Las encías
Ya no me sangran las encías
ni me late un alien en los ojos,
tampoco la nariz me pide vitamina C.
Esta noche el flujo nasal
ha cerrado al fin el grifo
que dejaste suelto.
Por fin vino el cerrajero
y ajustó la puerta cerrada
a golpes de martillo.
Esta tarde el hacha dejó
de cubrir de humo las paredes
a su vez cubiertas de raso.
Sobre las ventanas dibujé
con cinta adhesiva cruces
y conjuros escritos en lengua muerta.
He desinfectado los vasos
la letrina el espejo y mi piel,
aunque tu halo permanece.
Genial, como siempre, Uriel.
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