domingo, 23 de agosto de 2015

Nilton Santiago (1979 )

Tejemanejes


Acabo de leerte un poema que ha centrifugado el pensamiento de un par de osos hormigueros
y los ha dejado muy mal parados, ya sabes, que sólo aspiran
a ser conserjes en los zoológicos o simples banqueros de caracoles marinos
y que no son trigo limpio. Como siempre tú te das por aludida
y, además de mandarme a dormir entre los escombros del sofá cama,
te has puesto a llorar, para ser exactos, 100 mil gotas de lavavajillas
como si quisieses sacarle la raíz cuadrada a tus aterciopeladas lágrimas.
Este no es un poema matemático ni tus pechos son dos terrones de uranio empobrecido
claro, hablo sin conocimiento de causa
pero sí que sé que tus muslos comulgan con mis labios cada año bisiesto
y que, cuando te duchas, todo el planeta se queda –por momentos- sin agua de mar.
Un cartero me acaba de traer una camionada de letras ilegibles
y me ha dado tu recado: que me vaya a tomar por saco y que te devuelva
todas las risas que me has dado y que, según tú, retengo de mala manera
bajo un pisapapeles.
Nuestro amor ha durado lo que dura la ingestión de 100 mililitros de jarabe lunar
o, lo que es lo mismo, ha sido más corto que el latido de un colibrí en aprietos.
Es cierto, tampoco soy yo trigo limpio y también soy culpable
de utilizar nuestras lágrimas como monedas de curso legal en los zoológicos
así que nada de quejas ni cucharadas de besos para las anginas de la soledad.
Todo esto que digo aquí lo acabo de leer en la portada de un periódico gratuito
que me ha salido más caro que reparar mi corazón en un restaurante para obispos,
esto pasa cuando se está más solo que el número 1 en un reloj de arena
y ya no hay ninguna minotaura que te pueda aplaudir las gracias. C’est la vie,

a veces, cuando está a solas con la Luna, también el pobre perro duda que es un perro.


("el poeta ocasional")

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