Sin que nadie los espere aparecen los ventarrones que botan de cuajo árboles, casas y sombreros. Hasta donde se sabe no han levantado de tierra niños, ancianos ni coches abandonados, pero tampoco se han llevado sueños, sólo la razón de alguien propenso a perder la cabeza, el piso y el sentido de la coherencia. Así, hemos visto a sujetos dedicados a la política, la mercadotecnia y la cultura que de un momento a otro son víctimas del mal tiempo, los azares de las preferencias electorales y, obvio, la falta de sentido común que vuelan por los aires y sus gritos, por lo común, incoherentes, perder piso y lanzar voces de auxilio sin que nadie los escuche, ya perdidos en la distancia...
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