lunes, 20 de junio de 2011

SICILIA, EL RAYO QUE NO CESA

Día 1 (4 de junio): DF-Cuernavaca-Morelia . Es viernes, pega el sol y Javier Sicilia viste sombrero, jeans y chaleco. Atiende a los medios poco antes de emprender los 3.400 kilómetros que hay desde el DF a Ciudad Juárez, siguiendo una macabra ruta de muertos y lágrimas. 14 autobuses, 25 coches y 180 organizaciones sociales le siguen. Hasta hace unos meses Sicilia era un intelectual más, dedicado a sus libros y sus clases en la universidad. Un poeta relativamente conocido y comprometido pero sin más activismo que sus columnas en el diario La Jornada y la revista Proceso . Hoy se ha convertido en la voz más contundente contra “la guerra de Calderón”. Es la piedra en el zapato en la recta final de un sangriento mandato que acumula 40.000 muertos en cinco años. La caravana sale hacia Cuernavaca. Las autoridades dicen que el 90% de las víctimas están relacionadas con el crimen organizado. Pero nadie se fía de las cifras y el número de inocentes no deja de crecer. Y cada vez mueren más niños, más adolescentes, más emigrantes y más gente como su hijo José Javier, que apareció atado, torturado y con un tiro en la cabeza en el baúl de un auto en Cuernavaca.
Día 2: Morelia (Michoacán)-Zacatecas . De Morelos a la verde Michoacán, tierra natal del presidente Felipe Calderón. Aquí el ‘narco’ controla policías, jueces, políticos y hasta la piratería. Aquí fue donde por primera vez se desplegó el ejército para hacer frente a los cárteles. Cientos de personas esperan en las calles para recordarle que aquí nació una guerra que no pidieron. “Le exigimos que pare su guerra y que se dedique a la única guerra que interesa a los mexicanos; contra el hambre y por la educación”, se escucha desde el atrio. En la radio se habla de un ataque con granadas y metralletas en Tamaulipas. Dejó dos muertos.
Día 3: San Luis Potosí, Zacatecas . Doscientas personas esperan en San Luis Potosí al poeta. Decepción entre los visitantes que creían que habría más gente pero sorpresa entre los lugareños que nunca habían visto a tanta gente llorando junta . Los testimonios sobre esposos que nunca volvieron del trabajo o sobre hijos decapitados sobrecogen a hasta las piedras. Sicilia insiste “hay peligro de estallido social en el país”.
Al entrar en Zacatecas la policía refuerza la caravana con varias patrullas más. “Aquí hay ojos por todos lados, cada parte del territorio está controlada”, explica un agente de la escolta. Ese día, no muy lejos de ahí, son enterrados 226 cuerpos, 54 cadáveres sin identificar, aparecidos en siete fosas distintas del Estado de Durango. Nadie sabe de dónde salieron ni por qué fueron ejecutados. No hay detenidos.
Día 4: Durango . Bajo un sol de justicia la familia Rodríguez Flores espera al pie de la carretera. El pequeño Francisco aguarda abrazado a un retrato de su padre. Fernando Rodríguez apareció muerto hace tres meses, enrollado en una alfombra y tirado en un descampado. Así que, cuando Javier Sicilia descubre al pequeño junto al arcén, detiene en seco el autobús y se baja para abrazar al niño y llorar un buen rato junto a él. Los periódicos recogen este día que ocho sicarios fueron abatidos en un enfrentamiento con el ejército cerca de la ciudad de Veracruz.
Día 5: Monterrey . En Monterrey esperan 1.000 personas. Entre ellos Otilio Cantú, cuyo hijo fue asesinado por militares, quienes le pusieron un arma para tratar de inculparlo ¿Cómo sacaron al Ejército a las calles para una lucha de tal envergadura, sin medir la fuerza del enemigo y la corrupción existente?”, se pregunta. El miércoles 8 de junio, mientras la caravana abandona la ciudad, dos hombres aparecen colgados del puente de la Avenida Revolución.
Día 6 (11 junio): Chihuahua/Ciudad Juárez . En Chihuahua y Ciudad Juárez, los dos puntos más sangrientos del país más sangriento, se desbordan las emociones. Más víctimas, más casos de impunidad y más madres desconsoladas. Todos los medios siguen ahora el punto y final de un movimiento que reclama la salida del Ejército de las calles, la eliminación del fuero militar y reconocer la situación económica como la raíz del crimen.
“Hemos roto el miedo pero lo que vimos es un país de víctimas . Ojalá el presidente oyera los relatos. Le llevaré un CD para que escuche,” explica Sicilia a los medios de prensa. “Que vea la impunidad que hay, que vea que el crimen está también en el Estado, para que sensibilice su corazón y vea que su estrategia es demasiado puritana y agresiva y que no es una buena para rehacer el país”, dice Sicilia en entrevista a Proceso .
“Esperaba ver dolor pero no hasta este grado.”

(nota tomada del diario Clarín de Argentina.)

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