Los cristales
la noche anterior presagiaba
tormenta, bajas temperaturas
y pies helados
la madrugada siguiente no
parecía distinta a las otras
ni posteriores a ti
pero llegó la mañana
y alguien comenzó a arrojarnos
granos de elote como escarchas
que callados golpearon cristales
de anteojos, bocas, oídos,
muros y ventanas
con un trapo sucio me di
a la tarea silenciosa de contemplarme
en el paisaje denso de vaho
hasta que en el último
cristal, el que describe
la caída, vi tu nombre
inscrito.
Esa poesía atrapa.
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