domingo, 12 de agosto de 2012

Un lobo estepario llamado Hesse

Quien haya tenido la suerte de leer las novelas de Hermann Hesse en plena adolescencia no necesita ninguna explicación sobre la importancia de este escritor en la vida de tantos lectores. El 9 de agosto se cumplen 50 años de la muerte del autor suizo-alemán, cuya lectura resulta ideal para la etapa de la vida en la que uno comienza a chocarse con el rigor de las leyes y reglas no escritas de la sociedad adulta. En novelas como Demian (1919), El lobo estepario (1927) y Narciso y Goldmundo (1930) los protagonistas, de sensibilidades poéticas y atormentadas, se enfrentan en una lucha espiritual contra el conservadurismo del mundo que pretende domarlos. Tal vez por este mismo motivo –que lo convierte en un novelista tan identificado con los lectores jóvenes- el Premio Nobel de Literatura de 1946 sigue siendo autor subestimado y menospreciado en comparación con otros autores “serios” contemporáneos suyos como Thomas Mann o Stefan Zweig.
De hecho, en Alemania misma, la reputación de Hesse es ambigua. A pesar de tener 140 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, de los cuales sólo una sexta parte corresponde a las ediciones en alemán, es aún "desdeñado o mitificado en su patria", según el semanario alemán Der Spiegel, que dedica su actual edición a quien califica de "perturbador, buscador de sentidos, poeta y anarquista".
Sus títulos han sido traducidos a más de sesenta idiomas, aunque para ello fuera necesario superar varios obstáculos. El Lobo estepario, por ejemplo, fue retirado de las librerías estadounidenses por incitar a perversiones sexuales y al abuso de drogas, y en la extinta República Democrática alemana fue tachado oficialmente de "antisocial".
Educado en la más férrea tradición cristiana, atravesó una juventud turbulenta en la que amenazó incluso con el suicidio, se casó tres veces y trabajó como librero y mecánico de relojería, lo intentó todo aunque en realidad tenía claro cual era su futuro.
"Quiero ser escritor o nada", escribió a los 13 años, sólo tres después de haber dado forma a su primer cuento.
En 1898, publicó su primer libro de poemas, Canciones románticas, y meses más tarde, Una hora después de la medianoche. Ambos fracasaron y fueron pocos, como el poeta alemán Rainer Maria Rilke, los que detectaron su inusual talento.
En 1904 llegó Peter Camenzind (1904), un libro con el que inició su larga serie de "Bildungsroman” (novelas de formación ), en el que manifestaba su oposición a la creciente industrialización y urbanización de la vida.
A principios de siglo visitó Italia y poco después emprendió un viaje a la India en busca de sus raíces. Allí encontró la inspiración espiritual y religiosa que necesitaba para cambiar de estilo. Pero muchos de los rasgos iniciales permanecieron en toda su obra y volvieron a sentirse con fuerza en obras cumbre como El lobo estepario (1927) o Demian (1919).
Thomas Mann ya lo advirtió entonces. Libros como Demian tenían un "efecto electrizante" por la claridad con la que describían la grandes preguntas del ser humano.
Además de las novelas existencialistas, Hesse destacó también por su obra espiritual, con Siddharta (1922) como máximo exponente. Aquel trabajo proporcionaba una "medicina más eficaz que el Nuevo Testamento", según el novelista estadounidense Henry Miller.
Hesse ya era en esa década un referente moral, un abanderado de la lucha de los jóvenes contra las inamovibles estructuras y un defensor de los valores espirituales. Pero su verdadera fama sería póstuma, se haría esperar hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-45), en un momento en el que los jóvenes necesitaban más que nunca reorientación moral y espiritual.
De las novelas de Hesse se pueden extraer un sinfín de citas inspiradoras:
“Cada hombre es más que sí mismo. También representa lo único, el punto especial en el cual los fenómenos del mundo se cruzan, por una vez única, y nunca más.”
“Si odias a una persona, odias a algo en el que es parte de ti mismo. Lo que no es parte de nosotros no nos molesta.”
“Gente con coraje y carácter siempre parecen siniestros a los demás”
“La felicidad es un cómo, no un qué. Un talento, no un objeto.”

Icono de la contra cultura
La devoción por Hesse apareció a finales de los 60, inesperadamente en Estados Unidos, con la guerra de Vietnam. Los jóvenes pacifistas vieron en el escritor un hombre sincero y austero que se había opuesto hasta el final al belicismo y había defendido con garras la identidad personal y los valores humanos en una Europa teñida de sangre.
Y es que Hesse no llegó a luchar en la Primera Guerra Mundial (1914-18) al no ser declarado apto para el combate. Fue enviado a Berna como responsable de la librería de los prisioneros de guerra alemanes.
Y con el escenso de Adolf Hitler al poder en 1933, se opuso como pudo a la temida evolución de Alemania defendiendo a los autores judíos y opositores. Pero ya nadie se atrevía a publicar sus artículos. Desde 1937 su obra sólo podía adquirirse clandestinamente.
De aquella época quedó la novela El juego de los abalorios, impresa en 1943 en Suiza y por la que en buena parte, recibió el Nobel de Literatura.
Tras la guerra, Hesse prefirió callar. Se dedicó sobre todo a pintar, a escribir algunos relatos y poemas, pero sobre todo a responder cartas... A todos, admiradores, artistas, jóvenes talentos, soldados o adolescentes, les daba el mismo consejo, fiel a sus principios: "Escúchese a usted mismo, no siga ningún programa".


(Si no fuera temerario, se diría que Hermann Hesse fue el antecedente inmediato del viaje de The Beatles a la India, donde encontrarían otra "voz" que desembocaría en "My sweet lord" y otras rolas de corte místico, que a su vez influirían en la espiritualidad de más de una generación. Nota de Andrés Hax, agencias Efe y Dpa, tomada de "revistaeñe" en línea.)

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