sábado, 14 de diciembre de 2013
Mascha Kaléko (1907/1975 )
Carta desde una tierra vehemente
Desde esta tierra extrema yo te escribo
a la sombra de un árbol que ayer aún no estaba
pues aquí crece todo de repente.
Apenas surge un plan, ya se ha cumplido.
Demasiado vehemente es nuestra tierra.
Yo no sé bien si tú
podrías adaptarte a este clima,
admito que yo misma con frecuencia lo temo.
Quema el sol como cólera encendida,
y él madura el grano, tuesta el grano
a su gusto. No puede una fiarse:
hoy representa amor, mañana odio.
A partir de una nada, de una fuente,
nace de pronto un río que veloz
inunda el campo todo entero
y de nuevo decrece en un instante.
Aquello que deseas se cumple sin demora,
pues los deseos tienen un poder evidente
-no deseo maldades, menos mal,
se metería una si no en un mar de sangre-.
Tú miras con deseo a una mujer
y así ya eres un hombre
y tu deseo engendra un hijo.
Es aquí cada cual igual que el viento,
que esparce sus semillas sin tiempo a preguntar
si han echado raíces.
Observas con cariño alguna estrella
y entonces brilla y te obedece
y lleva tu talento a su apogeo.
Te colma hasta tal punto de venturas
que te corta el aliento. ¡Vente ya!
Sé mi invitado. Aunque es difícil
adaptarse, a aquel que lo consigue
le salta el corazón y se le rompe.
(texto tomado del blog "otra iglesia es imposible", trad. Inmaculada Moreno.)
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