domingo, 26 de agosto de 2012

POEMA DEL NUNCA

Las cortinas que me regaló
margarita dan a mi alcoba
el aire tenue y quieto
del suicida que se desangra.
Las persianas que recibí
el viernes de guadalupe
tienen en el cuarto de invitados
el toque cálido de quien espera huésped.
La estufa de gas a cuatro
quemadores espera paciente
la mano que permita
la propagación sutil del elemento.
El cobertor que me entregaste
en vísperas del frío pasado
cumplió ya su ciclo; lo recibirá
el ropavejero que va por la periferia
de tu sombra y la mía, nunca encontradas.
En sus pliegues conserva un área
reservada a tus desmanes
que nunca, en vida, quisiste
cumplir, como era el deseo
de ambos, lentos, apagados, inertes.

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