sábado, 27 de agosto de 2016
Billy Collins (1941 )
Pureza
Mi hora favorita para escribir es al final de la tarde
Los días de semana, particularmente los miércoles.
Así es como lo hago:
Llevo un cazo de té recién hecho a mi estudio
Y cierro la puerta.
Luego me quito la ropa y la coloco en una pila
Como si me hubiese derretido hasta morirme
Y mi único legado consistiese solamente
En una camisa, un par de pantalones
Y un cazo de té frío.
Entonces me quito la piel y la cuelgo de una silla.
La deslizo de mis huesos como una vestidura de seda.
Hago esto para que lo que escriba
Sea puro.
Completamente libre de lo carnal,
No contaminado por las preocupaciones del cuerpo.
Finalmente me quito cada uno de mis órganos
Y los organizo sobre una pequeña mesa junto a la ventana.
No quiero escuchar sus antiguos ritmos
Mientras trato de crear mi propio latido.
Ahora me siento ante el escritorio, listo para empezar.
Soy enteramente puro: nada más que un esqueleto
Ante la maquina de escribir.
En estas condiciones escribo extraordinarios poemas de amor;
La mayoría de ellos sobre la conexión entre el amor y la muerte.
Soy la concentración misma: existo en un universo
Donde no hay mas que sexo, muerte y escribir a máquina.
Después de un rato de esto
También me quito el pene.
Entonces solo soy cráneo y huesos
Escribiendo en la tarde.
Solo lo esencial, no hay adornos.
Ahora solo escribo sobre la muerte,
El más clásico de los temas
En un lenguaje tan liviano como el aire
Entre mis costillas.
Después, me recompenso con un paseo
Durante la puesta de sol.
Me coloco mis órganos y regreso a mi piel
Y ropas.
Entonces saco el carro del garaje
Y acelero entre bosques
Por serpenteantes caminos rurales,
Pasando muros de piedra, casas de campo
Y lagos congelados,
Todos perfectamente colocados
Como las palabras de un famoso soneto.
("revista ping pong", trad. giselle rodríguez cid)
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