domingo, 12 de julio de 2020
Uriel Martínez (1950 )
"santa muerte", desinformémonos
Fase 3 (parte 13)
1
-¿Por qué no usas cubrebocas, si hay pandemia?
Porque, me contestó mi amigo indígena, no quiero llamar a la enfermedad.
¿Vivimos en países paralelos? Cuál es el verdadero, cuál el real. En uno de esos mundos habitan aquellos que no creen en la pandemia, que quizá es una forma de negarla, de acotarla, de ponerle un dique. Es el universo de aquellos que se niegan a hospitalizarse, que ven el internamiento médico como la antesala donde te inyectarán la muerte; donde te esterilizarán la vida antes de volverte polvo inocuo. Ya muerto, te guardarán en una bolsa de hule irrompible y hermética antes de llevarte al horno crematorio (más moderno que los utilizados en Auschwitz), antes de entregarte a tu familia en una cajita como las de Olinalá. No, todo eso es ajeno a mis usos y costumbres que vienen de edades remotas, consagradas por mis antepasados.
De dónde proviene la violencia contra enfermeras (os) y médicos (as), que han sido agredidos con café caliente, de dónde surge la negativa de viajar a un lado de ellos en el transporte público, de dónde la negación de atender la urgencia de un traslado en taxi -ya para volver a casa, ya para ir a última hora al hospital, al nosocomio, al asilo-; de dónde surge la fuerza de unos y otros para resistir jornadas laborales de doce horas o más, a cambio de un fanatismo sordo, ciego e irracional. Estúpido y primitivo.
-"Yo me niego a someterme a la luz infrarroja del termómetro en el súper, el café o donde lo tengan. Ya sea que lo apliquen en la frente, el cuello o en el dorso de la mano. Me mata las neuronas, las células y me provoca cáncer. Eso es cosa del Diablo." Creencia popular en tiempos de Covid19 en Dogville.
2
Escribo, Paolo, para valorar el trabajo de las limpiadoras que renuevan el hospital y el ruido de la orina.
Para los delicados y sorprendentes celadores, las voladoras cocineras, los peluqueros ágiles, los dóciles suplentes.
Para las enfermeras azules de la eternidad y sus ayudantes, los médicos humildes.
Para los estudiantes que vienen a devorar la enfermedad con su infantil y entusiasmado volumen de primero.
Para la misericordia y la paciencia, escribo.
Para declarar que el olor de los medicamentos y las deyecciones precipitan las tragedias.
Para los trasplantados, los locos, los quemados, los absortos en el estrabismo de la muerte.
Querido niño azul, yo escribo para los animales que trabajan en el ovillo de la hierba y nunca acaban de vagar por el animalario.
Y sobre todo, sobre todos los seres de este mundo, yo escribo para él, tú ya lo sabes, para él, que se ha ido en esta primavera y se ha llevado todo mi derrumbado diccionario de la medicina.
isla correyero
3
"Hay un hedor a muerte por las calles de la ciudad. Caminé muchas horas, rehuyendo de la cercanía de la gente, y del transporte público. Cerca de las doce ya estaba en Iztapalapa. La vecindad donde vivía mi viejo maestro está cerca del Cerro de la Estrella, me puse un tapabocas nuevo, y seguí andando. Muchas casas tienen un moño negro en las puertas, los perros me miran hambrientos., Los árboles de capulín, pirul y zapote prieto están tristes. Quiero regresarme, la pandemia aquí se siente en todas partes, cuando pasé por la quesería de Doña Carmen, en la puerta, una mujer envuelta en un rebozo, sin ojos en sus cuencas, sin dientes y labios descarnados, avanzó unos pasos : Buenos días señor Aristeo, ! lo estaba esperando."
aristeo jiménez
4
En la semana se fue de mis manos al suelo un cenicero de barro, se rompió. Con el recogedor y la escoba china limpié tepalcates y esquirlas. Más tarde, quizá por un instinto de esoteria, intuí el pequeño percance como un llamado de mi inconsciente: "Modera el consumo de tabaco, Uriel" La Pandemia me ha acentuado tics y manías: la ingesta de alcohol, el internet, el desaseo, la abulia, la siesta sistemática, el carácter sombrío, la inconstancia en las lecturas, el brinco de un libro impreso a otro. Cuando le conté el incidente a un universitario, preguntó: "Fue voluntario o accidental lo del cenicero roto".
-Fue accidental, le respondí.
-Habría sido más rotundo si lo estrellas contra la pared, me dijo. Necesitas moderar el consumo de tabaco.
5
Voces de la Pandemia:
a) El coronavirus es invento de los gobiernos del mundo para imponer un nuevo orden mundial.
Respuesta: ¿así se acabarán los pobres, la hambruna, la sed?
b) En los hospitales te extraen el líquido de rodillas para ofertarlo en el "mercado negro".
R: ¿Ya se consigue en Mercado Libre?
c) Las antenas 5G emiten señal para debilitarte y enfermarte del virus.
R: Lo mismo se dijo en su momento del horno de microondas, el uso del móvil, la exposición prolongada ante el televisor y de las canciones de Gloria Trevi y Cri-Crí (que escuchadas a la inversa eran invocaciones al Diablo).
d) Las fumigaciones de agua negras y pantanos para combatir mosquitos transmisores del dengue (aedes aegypti) y las fumigaciones contra el Covid19 son para propagar el coronavirus entre los pueblos pobres.
R: ¿Esto explica los intentos de linchamiento de empleados comisionados a prevenir plagas en el sureste mexicano (Chiapas)?
e) El termómetro de rayos infrarrojos que te ponen en la frente (tercer ojo) te matan las neuronas.
R: ¿Alguna vez tuviste más de una neurona; o las agotaste en Woodstock o Avándaro?
La explicación a tanta jalada, tanta mentira, tanto mito, tanta confusión, ¿tiene su raíz en la proliferación de sectas -entre las etnias de pueblos como Oaxaca, Tabasco, Campeche, Quintana Roo- y gran parte del centro y norte de México?
La veneración a la Santa Muerte, surgida en el siglo XIX entre los mineros del centro-norte, misma que ha cobrado auge a raíz del imperio del narcotráfico, ¿tiene que ver con este esoterismo popular?
Dogville junio-julio 2020
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