martes, 23 de diciembre de 2014

Charles Simic (1938 )

Escobas
1
Sólo las escobas
saben que el diablo
aún existe,
que la nieve se pone más blanca
después de que un cuervo la sobrevuela,
que un rincón polvoriento y oscuro
es el lugar de los soñadores y los niños,
que una escoba es también un árbol
en el huerto del pobre,
que una cucaracha colgando allí
es una paloma enmudecida.
2
Las escobas aparecen en los libros de sueños
como presagios de una muerte que se aproxima.
Esa es su vida secreta.
En público se portan como solteronas de senos aplanados
predicando la virtud.
Son enemigas juradas de la poesía lírica
Acompañan al carcelero en la prisión.
Entran a la celda a oír confesiones.
Cuando menos lo esperas
Su estaca te golpea.
Y a solas, detrás de la puerta
de un conventillo condenado,
le susurran a nadie en particular
palabras como virgen viento eclipse de luna,
y el más sagrado de todos los nombres:
Hieronymous Bosch.
3
De ésta y no de otra manera
fue construida la primera escoba ancestral:
Es decir, arrancaron todas las flechas
de la espalda encorvada de San Sebastián.
Las ataron con la cuerda
con la que Judas se colgó.
Las metieron en el zanco
con el que Copérnico
tocó la estrella de la mañana...
Sólo entonces la escoba estuvo lista
para dejar el monasterio.
El polvo le dio la bienvenida;
ese gran pornógrafo
quiso inmediatamente
mirar bajo su falda.
4
La enseñanza secreta de las escobas
excluye el optimismo, el consuelo
de la pereza, los milagros asombrosos
de un vaso de aguardiente añeja.
Ella dice: los huesos acaban bajo la mesa
Las migas tienen sus opiniones propias.
La leche es el semen de ya sabes quién.
El ratón tiene el último chillido.
En cuanto a las famosas teorías
de la levitación, te sugiero recordar:
Sólo hay un Dios
y su profeta es Mahoma
5
Finalmente está tu abuela
barriendo el polvo del siglo diecinueve
e introduciéndolo en el veinte, y tu abuelo arrancando
una paja de la escoba para escarbarse los dientes.
Largas noches de invierno.
Amaneceres con milenios de profundidad.
Ventanas de cocina como cabezas
vendadas por el dolor de muelas.
La escoba barriendo detrás de ellos,
juntando los brillantes granos de polvo
en nítidas pirámides
que llevan tumbas adentro,
ya saqueadas por ladrones,
hace mucho, mucho tiempo.

(fuente: "marcelo leites",traducción de Guillermo Teodoro Schuster y Juan Carlos Prieto Cané)

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