domingo, 24 de octubre de 2010

LITURGIA DE LOS MISTERIOS COTIDIANOS

uno.
Octavio Paz, en el prólogo a Poesía en movimiento, esgrimía: "Concentrada, reconcentrada, encerrada en un lenguaje de escamas y suntuosas opacidades, rotas aquí y allá por centelleos, la poesía de (Alí) Chumacero es una liturgia de los misterios cotidianos: el velorio, el salón de baile, la alcoba de los amantes, el cuarto del solitario. Sitios públicos, sitios secretos, lugares de la infamia o de la consagración." Cierto, pero hay que corregir que esos "lugares de la infamia o de la consagración" sólo aparecen en su último libro. En ese sentido -en el de resumir a otros poetas- más que descubridor o iniciador, Chumacero es culminación. Tablada o el mismo Paz, digamos, abrieron o abren caminos que poetas mexicanos han aprovechado y aprovecharán: su obra es abierta. La poesía de Chumacero, en cambio, se enconcha, se retrae, se cierra. Eso probablemente sea otra causa de alejamiento de las mesas de trabajo de las nuevas generaciones, que de cualquier forma se distinguen por múltiples cosas, pero no por su afición a la lectura. No importa, insisto: Alí Chumacero -y qué bien- es de los poetas que pueden prescindir de lectores y críticos circunstanciales.

dos.
   Xavier Villaurrutia, siempre fino, siempre preciso, anotaba en su prólogo a la poesía de Efrén Rebolledo sobre la necesidad de seleccionar a ciertos poetas mexicanos que, de esa forma, ganarían en la consideración del lector, y citaba a Díaz Mirón, Othón, Nervo, Tablada. Asímismo -añadía- que, por la "brevedad y concentración de su obra, Ramón López Velarde es un poeta que resiste la lectura de sus poesías completas o casi completas." Este sería el caso de Chumacero, que salvo pocos poemas de Páramo de sueños (quizá los más villaurrutianos) y menos de Imágenes desterradas se trata de una obra que podríamos compararla a un diamante: casi no es posible quebrarla, y si se hace, parece quebrarse toda ella. Su avara obra, reunida en tres pequeños libros, es un solo poema, y da, como pocas obras de nuestros poetas, visión de unidad: imagen de arco iris en un fondo de oscuridad.

tres.
   Después de Palabras en reposo Alí Chumacero calló, y quizá para siempre. Qué lástima. De cualquier forma, su pequeña obra será reliquia de la poesía mexicana del siglo XX. Tal vez, al recordarlo, generaciones venideras citarán como despedida y epitafio los dos últimos versos de su último poema:
"El huracán cesó y en torno de la estrella/ recuerda en mí la soledad de su nombre."


(texto reproducido del prólogo de Marco Antonio Campos, "Examen de Alí Chumacero", a la edición de la poesía completa del poeta nayarita muerto esta semana, ed. Premía, col. Libros del Bicho, no.10, México, cuarta edición, 1984.)

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