La mesa servida
qué ventaja llevan sobre
nosotros nuestros muertos,
cuántos grafitos y cuadernos
hemos acumulado ante
la imposibilidad de mostrarlos,
de exhibirlos en sueños,
en recuerdos, en camas derruidas
cuántos silencios les debemos
a ellos, los fallecidos; cuántas
moscas se posaron sobre párpados
inertes, labios blancos, fríos,
mojados en ausencia
cuántos calendarios más
nos faltan para olvidarlos,
para no llevarlos al lado,
en la parte más secreta
de chamarras, camisas, abrigos
y botones perdidos
cuántos muertos en orden
alfabético siguen ahí, guardados
sin reposo, sin nosotros
con ellos, sin café, sin mesa,
no más con su silencio,
su ausencia tan querida.
Como cáncer presentido, adivinado,
acurrucados dormimos, los dedos
trenzados a la distancia;
sí, a la distancia, en aquella
luz que apenas titila.
[Inédito]
Qué tenemos en común con nuestros muertos...la vida
ResponderEliminarMe escribe un amigo allende el Océano:
ResponderEliminarOlvidar a los muertos. Dejarlos en paz. Tarea siempre pendiente de los vivos.
Le contesto: A veces son una losa pesada.