miércoles, 5 de agosto de 2020

Alicia Meza

¡Mira! Los pájaros


¡Mira! Los pájaros
fundan un jardín lejano bajo el ojo de la tarde.
La tierra muestra todos sus tejidos,
     sus mejores tributos, y tú
tienes prisa por las franjas de Heliodoro y almandina.
     Tus sueños,
      en demasiadas rocas,
       en tanta tierra antigua.

¡Señor, cuánta hermosura!
¿Qué sabes tú del aire entre los árboles?
¿Qué sabes tú del aire que siempre huye
     y te deja así,
     tambaleante?
¡Marinero de todos los santos!
Le silbas a la cólera del oleaje, le rezas
     con antiguos relicarios, antes
de encallar sobre la pulpa abierta  de la tarde.

Habían pasado unos cuantos años y tus rodillas,
ah en la tibia ceremonia bajo el guayabo,
eran motivo de insulto pero también de canto.

Pasa un pájaro rico en plumaje
     y con él
un sueño suntuoso de verdes bosques de jade;
una mujer que llega
y te dice: "cúbrete el rostro".
     Después el viento,
     la lluvia, 
     un largo viaje, pero el sol
     está abajo, y los hombres
     buscan asilo de noche.

¡Señor, cuánta hermosura!
Las mujeres morenas caen de los cielos
Bajo los tilos bordan el vuelo del día.
     De oriente vienen los jades,
     y la tintura
     es gloria y fama de un rey de Egipto.

Ya no hay pájaros.
Sólo quedas tú al morir la tarde.


("la jornada semanal", no. 20, 29 de octubre 1989)

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