Sábado en la noche,
a la intemperie, nadie.
Sábado en la tarde,
en la esquina, ni un alma.
Sábado en la mañana,
muy temprano, el silencio.
Madrugada anterior, frío
en las puertas, barro en las tapias.
En las arterias de la semana:
una gota de suero, una gasa olvidada.
Suturas latentes, cicatrices que suben
hasta el límite de ojos, nariz y garganta.
Una criatura olvidada a su suerte,
una forma secreta de arrebato, en el quicio
el sahumerio, una brasa en la boca.
Palmas de hojas alternas, termitas obstinadas
en horadar oídos, callados silencios.
Cuando tengas ganas de morir, muere aunque sea un segundo, luego resucita tres segundos después, renovada, otra...aunque seas la misma sombre luminosa
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