sábado, 11 de mayo de 2013

Deporte y mariquitas

“Me llamo Guy Hocquenghem. Tengo 25 años.” Así comenzaba el artículo de Le Nouvel Observateur del 10 de enero de 1972 destinado a ser histórico para el movimiento gay de Francia. En él, un joven de cabellos castaños rizados, un intelectual parisino de una belleza angelical, llegaba a decir: “Yo soy un homo como ellos dicen”, y proclamaba que había llegado el tiempo de la revolución de los homosexuales.
De manera similar parece empezar este otro artículo, también con pretensiones de pasar a la posteridad, de la revista Sports Illustrated que salió a la venta el 6 de mayo, pero que ya había salido a la luz en la versión web a partir del 29 de abril. En él, el deportista Jason Collins lanza al público una carta abierta afirmando: “Soy un pivote NBA, de 34 años, soy negro y soy gay”, convirtiéndose así en el primer atleta de elite de Estados Unidos, activo y con intenciones de seguir en el mundo del deporte en salir del closet. “He llegado a ese momento en la vida en el que puedo hacer lo que quiera. Y lo que quiero es seguir jugando al baloncesto. Todavía amo este juego y tengo cosas que ofrecer. Mis entrenadores y compañeros lo reconocen. Al mismo tiempo quiero ser genuino, auténtico y verdadero.”
Aunque lejos de los sueños en donde la liberación sexual vendría de la mano de la revolución que propugnaba Hocquenghem, el gesto de Collins constituye un acto de valentía que aporta a la lucha de las diversidades sexuales en un escenario que constituye uno de los últimos tabúes de expresión: el deporte masculino.
El camino ha sido más lento y más arduo en estos universos exclusivamente masculinos, es decir de hombres sin mujeres, en donde la homosexualidad es particularmente rechazada porque constituye el límite a la homosociabilidad y al afecto entre machos. No olvidemos que hace diez años, Passarella dijo que no permitiría un jugador gay en un equipo que él dirigiera. O que hace tan sólo siete años, el seleccionador de fútbol Carlos Alberto Parreira aseguró que en su opinión un jugador homosexual no sería convocado para una selección brasileña. Y que en términos similares se expresó el ex seleccionador de Uruguay, Jorge Fossatti, al ser preguntado sobre si toleraría a un jugador homosexual en su equipo: “Creo que un jugador homosexual no debe estar en una plantilla profesional, existen determinadas normas que deben ser resguardadas. Para mí, un futbolista homosexual sería un transgresor entre hombres”. O que, finalmente, en 2010, el jugador de fútbol francés Yoann Lemaire fuera expulsado del club amateur FC Chooz tras confesar su homosexualidad con la excusa de que lo estaban protegiendo de las burlas de sus compañeros, entre tantos ejemplos.
Desde ya es celebrable y alimenta la fantasía de muchos que una bestia humana de dos metros y trece centímetros y 115 kilos y encima negra confiese que el uso de sus placeres está dirigido a personas de su mismo sexo (lo de confesarse negra es sin duda un acto de extravagancia), pero además brinda mucha esperanza que la confesión pueda constituir un ejemplo y pueda aliviar la vida de otros tantos deportistas que sufrieron históricamente la experiencia de vivir una sexualidad diferente en estos lugares donde particularmente parece ponerse en juego la masculinidad hegemónica.
La marca gay friendly
Los baños entre compañeros de deporte han dado pie tanto a incontables chistes homofóbicos, así como han alimentado las fantasías del homoerotismo. Asimismo, las imágenes de deportistas en los vestuarios o bajo las duchas han sido particularmente exploradas por el mundo de la publicidad tan pronto para vender jabones como shorts de baños o ropa deportiva. Desde hace años muy particularmente, Nike ha captado el potencial gay y ha lanzado con bombos y platillos su apoyo a las causas Lgtbi: una de las últimas estrategias ha sido contratar a Rick Welts, ex presidente de los Phoenix Suns y actual de los Golden State Warriors, quien en 2011 salió del closet por medio de una carta publicada en The New York Times. En este sentido, hace unos pocos días, Nike manifestó su decisión de querer esponsorizar al primer deportista famoso fuera del armario. Evidentemente ya hemos visto varios deportistas fuera del armario, pero todavía tiene que llegar el momento en el que alguien que esté en primera línea en algún deporte de masas admita su homosexualidad. Hasta ahora.
Curiosamente, hace unos pocos años, Nike en Estados Unidos decidió quitar unos anuncios de las zapatillas de básquet Hyperdunk, considerados homófobos y racistas. Los carteles y afiches publicitarios de las Hyperdunk que mostraban la cara de un jugador de básquet entre las piernas (directo a las partes íntimas) de un oponente en pleno salto que está, supuestamente, encestando el balón sobre él. La publicidad impresa está acompañada del texto “That ain’t right” (“No es correcto”), lo que ha sido considerado un contenido ofensivo hacia gays y hacia los afroamericanos.
Collins tiene contrato con la marca Nike, que emitió un comunicado tras la declaración del basquetbolista: “Jason (Collins) es un atleta de Nike. Somos una compañía comprometida con la diversidad y la inclusión”. Quizá de esta manera Nike compense con ambas comunidades los pecados del pasado.


(¿Te imaginas a algún comentarista de Televisa o de TvAzteca a punto de salir del clóset? Yo no. Te imaginas a uno con fama de golpeador de mujeres y misógino que dice: "La golpee porque no tiene pene."? ¿Imaginas a un escritor fanático del balompié, Juan Villoro, con la confesión: "estuve enamorado de Maradona"? Yo tampoco. Nota de Adrián Melo calcada del sitio "soy", Clarín, Bs.As.)

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