domingo, 27 de mayo de 2018
Patricia Vázquez (1985 )
Lubricantes o la Atlántida sumergida
En La poesía de Uriel Martínez encontramos El no, quizá, nada o acaso, son destellos que llaman nuestra vista a través de la lectura de sus poemas.
Lubricantes nos lleva por espacios ahora idílicos, como es el caso de Atlántida que para su existencia aplica también el no, quizá, nada o acaso. Es decir, no existió Atlántida, quizá existió Atlántida, acaso existió la isla o nada de Atlántida.
¿Es Atlántida un reflejo de los poemas de Uriel Martínez? Lo es, y en ese reflejo encontramos además de los adverbios de duda o posibilidad, la nostalgia por la presencia del otro. La espera por el cuerpo de un hombre que algunas veces estuvo en la cama, "no sé, algunas madrugadas, unas cuantas" y después se fue aunque eso no -necesariamente -quiera decir el olvido.
La voz poética se aleja lo suficiente para darnos a conocer de una manera exacta y cuidada a un testigo de las cosas que fueron sucediendo a través del tiempo y las noches. Y ojo, este darnos a conocer información no nos remite necesariamente a la añoranza, es como la persona que se encuentra en el lobby de un hotel con un rostro estoico, no muestra sorpresa ante el tráfico sonrojado y nervioso de habitantes en la ducha.
Lubricantes se divide en 7 partes: I. Noche no te vayas, II. Paisajes, III. Fukushima, IV. Escenarios, V il poveretto, VI. Los ninis y VII. Mujeres rabiosas. De estos, en el tercer apartado, Fukushima, se habla evidentemente del abandono, de la gente joven que es obligada a irse de esta capital/prefectura de Japón, para evitar - si es posible- el contacto con materiales radioactivos. Los ancianos y los abuelos deciden quedarse, porque tienen 75 años y con enfermedades crónicas o bien 85 años y se queda porque quiere ser fiel a sus ancestros o al álbum fotográfico heredado por sus ancestros.
En este apartado III todos tienen una sentencia de muerte; incluso los que abandonan Fukushima, también los que se quedan.
Atlántida pudo haber sido una isla donde ahora se encuentra Santorini, en Grecia y en Lubricantes encontramos una atmósfera que da espacio a las auras, chamanes, búhos, lechuzas, aves de mal agüero, la salamandra que duele en todo el cuerpo, maletas y el hospedaje en habitaciones cerca del centro histórico.
Lubricantes es sin duda, una invitación al reconocimiento de la nostalgia, el sentimiento por lo que no está pero ya tampoco se añora. Un repaso por ciertos encuentros que de no ser por su carácter exacto podrían ser accidentes "Esos que andan por los tapancos de la noche como gato espinado ya no viven aquí. Pero no lo saben."
¿Son los poemas de Lubricantes un llamado hacia algo que no existe o por lo menos hacia alguien que ya no está presente? De entre los versos de diferentes poemas podemos extraer algunos que se transforman en un llamado. Entre los medicamentos, las huidas y ausencias hay una voz que busca a alguien que no encuentra "Durante algún tiempo consulté / horóscopos, vísceras, vuelos, / horarios, rutas, caminos. / Pero no aparecías". Así es como termina el poema "Durante mucho tiempo" del apartado IV titulado "Escenarios".
No sabemos si Atlántida existió, como tampoco conoceremos con certeza si Lubricantes llama a uno o a varios individuos. Lo que sí nos queda claro, es que -como lectores- es innegable sucumbir a dicho llamado de la nostalgia y los recuerdos, y de pronto nos vemos "desde estos barrotes" llamando a la persona que adentro, podría estar como la isla que existió y desapareció "junto con sus ejércitos rivales, "en un solo día y una noche terrible".
texto leído el 17 de mayo en el marco del Festival de la Diversidad Sexual en la bóveda de la Ciudadela del Arte en la ciudad de Zacatecas.
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