martes, 30 de abril de 2019
Blanca Varela (1926/2009 )
Casa de cuervos
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver
("caína bella")
lunes, 29 de abril de 2019
Josefa Parra Ramos (1965 )
Junio
Déjate aniquilar
por la aguda, amarilla luz de los girasoles,
deja que el sol de junio te hiera y te maltrate
con agujas de oro.
Descansa del amor en un dolor más alto,
muérete del deseo que gime en las raíces
y sustenta a las plantas.
Al fin, no es ningún mérito la angustia; ni el anhelo
de un cuerpo es desventura mayor que esa otra sed.
Pon a salvo tu nombre.
Déjate aniquilar entre los girasoles;
nadie diga que has muerto de amor, sino de fiebre.
("poemaspoetas")
Déjate aniquilar
por la aguda, amarilla luz de los girasoles,
deja que el sol de junio te hiera y te maltrate
con agujas de oro.
Descansa del amor en un dolor más alto,
muérete del deseo que gime en las raíces
y sustenta a las plantas.
Al fin, no es ningún mérito la angustia; ni el anhelo
de un cuerpo es desventura mayor que esa otra sed.
Pon a salvo tu nombre.
Déjate aniquilar entre los girasoles;
nadie diga que has muerto de amor, sino de fiebre.
("poemaspoetas")
domingo, 28 de abril de 2019
Charles Simic (1938 )
Poema sin título
Le pregunto al Plomo
¿Por qué te dejaste
Convertir en bala?
¿Te olvidaste de los alquimistas?
¿Abandonaste la esperanza
De convertirte en oro?
Nadie contesta
Plomo. Bala. Con
Semejantes nombres
El sueño es largo y profundo.
("zoonphonanta",versión isaías garde)
Le pregunto al Plomo
¿Por qué te dejaste
Convertir en bala?
¿Te olvidaste de los alquimistas?
¿Abandonaste la esperanza
De convertirte en oro?
Nadie contesta
Plomo. Bala. Con
Semejantes nombres
El sueño es largo y profundo.
("zoonphonanta",versión isaías garde)
viernes, 26 de abril de 2019
Denise León (1974 )
[lo vimos partir con las cabezas inclinadas]
lo vimos partir con las cabezas inclinadas para no sentir el viento. Nos quedamos ahí sentadas, sin llorar, sintiendo que faltaba desde siempre. Era verano y mi madre me dijo no te saques los zapatos. Se escapó de Esmirna en un barquito que era el último. Sin despedirse. Tomó el último y se vino. ¿Iba sin zapatos para bajarse mi padre escapado del ejército turco? Dijo mi madre que se los había jugado a las cartas en el barco de venida y que me tuvo en los brazos cuando nací y que no me soltaba por nada del mundo. Sus dedos largos de ceniza me muestran la foto envejecida de la boda. ¿Estás viendo? Éste es él y ésta soy yo. ¿Y los zapatos? ¿Y los labios unidos de la novia que parecen cuidar una promesa? La foto también cruzó el mar y se inclina como arrodillada en el estante y el gesto de cuando se sacaba las pulseras. Sus gestos de ceniza que no tocan la tierra. Sus dedos largos soltaron mis dedos: sólo me quedaron las promesas.
("por mi boka, textos de la diáspora sefardí en ladino", myriam moscona y jacobo sefamí, editorial lumen, méxico, 2013)
lo vimos partir con las cabezas inclinadas para no sentir el viento. Nos quedamos ahí sentadas, sin llorar, sintiendo que faltaba desde siempre. Era verano y mi madre me dijo no te saques los zapatos. Se escapó de Esmirna en un barquito que era el último. Sin despedirse. Tomó el último y se vino. ¿Iba sin zapatos para bajarse mi padre escapado del ejército turco? Dijo mi madre que se los había jugado a las cartas en el barco de venida y que me tuvo en los brazos cuando nací y que no me soltaba por nada del mundo. Sus dedos largos de ceniza me muestran la foto envejecida de la boda. ¿Estás viendo? Éste es él y ésta soy yo. ¿Y los zapatos? ¿Y los labios unidos de la novia que parecen cuidar una promesa? La foto también cruzó el mar y se inclina como arrodillada en el estante y el gesto de cuando se sacaba las pulseras. Sus gestos de ceniza que no tocan la tierra. Sus dedos largos soltaron mis dedos: sólo me quedaron las promesas.
("por mi boka, textos de la diáspora sefardí en ladino", myriam moscona y jacobo sefamí, editorial lumen, méxico, 2013)
jueves, 25 de abril de 2019
Javier Heraud (1942/1963 )
Un eucalipto alto
Un eucalipto, alto, espigado,
contiene para siempre
mi corazón.
Eucalipto,
alto germen
de la tierra,
espiga y
piedra de ríos,
fruto eterno y sagrado
de los hombres.
Bosques, valles,
campos y quebradas,
quebradas que bajan
como un hombre,
quebradas que bajan
en los pechos,
sombras que descienden
como cuerpos
sombras que descienden
como sombras.
(muro fb de enrique solinas)
Un eucalipto, alto, espigado,
contiene para siempre
mi corazón.
