Sin amarras
De noche, como un mar presentido,
mi cuerpo se desgaja en olas
que tenues acarician indiferentes
peñascos, húmeda arena.
En el sueño, mi organismo
recobra su temperatura ambiente,
la humedad original, la sangre
propicia de mi especie.
De madrugada, uñas adentro
mi sed deja el espanto,
sin amarras las aristas de mis poros
asumen la quietud primigenia.
Antes del alba la cárcel
que me contiene es un cristal
moldeado con la armonía
del caracol y una concha cóncava, sucesiva.
En la palma de mi mano,
al despertar, conservo rastros
de tus belfos sedientos,
temblorosos de nuevo, como mis poros.
(fuente: "arquitrave", no.54, enero-abril 2014)
Uriel:
ResponderEliminarGracias por compartir tu poética.
Saludos
María de Jesús Salazar