miércoles, 18 de septiembre de 2019

Elvira Hernánez (1951 )

1.


El amanecer anuncia el arribo a Quotidianía
pero yo vuelvo al aire
Un pequeño remezón da cuenta que tocamos tierra
pero yo vuelvo al aire
El capitán ordena próximo desembarco
y me evado en bolsones de aire
Los altavoces llaman a los rezagados por ultima vez
-entonces me desvisto-
no entrego mi cuota a Quotidianía
vuelvo al punto de partida - el aire-

y me deshago.



2

Por un rato me quedé en la Cantina Incolora
Vacié mis carteras en el mostrador
Los manojos de llaves no me hablaban del Cielo
Y el espejo taciturno me puso a penas
junto a un microcanthus strigatus
En todos los rincones se escondían dientes con coronas
Devotos de San Cristóbal y micreros bellas personas
Por mi cuerpo arteriado subía un tropel de algodones
Por la vena porta el estribillo de la tarde
Calada con una visera de reina normanda
Mi cabeza daba vueltas hasta detenerse en el número 32
Allí la Desgracia se había fugado con el Lavautos.



3
¿Dónde vi ese rostro?
ese entramado espectacular de cejas alcohólicas
esas venas desaguando en la yugular como represas
ese gesto de ave con plumas de siquiátrico
díganme mandíbulas oxidadas de mi memoria
cual erupción nos arrojó juntos al lado izquierdo
dónde estuvimos cara a cara o regateando
dónde ese gran fragor de huesos bloqueados por muslos
en qué país chupando de mi labio leporino
cercanos a qué homicidio nos miramos con los ojos cerrados
al tiempo que el olvido blandía su cimitarra
y por los suelos rodaban las hidras del temor o el placer.


("uchile")

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