miércoles, 9 de julio de 2014

Edgar Lee Masters, poeta

Walter Simmons

Mis padres creyeron que yo sería
tan grande como Emerson o incluso más:
ya que de chico hacía globos
y barriletes maravillosos y juguetitos con relojes
y pequeñas locomotoras que andaban sobre rieles
y teléfonos con latas e hilo.
Tocaba la corneta y pintaba cuadros,
hacía maquetas de arcilla e hice el rol
del villano en “Octoroon”.
Pero a los veintiuno me casé
y tuve que vivir y así, para vivir,
aprendí el oficio de hacer relojes
y trabajé en la joyería de la cuadra,
pensando, pensando, pensando, pensando-
no en los negocios sino en la locomotora
para cuya construcción había estudiado cálculo.
Y todo Spoon River miraba y esperaba
para verla andar, pero nunca anduvo.
Y unas pocas buenas almas creyeron que mi genio
estaba de algún modo tapado por el negocio.
No fue así. La verdad era ésta:
no me daba la cabeza.


(fuente: "hasta donde llega la voz", versión de Tom Maver)

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