viernes, 28 de septiembre de 2012

Hambruna en sierra de Chihuahua

La hambruna y las enfermedades que desencadenó este mes en la Sierra de Guadalupe y Calvo cobraron la vida de una niña rarámuri el pasado lunes y mantienen hasta este viernes en la agonía a otros cuatro menores en el Hospital General de Chihuahua capital.

Cuatro niños indígenas más en condiciones de desnutrición y deshidratación se encuentran hospitalizados en la cabecera municipal de Guachochi. Su condición también es grave.

La niña, de la etnia tarahumara, que falleció a consecuencia de una gastroenteritis aguda, bronconeumonía, desnutrición y paro respiratorio en el hospital de Guadalupe y Calvo, fue identificada como Susana Merichi Ramos, de dos años de edad.

Según información proporcionada a El Diario por Jesús Rivera, misionero de la Iglesia Bautista de Parral, que trasladó en su vehículo particular a al menos 10 de los niños más graves por desnutrición, desde la comunidad de Cumbre del Durazno hasta la cabecera municipal, para que recibieran atención médica de emergencia.

Hasta el cierre de esta edición las autoridades sanitarias en Chihuahua capital no habían realizado un reporte oficial y preciso de las condiciones de salud de los menores internados. Sólo confirmó el número de niños internados en el Hospital General: cuatro.

Cumbre del Durazno se ubica a ocho horas de trayecto de la cabecera municipal, en el ejido de Pino Gordo, entre la sierra más escarpada del estado cerca de la frontera con Sinaloa y Durango.

A pesar de los esfuerzos por preservarle la vida en el trayecto, Susana Merichi Ramos falleció el lunes por la tarde llegando al hospital de Guadalupe y Calvo, después de salir de Cumbre del Durazno alrededor de las 4 de la madrugada.

Dos niñas fueron trasladadas en una avioneta a Chihuahua capital para ser internadas de emergencia en el Hospital General, donde su estado de salud se reporta extraoficialmente como “reservado” por los especialistas que las atienden.

Una de estas menores está identificada como Francisca Rico Vicente, de dos años de edad. Por sus condiciones de desnutrición, Francisca pesa 8 kilogramos, describió Jesús Rivera, quien proporcionó fotografías a El Diario, donde se plasman las condiciones físicas adversas de los niños.

Otra menor permanece en la clínica de Guadalupe y Calvo “en recuperación”. Su nombre es Alicia Iglesias Aguirre, de 1 año y 10 meses de edad. Pesa 7 kilogramos.

“Cuando llegamos a la comunidad hace una semana encontramos a varios niños con desnutrición severa, diarrea, vómito y graves síntomas de deshidratación. Intentamos tratarlos con los medicamentos que llevamos comúnmente a esa población y pensamos que la situación se controlaría, pero las condiciones de hambruna en las que se encuentran por la falta de alimentos, agravó la condición de los menores. Tomamos mi camioneta y salimos de Cumbre del Durazno a las 4 de la mañana. Después de ocho horas de recorrido llegamos al mediodía a Guadalupe y Calvo, y de inmediato los internamos en el hospital, donde a pesar de que algunos niños estaban muy deshidratados, los dieron de alta”, relató el misionero cristiano.

Después de darlos de alta, refirió Jesús Rivera, los médicos y las enfermeras en Guadalupe y Calvo pidieron que los seis menores retornaran para recibir tratamiento, pues por la deshidratación corrían el riesgo de fallecer.

“En una camioneta iban de regreso a la sierra diez personas, seis niños entre ellas, que de inmediato fueron atendidos”.

En este punto, Jesús hace un paréntesis para destacar que el trato en el hospital en Guadalupe y Calvo “fue terrible. A los tarahumaras los tratan como animales, con prepotencia. El personal del hospital se creen que son los dueños del lugar”, manifestó.

Esta negligencia, dijo, pudo provocar que las condiciones de salud de al menos cuatro menores se agravara entre lunes y martes.

El martes por la mañana, el cadáver de Susana Merichi Ramos fue trasladado de regreso a Pino Gordo en una unidad de la Policía Municipal de Guadalupe y Calvo, donde fue sepultada.

Agregó que en Cumbre del Durazno hay decenas de enfermos de gastroenteritis, diarrea y vómito, “males que se están agravando porque no hay nada qué comer. Nada más lo que nosotros llevamos cada mes: granos, cereales y poco de leche”, apuntó.


(Hace unos meses se denunció en la prensa nacional que los tarahumaras, desesperados de ver a sus hijos que morían de hambre, se quitaban la vida al tirarse a los barrancos, llamada de atención que el gobernador de Chihuahua, desmintió. Pero la hambruna ahí está. Nota tomada del Diario de Juárez.)

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