jueves, 20 de junio de 2013

Rayuela de pie

"Me propongo empezar por el final, y mandar al lector a que busque en diferentes partes del libro, como en la guía del teléfono, mediante un sistema de remisiones que será la tortura del pobre imprentero... si semejante libro encuentra editor, cosa que dudo". Con estas palabras, Julio Cortázar ponía en antecedentes a su buen amigo Jean Barnabé sobre lo que tenía entre manos.
 Un artefacto literario llamado Rayuela que no sólo encontró editor, sino que fue un poco más allá y cambió la historia de la literatura hasta el punto de que todavía hoy —cincuenta años después de su primera edición— se sigue conmemorando su publicación. Para tal efecto, la editorial Alfaguara publica una edición limitada con un apéndice donde Cortázar mismo cuenta la historia del libro.
Con la ambición literaria de quien pretendía destripar la novela clásica y la humildad necesaria de quien sólo andaba jugando con la escritura, Cortázar fue capaz de encarnar con Rayuela un momento epifánico: negar lo que entendemos por real. Por medio de una novedosa e intrincada estructura que permitía tres lecturas diferentes -una tradicional, otra propuesta por el autor y una última a gusto de consumidor- el autor supo modificar la habitual actitud pasiva del lector frente a la obra y lo convertía en parte activa, crítica.
"Tendría que ser hoy más actual que nunca, para confrontar la estúpida realidad que nos ha tocado"
Como explica Julio Ortega, catedrático de Literatura Latinoamericana de la Universidad de Brown, "Rayuela rompe con los límites de la realidad en el lenguaje y proyecta un espacio de invención que nos descubre, más humanos por más libres. Tendría que ser hoy más actual que nunca, para confrontar la estúpida realidad que nos ha tocado con goce, humor, rabia y pasión".
Según Ortega, el juego literario-callejero de Cortázar cambia también la visión del ciudadano, lo reconcilia con la urbe, muestra, en definitiva, "una visión del ciudadano no como mero homo faber sino como homo ludens capaz de hacer de la ciudad un espacio afectivo. Hoy que la ciudad ha sido tomada por el Estado y es un mercado de la corrupción y la violencia, el juego de Rayuela tiene futuro".

Ruptura e inconformismo

 Fue el mismo Cortázar quien señaló en 1963, cuando era él el que cumplía 50 años y acababa de publicar su Rayuela, que era una novela para la gente de su edad. Falló en el pronóstico y fueron los lectores más jóvenes los que hicieron de este libro un fenómeno viral que, medio siglo después, sigue su curso.
"Creo que lo que ha envejecido es el público, un público que se ha ido haciendo más acomodaticio, más razonable, pero su secreto sigue siendo la apuesta por la búsqueda existencial y formal, por la ruptura y el inconformismo, puede que a costa de la esperada perfección", explica Nieves Vázquez, doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Cádiz.
Y en esa búsqueda radica su principal legado. Un testigo que recoge, por ejemplo, Roberto Bolaño, uno de sus más avezados aprendices. Según Vázquez, "a pesar de la sonada frase de Vila-Matas sobre Los detectives salvajes como el ‘carpetazo' a Rayuela, la obra del chileno es buena muestra del lugar que sigue ocupando esta obra en el canon contemporáneo, un referente indiscutible, sobre todo en español, pero, eso sí, inimitable".


(nota de J. Losa en el sitio "público".)

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