domingo, 22 de mayo de 2011

ENTRE YERBEROS Y CHAMANES

"Levantamiento de ovarios", "Curada de empacho", "Limpieza de oídos con cono", "Lectura de mano", "Acupuntura", "Reflexología podal", "Fórmulas herbolarias", "Masaje extásis con técnica Ainteztli"...

Los diversos letreros que anuncian lo que se expone en la II Feria 'Día de nuestra madre tierra', son un claro ejemplo de la mescolanza 'sui generis' de la medicina tradicional mexicana. ¿Ovarios y tarot? Muchos se preguntarán que tiene que ver una cosa con la otra, pero si se entiende que en México la importancia, el cuidado y la buena salud del cuerpo es tan importante como el del alma o 'psique', el surrealismo entonces pasa a un plano más discreto.
Los amantes de la medicina tradicional compran unas hierbas para curar el hígado, se dan un masaje terapéutico para aliviar la espalda y se hacen una limpia para espantar a las malas vibras y dejar espacio a que la felicidad pueda flotar a sus anchas, dentro de un cuerpo sano.
La abuela Cecilia Durán, de la sierra de Hidalgo pasa unos días en Iztapalapa, en el Distrito Federal, un pequeño gran barrio con más de dos millones de habitantes. Se enteró de la feria de medicina tradicional y hasta aquí vino con su nieto Jonas de ocho años. Espera junto a él a que le limpien el oído. Aunque el método es rudimentario, aquí es tanta la naturalidad que los viandantes pasean cada uno a lo suyo, sin percartarse de lo que hace cada persona.
El eje de la medicina tradicional mexicana pasa por las diversas hierbas medicinales que abundan en México. Unas 30.000 plantas conforman la terapia alternativa más buscada por la población. Se estima que cerca del 60% de los mexicanos aún sigue utilizándola. "Uso mucho la hierba del sapo. Es muy buena para la gastritis, para el colesterol", explica Cecilia Durán. "En mi pueblo la gente tiene mucha salud. Allí hay muchas hierbas y todas muy buenas. Igual las plantas no curan enfermedades graves, pero si ayuda a controlarlas y prevenirlas".
"Cada pueblo indígena tiene sus propias medicinas tradicionales. Son muy diversas las técnicas milenarias, pero todas tienen el mismo fin, curar el cuerpo", explica Florencia Becerra, indígena nahuatl y una de las organizadoras del evento. "La medicina alternativa se tiene que alternar con la medicina tradicional. No podemos rechazar esta última, pero nuestras hierbas y nuestros rituales han demostrado con los años, que son altamente eficientes para combatir muchas enfermedades. Esta medicina ha sido muy marginada desde hace 500 años. Necesitamos más integración en la sociedad, que haya más espacios para que se le dé el respeto que se debe".
Es inevitable hablar de los chamanes al hacer referencia a la medicina tradicional mexicana. Esos brujos que ataviados de indios, con penachos y cascabeles en el tobillo, hacen limpias espirituales a los turistas que pasean por el zócalo capitalino. Aunque la imagen de éstos se ha devaluado tanto en los últimos tiempos que su desprestigio contagia a los brujos o curanderos. "Somos curanderos o brujos, pero no chamanes", puntualiza Elba Bello, médico tradicional. "El nombre es lo de menos mientras se tenga la sabiduría necesaria para sanar, la visión para curar espiritualmente y físicamente".
Las señoras de Iztapalapa hacen fila para que les hagan una limpia. "Quiero hacerme una limpia para las malas vibras, pues uno nunca sabe quién habló mal de mí", dice Claudia, que he venido con su hija. Para Florencia Becerra, la imagen de los chamanes del Zócalo les ha perjudicado mucho. "Han tergiversado nuestra cultura pero no les culpo porque hay mucha necesidad de comer y saben que el dinero está con los turistas, además la palabra chamán me parece como de 'new age'. Somos hombres y mujeres de conocimiento que sanamos y curamos el espíritu".
Elba Bello es médico tradicional desde hace seis años. "La sociedad está descompuesta, es un componente universal. La medicina tradicional mexicana, la china o la japonesa, se necesitan ahora más que nunca. Lo que queremos es que florezca y sobresalga nuestra raíz, lo que dejaron nuestros abuelos. Es nuestra obligación difundirlo para que los jóvenes nos releven.


(Mentirías si dijeras que nunca fuiste con Chila, la curandera, a que te "sacara" el espanto que te dejaron los terremotos de 1985 en la ciudad de México; te harías guaje si negaras que una vez Berta te leyó las cartas en Mixcoac y cuyas predicciones fueron asombrosamente exactas. Cuando le preguntaste a José Ortíz que si habías contraído la hepatitis A por el uso de agujas de acupuntura contaminadas, te replicó: "Ese pendejo -se refería a otro chamán- no sabe que la hepatitis te salvó de una cirrosis." Nota de Marta Gómez-Rodulfo sustraída del diario El Mundo, español.)

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