltima vez que vi a Juan Luis, él iba en una dirección y yo en la contraria. Nos vimos de una acera a la otra y me sonrió. Le correspondí a la sonrisa y con un movimiento de mano le dije "Cuélale" y yo proseguí mi camino.

J.L. es de esas personas que de una forma inexorable empiezan a "descomponerse": primero es el desaseo visible, luego el envejecimiento prematuro, después el desplazarse como si llevara el peso de sus sueños esfumados en el lomo; y el peso moral de cargarlos. Más adelante los conflictos legales con su empleo de profesor universitario con décadas perdidas, sin domicilio fijo, con el distanciamiento definitivo de la familia, las noches acaso tormentosas bajo el consumo de alcohol y, me late, algunos estupefacientes, etcétera.

Sin embargo, con todo y que perdió muchas expectativas de vida, intuyo que alguna vez vivió la ilusión de tener una descendencia luminosa: una de sus hijas, me consta, lleva el nombre de Úrsula Amaranta, como un personaje memorable de Gabriel García Márquez, el colombiano.

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