viernes, 10 de junio de 2011

EL PACTO DE JUÁREZ


Diversas son las hipótesis sobre las condiciones o elementos determinantes en la decisión de Felipe Calderón Hinojosa, para que al cambiar su proyecto electoral de convertirse en el presidente del empleo, pudiera transformarse enwar lord.
La verdad siempre estuvo a la vista. La contienda electoral de 2006 reeditó la confrontación entre mexicanos, como resultante de las elecciones de 1929, 1940 y 1952: el vasconcelismo, el almazanismo y el henriquismo dividieron al país, pero quienes llegaron al poder en 1940 y 1952 tuvieron los recursos, la habilidad para hacerle zurcido invisible al tejido social. El caso de José Vasconcelos fue distinto; para que México recuperara la paz, Lázaro Cárdenas desterró a Plutarco Elías Calles, y con él al maximato. Así terminaron las pretensiones dictatoriales como fruto podrido de la Revolución.
Al contrario de lo ocurrido en las tres ocasiones anteriores, la confrontación social producida por el candidato de las manos limpias y Andrés Manuel López Obrador, se ha profundizado con el paso del tiempo, debido a que quien asumió el poder un supo restituir el tejido social, o no quiso hacerlo, pensando que al posponer sus promesas de campaña, cambiarlas por una cruenta lucha contra la delincuencia organizada, promovería la unidad nacional, galvanizaría la voluntad popular para apoyar sus políticas públicas.
Ha sucedido lo contrario. El propio presidente de esta aterido país, se ha encargado de atizar la confrontación entre los pocos mexicanos malos, pero muy malos, y los muchos mexicanos buenos que deben salir a la luz, para demostrar los beneficios de su proyecto de nación, a todas luces inexistente.
La sociedad, si no toda sí un gran porcentaje de ella, hastiada de la incertidumbre provocada por la inseguridad pública, la violencia, las fosas clandestinas, los desaparecidos, la trata de toda índole, el secuestro, el salario mínimo que -contra lo que diga Ernesto Cordero- tiene menos poder adquisitivo que durante el priato, busca referentes, paradigmas en propuestas, si no concretas, sí viables; por ello voltea los ojos hacia el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que hoy convoca al Pacto, con la intención de ofrecer a los mexicanos, todos, un nuevo contrato de esperanza.
Pareciera que el gobierno tiene intenciones de retractarse o facilitar su retractación, porque se da cuenta ya, que el Movimiento iniciado por Javier Sicilia es certera respuesta de un grupo de personas a la sociedad, que necesita, está urgida de referentes para reconciliarse con ella misma, pensar en el futuro, en lugar de permanecer en el lamento por la pérdida de un ser querido, “haya sido como haya sido”, porque los partidos y el gobierno dejaron de garantizarle el cumplimiento de su mandato constitucional, y, bajo cualquier pretexto, conculcan los derechos elementales que tanto necesitan.
El gobierno percibe ya, que si llega el Movimiento -con la fuerza que adquiere y suma cotidianamente- al diálogo público con presencia de la televisión, en las condiciones de confianza y credibilidad en que se encuentran las instituciones y muchos funcionarios públicos, lo que ronde en el caletre de los mexicanos será la revocación de mandato.
De allí que pretendan intimidar, por lo que Javier Sicilia exigió al presidente Calderón garantizar la seguridad de los ciudadanos de Juárez y de la Caravana entera, pues la Asamblea Juarense por la Paz con Justicia y Dignidad denunció que agentes de la Policía Federal irrumpieron, sin orden de cateo, en las instalaciones del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte. Se sumaron a la exigencia las organizaciones civiles que conforman el Grupo de Articulación Justicia en Juárez.
El propósito es intimidar, por lo que nada debe extrañar que el sacerdote Oscar Enríquez, del Centro de Derechos Humanos, diera a conocer que para entrar a las instalaciones, rompieron los candados de las puertas con marros, por lo que deben estimarse el costo y repercusión de los daños; aclaró que también queda por revisarse el estado de los archivos, cuestión de gran importancia debido a las actividades del Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, porque muchos de los hoy integrados a las fuerzas del orden, tienen allí expediente.
Días después, en Zacatecas, la cabeza visible del Movimiento Nacional por la Paz, declaró que ante el doble discurso del presidente Felipe Calderón, frente a la violencia que se ejerce contra defensores de derechos humanos y activistas, desde ahora iniciará actos de resistencia civil pacífica: no cooperación y desobediencia de todo mandato de guerra e inhumanidad.
Sicilia denunció que la actitud y el discurso del presidente Calderón son una mentira; le exigió una respuesta inmediata por la irrupción que la Policía Federal hizo en el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, en Ciudad Juárez, el domingo anterior, la que calificó como una provocación.
Sobre el contexto político y las intimidaciones que se ciernen sobre la Caravana, sus integrantes tuvieron oportunidad de enterarse, en Saltillo, de las 180 desapariciones, según la denuncia de Diana García, de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos, cuya voz se quiebra conforme avanza en la descripción de la realidad, cuando denuncia la indiferencia de las autoridades: “Aquí, en Coahuila, las desapariciones son en grupo”, sostuvo.
Pero hoy es el día, hoy puede firmarse el Pacto, en el que el Movimiento pide al gobierno, a los aspirantes a funcionarios públicos y a puestos de elección popular, que se comprometan a cumplir con el mandato constitucional, que se comprometan a las reformas que se proponen, que asuman su responsabilidad en el diálogo público, pero sobre todo, que no den la espalda a la necesaria revocación de mandato, porque como lo han señalado las cabezas visibles del movimiento, en diferentes tonos y distintas oportunidades: “Si nosotros los nombramos, nosotros podemos destituirlos”. ¿Estarán de acuerdo? ¿No será que la botarga de Hugo Chávez llama a la puerta? Veremos.


(nota de Gregorio Ortega Molina, tomada de 'eje central', revista on line.) 

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