viernes, 24 de septiembre de 2010

CONSTANTINO CAVAFIS (1863- 1933)

Dos poemas

Recuerda, cuerpo...

Cuerpo, recuerda no sólo cuánto te amaron,
no sólo los lechos sobre los que yaciste,
sino también aquellos deseos
que brillaban abiertamente dentro de los ojos,
que temblaban dentro de la voz, por ti; aunque
algún obstáculo imprevisto los frustró.
Ahora que ya todo se encuentra en el pasado,
casi parece que te hubieras entregado
a esos deseos: cómo brillaban,
recuerda, dentro de los ojos que te miraban,
cómo temblaban dentro de la voz, por ti,
recuerda, cuerpo.
1918


El espejo del vestíbulo

La residencia tenía en el vestíbulo
un espejo enorme, muy antiguo,
comprado unos ochenta años atrás.

Un joven bellísimo, empleado de un sastre
(y los domingos, atleta aficionado)
se presentó con un paquete. Hizo entrega de él
a alguien de la casa, que tomándolo entró
en busca del recibo. El empeado del sastre
se quedó solo, esperando.
Se acercó al espejo y mirándose
se arregló la corbata. Cinco minutos más tarde
le llevaron el recibo. Lo tomó y se fue.

Pero el espejo antiguo, que había visto
durante su dilatada existencia
miles de objetos y de rostros,
ese espejo antiguo ahora se alegraba
y se enorgullecía de haber capturado en su superficie,
por breves instantes, la belleza perfecta.
1930


(textos tomados de  Cinco poetas neohelénicos,
UAEM, Toluca, México, 1981, trad. Carmen Chuaqui.)

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