La belleza
a.
Desperté con el cielo adentro
alguien lo derramó mientras dormía
me gustaría saber quién, o al menos cómo.
Por eso no te llamo
porque no se puede hablar
con el cielo así todo incrustado.
Al abrir los ojos
empieza a brotar celeste
como cascadas
y el lagrimal se rompe:
no duele tanto pero sabes -tú sí sabes.
Nadie quiere deshacerse del cielo tras habérselo bebido
entero.
b.
La última palabra de mi madre fue un aullido.
Sostuve su cabeza con mis manos
y rompí el cascarón de su frente, para que pudiera irse.
Ella se quedó ahí observando
cómo el reloj seguía el mismo baile
de esa mañana cuando el mismo cuadro,
colgado en la pared, se movía con el viento.
Abrí con mis dientes la herida
para que saliera volando.
("leepoesia")
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