viernes, 29 de octubre de 2010

WISLAWA SZYMBORSKA (1923 )

Clásico

Unos terrones de tierra y será olvidada la vida.
La música se liberará de las circunstancias.
Cesará la tos del maestro por encima de los minués.
Y serán levantadas las cataplasmas.
El fuego devorará la peluca llena de polvo y de piojos.
Desaparecerán las manchas de tinta de los puños de encaje.
Los botines, incómodos testigos, irán a la basura.
Se llevará el violín el menos dotado de todos los alumnos.
De entre las partituras sacarán las cuentas del carnicero.
Las cartas de la pobre madre acabarán en los estómagos
   de los ratones.
Aniquilado, se acabará el desventurado amor.
Los ojos dejarán de llorar.
La cinta rosada le servirá a la hija de los vecinos.
Los tiempos, alabado sea Dios, no son todavía románticos.
Todo lo que no es cuarteto
será, como quinto, rechazado.
Todo lo que no es quinteto
será arrastrado, como sexto, por el viento.
Todo lo que no es un coro de cuarenta ángeles
se callará como el aullido de un perro y el hipo de un
   gendarme.
Se llevarán de la ventana el jarrón del aloe,
el plato de veneno contra las moscas y el tarro de pomada,
y se descubrirá la vista -¡cómo no!- del jardín,
un jardín que nunca ha estado aquí.
Y ahora, escuchad, escuchad, mortales,
asombrados prestad diligentemente oído,
oh ávidos, oh asombrados, oh concentrados mortales,
escuchad -oyentes- todo oídos.


(texto tomado de Poesía no completa,
Fondo de Cultura Económica, col. Tezontle,
trad. Abel M. Murcia, México, 2a.ed. 2008)

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