Yo me digo
Tengo en casa dos maletas,
una para viajes largos
y la otra para viajes
breves.
Una entra en los planes
de una semana de asueto
y la segunda para fines
relámpago.
La valija grande se
asemeja a mi cuerpo
donde acomodo ropa limpia
y otros enseres.
Ambas contienen
compartimentos imaginarios,
sólo así empaco libros,
colirios e hilo dental.
Si es temporada de fiestas
tendrán espacio ánforas
de alcohol, serpentinas
y confetti, por ejemplo.
Habrá maletas con el equilibrio
exacto, el peso justo, la armonía
de colores, pero hay también
otras para el derrumbe.
Estas últimas permanecen
por temporadas oscuras
en rincones húmedos,
olvidadas.
A veces cuerpos y equipaje
coinciden en golpes de suerte
para giras de largo aliento,
pero no es frecuente.
Me escribió un amigo desde hace algunos años:
ResponderEliminarSiempre pensé que habías nacido en el 53, con razón tus poemas son tan serenos, sin pretensiones vanas, a ras de tierra, buscando el prodigio doméstico; en fin, me seguiré asomando a "Los lavaderos" para ver qué extrañezas cotidianas me sorprenden... En cierta ocasión, después de una plática de Sánchez Amaral, en casa de Juan José Oliver, Bruno dijo algo en lo que todos estuvimos de inmediato de acuerdo (tal fue la empatía): "este mezcal sabe a ceniza", sugirieron sonrisas de Julián Gómez y de salud toda la noche... Gracias y suerte.