lunes, 1 de julio de 2013

Argentina: Eloísa cartonera de lujo

“Muchachos heterosexuales, como una vez fui yo, conozcan las dualidades del mundo moderno, el lado florido de la calle Florida. La sierpe que crece en un cuello varonil, lámanla. El quesito que se junta en el prepucio y el tronco, bésenlo. Y después sigan persiguiendo a las mujeres. Vuelvan a ellas como a los brazos de una madre, pero sólo después de probar un varón. Sólo después de frotarse con un toro, con olor enloquecedor a huevos y a mierda”, dice Cucurto en “El hombre polar regresa a Stuttgart”, 2010, Vox. Para los que se quedaron con la primera imagen del negro cumbianchero que habla de tickis y dominicanas, puede parecerles raro que Cucurto le escriba a otro hombre. No es el único poema gay-queer; casi toda su obra lo es. La tercera parte de ese libro son poemas homoeróticos, pornos y de amor entre machos. “Carlitos” termina diciendo: “Yo tenía 8 y vos 14, y me rompiste el culo”. No sólo en su obra poética se mete de lleno en el género, en el cuento “Paraguayito de mi corazón” dos machos bailan cumbia y mientras uno deja a su novia para ir al baño, se produce un encuentro amoroso en los mingitorios. Con la cooperativa editorial Eloísa Cartonera (Premio Holanda 2012), desde sus inicios, hace más de 10 años, publica rarezas latinoamericanas de temática gay-queer inéditas en la Argentina, con alto contenido literario. Quizás otra sorpresa para los que, con el prejuicio del desconocimiento, identifican los libros hechos con cartón de bajo costo con baja calidad; nos encontramos con cuidadosas traducciones de Cecilia Palmeiro como El queso del quechua (edición bilingüe), de Glauco Mattoso, un famoso poeta y activista político latinoamericano, nacido en San Pablo en 1951. En Brasil fue uno de los artistas queer alternativos más interesantes de la década del ’70. Publicó obras notables, traducidas a varios idiomas, pero inexistente para el público argentino-
latinoamericano. Entre sus obras más reconocidas se destacan Apocrypho Apocalypse, 1975, Jornal Dobrabil, 1977, Memorias de um Pueteiro, 1982, Delirios líricos, 2004. En El queso del quechua, despliega la historia erótica de un brasileño que se enamora de los pies callosos de un peruano. El erotismo llega a lo porno con un nivel de tensión que estremece, donde no faltan la ironía y el humor. “Mi lengua parecía una esponja, refregando de aquí para allá, hasta remover toda la capa de humedad y la costra de mugre. Baño es la palabra correcta para decir lo que hice con ese pie, principalmente en el medio de los dedos.” Las antiestéticas, dice Palmeiro en el prólogo, que Glauco construye en su producción, articulan un debate sobre las condiciones de posibilidad de la vanguardia. Y su relación con los movimientos de resistencia cultural, como el activismo gay y la poesía marginal, nos permiten reflexionar sobre el modo en que la literatura ensaya salidas de su esfera autónoma para intervenir socialmente en la mutación de la subjetividad. En el prólogo de El tachero de mi vida (Aventuras sexuales por la ciudad) de Ernesto Camilli, Cucurto dice: “Lleno de poesía, nos enseña a disfrutar de la masculinidad del hombre simple, del trabajador callejero, del obrero, del futbolista anónimo, pero amado”. Masturbación, de Cuqui, publicado en el 2005, es la original historia de Pijota y Masturbación, con metáforas sexuales, sentimentales y contradicciones humanas, se termina con una amistad ininterrumpida. Otros libros de temática gay-queer que recoge el catálogo de Eloísa Cartonera son Pendejo, de Gabriela Bejerman. Evita vive, de Néstor Perlongher, Aún soltera, de Dani Umpi, La guerra de las mariconas, de Copi (estuvo en el catálogo y fue sacado por derechos), Bésame de nuevo, de Pedro Lemebel.
¿Qué necesidad tenían de hacer un catálogo exclusivo para lo gay? “Porque es una literatura interesante y está bueno difundirla. Tiene otros valores y otra mirada del mundo. Produce cambios.” ¿Pensás que todavía no tiene un lugar propio? “Hay mucho, pero no se difunde abiertamente con un catálogo propio. Nosotros llegamos a un montón de público, que no es necesariamente gay, es de todo tipo; y por eso está bueno. Por eso decidimos sacarlo por la carto. Ayuda a difundir. Además no hay editoriales de literatura gay, más que la de Mariano Blatt (De Parado) por la que también va a salir la antología en formato digital. Después, no hay nada resaltado, hay títulos escondidos, tenés que averiguarlos. Masturbación, de Cuqui, no salió mucho por el título, me confiesa.” Cuando le pregunto si no se le ocurrió cambiarlo para llegar a más público, su voz parece un trueno. “Noooo. ¿Cómo le voy a cambiar el título? Todo tipo de público compra libros cartoneros: mamás, viejas, maestras jardineras. Me gusta llegar a esa gente y no cerrarnos en literatos o en nosotros mismos. Por eso también vendemos los libros tan baratos, 3 por 20 pesos. ¿Y qué es, puntualmente, lo que te gusta de la literatura gay o queer? “Me gusta la literatura deforme, lo border. Está bueno que la literatura te caliente, y eso no pasa siempre.” Sobre el próximo libro que sale en unos días, Cucurto nos contó: “Es una antología de cuentos gay-trash donde ponemos textos que no son comunes. No hay muchos. Me gustan los raros, como Mattoso que tiene poemas donde habla de la coprofagia, es decir de la mierda. Quedó afuera Reinaldo Arenas, que me encanta porque tiene una sexualidad infinita, incansable, inagotable. Hay una anécdota que cuenta César Aira. Un día fue a dar una charla a una universidad y estaba Reinaldo Arenas en el estrado, peló la pija parada y la gente salía espantada”.


(entrevista de Facundo R. Soto en el sitio "soy", Página/12.)

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