lunes, 8 de julio de 2013

Aira y Piglia no existen


Federico Guzmán Rubio quiere sonar polémico y dice que la literatura argentina no tiene novelistas. “No los tiene. Dime uno, uno solo, nómbralo, dilo”, pide en un bar del centro de Madrid. ¿Manuel Puig? “Oye, para eso veo una mala telenovela de las cinco de la tarde. Vamos. No hay un solo novelista, no lo hay, ni uno, vamos, dime uno, vamos, dilo”, reclama él, en medio de la pista del Morocco, un bar a pocas cuadras de la sede de la editorial Lengua de Trapo, donde publicó Será mañana, mientras suena un tema de Nacho Vegas. ¿Juan José Saer? “Eso es nouveau roman, no sirve, ya está hecho, vamos, dime uno: no hay grandes novelistas argentinos”, repite Guzmán Rubio, escritor mexicano claramente obsesionado con la ¡falta de novelistas en la literatura argentina! “Es como yo digo”, dice Guzmán Rubio, “no hay ningún Mario Vargas Llosa en la literatura argentina, no hay ninguna novela total”. Y se le podría mencionar a Cortázar, a Pauls, a Roberto Arlt, pero en ese punto, entonces, lo único que queda es darle una palmadita en la espalda y apartarse para comprobar que su espíritu necesita modelos reconocibles que le brinden cierta seguridad a su idea de la literatura. O de la novela, un género que muta hacia lo irreconocible.


(nota de Diego Erlan, sitio "revista ñ", Clarín.)

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