miércoles, 16 de agosto de 2017

Nira Etchenique (1926/2005 )

Aquí me tienes


Aquí me tienes. ¿Recuerdas…? Así te dije.

No tienes que tomarme porque tuya soy desde hace siglos.

Desde el primer hombre y la primera mujer.
Nuestra historia no empieza…
¡Si los años lo saben de hace tanto…!

La escribimos nosotros; sí, nosotros;
otra carne, otra luz, otra distancia,
pero tu alma y la mía siempre fueron.
Tuya soy; desde el aire y la tumba, tuya soy;
desde el soplo primero de la vida
hasta el poderoso misterio de la nada.

No tienes que tomarme;
estoy en ti como puedes estarlo tú en ti mismo;
así estoy, porque existes, simplemente…

Lo nuestro no comienza…
con el primer latido de la tierra
mi piel y mi sueño fueron tuyos,
y heredados a través de los paisajes,
modelados por los siglos,
por las piedras durísimas y tristes de las horas,
aquí están…

Aquí están, piel y sueño de tu piel y sueño;
aquí están, en la arteria vital de tu silencio
y en el canto socavado de tu sangre.

Aquí me tienes.
Tuya soy sin razones y sin gestos;
así, simplemente, porque siempre,

desde siglos y siglos tuya fui…

+++

Sin amor

Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
si sólo hubieras dibujado con tu mano cabal
la mansedumbre de mi cuerpo,
si me hubieras asaltado en silencio,
como el agua,
si hubieras venido a mí como un sonámbulo,
todo pulso, y calor, y piel, y lengua.

Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
esta noche
esta noche tan amarga
me sería más fácil caminarla.

Caminarla sin ti que estás mordido
como pan de vagabundo en la ventana,
caminarla sin ti, que te has herido
como pájaro de vientre prolongado.

Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
si sólo hubieras llegado con tu hoy
simple y rotundo como un cero
y nada más, y nada de tu ayer y tu castigo,
y tu culpa y tu viejo carro uncido.

Si me hubieras penetrado sin palabras,
sólo y único, en silencio, acorazado.
Si me hubieras medido con tu carne
con la boca afirmada a la moneda,
 si me hubieras logrado sin hablarme…

Si por lo menos
no hubieras dicho que me amabas,
si sólo hubieras descendido oscuro
y anónimo y feroz y enmudecido,
qué fácil caminar por esta noche
de ciudad dilatada en bocacalles.

 Qué fácil detenerse en las esquinas
y en las manos que juegan a ser rosas
sobre el límpido cristal de las vidrieras
¡Qué fácil el otoño y el olvido!


("poemas de amor"+ "no me quites paz")

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