domingo, 20 de noviembre de 2011

Daniel Sada, autor de La divina comedia

¿Qué olor lo lleva a la infancia?

La comida china. En Mexicali, Baja California, donde nací, comí más comida china que mexicana...

¿Con qué defecto suyo ha sido más persistente?

La inseguridad ha sido mi divisa. Corrijo demasiado mis textos.

¿En qué no cree?

En los políticos y su maravilloso arte de mentir. Cuando descubro a un político honesto y veraz, siento que la realidad se ha burlado de mí.

¿Bajo qué circunstancias mataría a alguien?

Nunca me he visto en la necesidad de matar a alguien, pero si lo hiciera sería en las circunstancias más impensadas. Tal vez lo haría como una broma o como un equívoco.

¿Qué titular le gustaría leer en un diario?

Nueva York se quedó a oscuras por falta de luz.

¿Quiénes son sus escritores favoritos?

Dante, Cervantes y Shakespeare, en ese orden.

¿Cuál es su mayor miedo?

No tener dinero.

¿Con qué figura histórica se identifica?

Lawrence de Arabia.

¿Cuál es su estado mental más común?

La introspección.

¿En qué ocasiones miente?

Cuando no quiero ofender a alguien.

¿A qué persona viva admira?Admiro a las personas bondadosas e inteligentes. Siempre son muy pocas.

¿Cuándo y dónde ha sido más feliz?

Cuando estoy ante una verdadera obra de arte mi espíritu descansa. El lugar no importa. El efecto de una maravilla me dura semanas, también meses y hasta años.

¿Qué libro le habría gustado escribir?

La divina comedia, pero en versos dactílicos y trocaicos, como fue concebida.

¿Cuál es su héroe de ficción favorito?

El Quijote tiene todas las aristas del idealismo que más admiro. Además, esta novela es la mejor de todas las épocas y de todas las lenguas.

¿Cómo le gustaría morir?

En mi cama y sin el más mínimo sufrimiento. Además, me gustaría morir totalmente confundido.


(Mientras vivió en Torreón, Coahuila, Sada se apasionaba memorizando los nombres de los ejidos que escuchaba mencionar: Charcos de Riza, Solima, Ahedo, Pamplona, etcétera, quizá le llamaba la atención la eufonía, la aparente ortografía equivocada, la cadencia; lo cierto es que hay un puñado grande de poblados con nombres importados de España. Por él supe de la existencia del grupo de música Los Lobos. Recomendaba la lectura de Knut Hamsun. Quizá el deseo de morir confundido  resultó profético pues falleció sedado, sin enterarse que recibiría un reconocimiento póstumo. Entrevista reproducida del diario chileno La Tercera. Autor: Roberto Careaga C.

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