jueves, 24 de enero de 2019

Ana Ilce Gómez (1944/2017 )

De sombras y soles incendiada



Cuando yo era una muchacha de cabellos al viento,
ojo descubriendo apenas el borde
de la luz de la mañana,
de labios romos y diente no afilado
por el dolor de las palabras.

Cuando mis pies sólo sabían de las calles
polvorientas de mi pueblo,
y mi corazón como un río detenido
se asomaba a la vida
y la miraba allá lejos deslizarse,
correr entre los hombres, apretujarse amorosa
contra el tiempo,
o subir a los árboles
desde donde caía lentamente como un pájaro ahogado
sobre los grandes charcos de la tarde.

Cuando mi edad era tan sólo una palabra,
un invierno debatiéndose triunfante
contra el moho,
y en mi pecho no había más cabida
sino para un amor tranquilo como el agua
tranquila de los pozos.

Entonces no presentía en mí la mano que comenzaba
a dibujar el canto,
ni el pie desesperado trazando surcos de vida
para el hombre,
ni a esta mujer que hoy soy,
de sombras y soles incendiada, sitiada
por el fuego del amor,
ulcerada por la pasión de la Palabra.


("la mirada del lobo")

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