domingo, 2 de marzo de 2014

LOS DOBLECES DEL DÍA

Esta vez las sábanas aletearon
al sol y al viento
como libélulas de verano.

De los tres pares que conservo
son las más antiguas, más
luidas, casi transparentes.

Ya tarde, en la noche,
las traigo a casa
y las conservo en dobleces perfectos.

Les paso por el rostro
las palmas, los dedos,
los mapas marinos de mis años.

Las plancho de otro modo
aunque se empeñan
y conservan su verdadera edad,
la fecha de nacimiento.

A su modo son felices
pues se ajustan a mis noches,
a las madrugadas cuando
sueño lobos, mastines o serpientes.

No piden tregua ni esperan
remiendos en los remiendos.
Son sábanas que velan a mis muertos.

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