jueves, 6 de octubre de 2011

Tomas Tranströmer (1931)

Gogol

El saco roído como una manada de lobos.
La cara como una lasca de mármol.
Está sentado entre sus cartas
en el soto que susurra
escarnio y errores,
sí, el corazón sopla como un papel sobre los pasajes
inhóspitos.
Ya el ocaso avanza a hurtadillas
como un zorro sobre este país,
pega fuego a la hierba en un minuto.
El espacio está lleno de cuernos y pezuñas
y abajo se desliza como sombra entre las fincas
alumbradas de mi padre.

Petersburgo a la misma altitud que la derrota
(¿viste a la hermosa en la torre inclinada?)
y en barrios cubiertos de hielo
vaga aún como imán el pobre hombre en su capa.
Y aquí, envuelto en cuaresmas, está èl,
antes rodeado de las tropas de la risa
que se fue hace tiempo a las regiones más distantes
que los árboles-fronteras.
La mesa tambaleante de hombres
¡Mira hacia fuera como la oscuridad fija con fuego
una vía láctea de almas!
¡Carro de fuego que se va del país!


(texto tomado de la Antología del Primer Festival Internacional de Poesía, Morelia, 1981, ed. Joaquín Mortiz, 1a. ed., 1982, col. Confrontaciones/ Los poetas. Traducción de Homero Aridjis y Pierre Zekeli.)

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