lunes, 25 de febrero de 2019

Irene Sánchez Carrón (1967)

Desde la ventana de un café



La muchacha que espera para cruzar la calle
se cubre de la lluvia con un fular de seda.
Los jóvenes detestan los paraguas,
se dejan olvidados los abrigos,
no escuchan los pronósticos del tiempo.

El hombre que le ofrece cortésmente refugio
bajo un paraguas negro
es más alto que ella
y se parece un poco a los pulcros actores
de los años cincuenta.

A través del cristal miro cómo se miran,
cómo sonríe ella bajo el paraguas negro
mientras nerviosamente
se sacude las gotas del pelo y de la cara.

El hombre le sonríe con ternura.

Gracias. Es usted muy amable,
dirá probablemente ella.
No hay de qué,
dirá el hombre con voz grave y atenta.
Este tiempo es tan impredecible,
tan pronto llueve,
tan pronto luce el sol.

Sonríen y se miran,
se alisa el pelo ella,
baja el paraguas él
y lo inclina hacia un lado.

Cuando cambia el semáforo
miro cómo atraviesan la avenida,
cómo el brazo de ella roza ligeramente
la gabardina gris del hombre del paraguas,
cómo ellos, los dos desconocidos,
acompasan el ritmo de sus pasos
sobre el asfalto húmedo
mientras la lluvia cae a cámara muy lenta
y el café de mi taza se va quedando frío.

Al llegar a la acera se paran un instante.

Intento descifrar sus últimas palabras.

Grabo en mi corazón sus últimas miradas.

Ella entra en el café
y él se pierde a lo lejos,
mientras yo, conmovida,
regreso a mi periódico.


("la mirada del lobo")

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