domingo, 29 de septiembre de 2019

Uriel Martínez (1950 )

El taxi



Me gritó Espérate, no te mueras
pero ya cargaba mis maletas
rumbo a ninguna parte. No
me podía detener ni apartarme.

Luego, aunque seguí escuchando
esa y otras súplicas: Papá,
Nos haces falta, No te mueras,
cada vez fueron más inaudibles.

Así seguí, con la cabeza
gacha y los oídos taponados,
yo esperaba al cura y sus
trebejos santos.

Pero nunca llegó. En la esquina
tomé el taxi que ya me esperaba.



{Inédito}

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