Amuletos
Para cambiar mi destino, aprendí a
testerear la giba de los deformes;
Para romper la simetría de un cuerpo,
concebí un seno extirpado;
Para evitar las visitas malsanas,
coloqué detrás de la puerta escobas;
En la parte superior del quicio
colgué una herradura mohosa;
Evité los martes y los viernes trece
el paso detrás de escaleras;
Pasé dedos de seda por el lomo
de gatos negros, por la piel de alcatraces;
Me compré, al fin, armas de doble filo,
venenos importados, amuletos, máscaras
africanas. Y me senté a esperar.
Anónimo me dice:
ResponderEliminarien, estimado, de eso se trata... o como dijo don Guillermo Shakespeare:
That is the question...
(Esto va a cuento de su poema, maestro.)
Anónimo comunica:
ResponderEliminarQué belleza de versos: "Pasé dedos de seda por el lomo!
de gatos negros, por la piel de alcatraces."
Esta poesía de supersticiones tiene su verdad en la belleza. Gracias por compartirla, Uriel. Puse el link en Twitter