miércoles, 23 de septiembre de 2015

Omitsu Yoshida (1902/1987 )



Cortarme las uñas


Llevo cortándome las uñas mucho tiempo.
Los dos dedos pequeños, en especial, muy lentamente,
tullidos, embutidos en delgados zapatitos de adolescente.


Me he cepillado los dientes tras cada comida
estoy pensando - en cincuenta años, esto será más que los
muchos tankas que escribió Akiko Yosano.


Con mi peine de madera de naranjo que una amiga compró
a una mujer maya de México me peino el pelo,
siempre largo, frente al espejo, si voy a salir.


He dejado de maquillarme la cara. Sólo el restriego diario.


De alguna manera puedo controlar lo externo,
pero lo que ocurre en mi interior es sólo cosa de adivinos,


De costumbre, son tres comidas,
comenzando por un desayuno de tostadas y té rojo.
Inclino la cabeza ante el estómago y los intestinos
que desmenuzan la diaria y abundante riqueza de ingredientes.


No sólo las comidas, también los brindis con los amigos invitados,
las celebraciones y despedidas, casi nunca tengo resaca,
gracias a mi hígado de hierro.


Y, una o dos veces cada noche, siguiendo la luz de mi linterna
hasta el cobertizo, mis queridos riñones hacen su turno de noche.


Por supuesto, hay que mencionar el corazón, en cuyo honor
junto mis manos cada día, porque si deja de latir,
ya no hace falta cortarse las uñas.


("apología de la luz", s/c al traductor)

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