jueves, 4 de octubre de 2012

Ledo Ivo (1924 )

 

Los murciélagos

Los murciélagos se esconden entre las cornisas
del almacén. ¿Pero dónde se esconden los hombres,
que vuelan en lo oscuro toda su vida,
chocando con las blancas paredes del amor?

La casa de nuestro padre estaba llena de murciélagos
pendientes, como luminarias, de las viejas vigas
que sustentaban el tejado amenazado por las lluvias.
"Estos hijos chupan sangre", suspiraba mi padre.

¿Qué hombre tirará la primera piedra a ese mamífero
que, como él, se nutre con la sangre de los otros bichos
(¡hermano mío! ¡hermano mío!) y, comunitario, reclama
el sudor de su prójimo hasta en la oscuridad?

En el halo de un seno joven como la noche
se esconde el hombre; en su almohada, en la luz de un farol
el hombre guarda las doradas monedas de su amor.
Pero el murciélago, durmiendo como un péndulo, sólo guarda
al día ofendido.

Al morir, nuestro padre nos dejó (a mis ocho hermanos y a mí)
su casa donde la noche llovía por las tejas rotas.
Levantamos la hipoteca y conservamos los murciélagos.
Y en nuestras paredes se debaten: ciegos como nosotros.

(texto tomado de "Clave, revista de poesía y cultura" en línea. Traducción: Ángel Crespo)

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