Eucalipto,
alto germen
de la tierra,
espiga y
piedra de ríos,
fruto eterno y sagrado
de los hombres.
Bosques, valles,
campos y quebradas,
quebradas que bajan
como un hombre,
quebradas que bajan
en los pechos,
sombras que descienden
como cuerpos
sombras que descienden
como sombras.
(muro fb de enrique solinas)
miércoles, 24 de abril de 2019
Louise Glück (1943 )
Las migraciones nocturnas
Este es el momento en que vuelves a ver
las bayas rojas del fresno de la montaña
y en el cielo sombrío
las migraciones nocturnas de los pájaros.
Me entristece pensar
que los muertos no las verán-
esas cosas de las que dependemos
desaparecen.
¿Qué hará entonces el alma para confortarse?
Me digo a mi misma que tal vez nunca más
necesite esas delicias;
que tal vez el simple no ser, aunque difícil de imaginar,
es suficiente
("zoonphonanta",versión isaías garde)
Este es el momento en que vuelves a ver
las bayas rojas del fresno de la montaña
y en el cielo sombrío
las migraciones nocturnas de los pájaros.
Me entristece pensar
que los muertos no las verán-
esas cosas de las que dependemos
desaparecen.
¿Qué hará entonces el alma para confortarse?
Me digo a mi misma que tal vez nunca más
necesite esas delicias;
que tal vez el simple no ser, aunque difícil de imaginar,
es suficiente
("zoonphonanta",versión isaías garde)
martes, 23 de abril de 2019
Jorge Eduardo Eielson (1924/2006 )
Esposa mía sepultada
Encerrado en tu sombra, en tu santa sombra,
Con el agua en las rodillas, te pregunto
¿Es el peso del manzano, claveteado de estrellas,
Sobre mi corazón oscuro, o eres tú, cabeza
Fugitiva de las horas, novia mía enterrada,
La que arrastras tu cabellera incesante
Como una botella rota, por entre mi sangre?
Yo no sé, señora mía, luto de mi amor,
Si eres tú la que reinas sobre tanta ceniza,
O si es sólo tu sombra, tu velo de novia en el aire,
-Poblado de perlas, naves y calaveras-
El que inunda mi alcoba, igual que un océano.
("poesía cuatro")
Encerrado en tu sombra, en tu santa sombra,
Con el agua en las rodillas, te pregunto
¿Es el peso del manzano, claveteado de estrellas,
Sobre mi corazón oscuro, o eres tú, cabeza
Fugitiva de las horas, novia mía enterrada,
La que arrastras tu cabellera incesante
Como una botella rota, por entre mi sangre?
Yo no sé, señora mía, luto de mi amor,
Si eres tú la que reinas sobre tanta ceniza,
O si es sólo tu sombra, tu velo de novia en el aire,
-Poblado de perlas, naves y calaveras-
El que inunda mi alcoba, igual que un océano.
("poesía cuatro")
lunes, 22 de abril de 2019
Joan Margarit (1938 )
Cosas en común
Habernos conocido
un otoño en un tren que iba vacío;
La radiante, aunque cruel
promesa del deseo.
La cicatriz de la melancolía
y el viejo afecto con el que entendemos
los motivos del lobo.
La luna que acompaña al tren nocturno
Barcelona-París.
Un cuchillo de luz para los crímenes
que por amor debemos cometer.
Nuestra maldita e inocente suerte.
La voz del mar, que siempre te dirá
dónde estoy, porque es nuestro confidente.
Los poemas, que son cartas anónimas
escritas desde donde no imaginas
a la misma muchacha que un otoño
conocí en aquel tren que iba vacío.
("zenda libros")
Habernos conocido
un otoño en un tren que iba vacío;
La radiante, aunque cruel
promesa del deseo.
La cicatriz de la melancolía
y el viejo afecto con el que entendemos
los motivos del lobo.
La luna que acompaña al tren nocturno
Barcelona-París.
Un cuchillo de luz para los crímenes
que por amor debemos cometer.
Nuestra maldita e inocente suerte.
La voz del mar, que siempre te dirá
dónde estoy, porque es nuestro confidente.
Los poemas, que son cartas anónimas
escritas desde donde no imaginas
a la misma muchacha que un otoño
conocí en aquel tren que iba vacío.
("zenda libros")
miércoles, 17 de abril de 2019
Claudio Rodríguez (1934/1999 )
Hilando
Tanta serenidad es ya dolor.
Junto a la luz del aire
la camisa ya es música, y está recién lavada,
aclarada,
bien ceñida al escorzo
risueño y torneado de la espalda,
con su feraz cosecha,
con el amanecer nunca tardío
de la ropa y la obra. Este es el campo
del milagro: helo aquí,
en el alba del brazo,
en el destello de estas manos, tan acariciadoras
devanando la lana:
el hilo y el ovillo,
y la nuca sin miedo, cantando su viveza
y el pelo muy castaño
tan bien trenzado,
con su moño y su cinta;
y la falda segura; sin pliegues, color jugo de acacia.
Con la velocidad del cielo ido,
con el taller, con
el ritmo de las mareas de las calles,
está aquí, sin mentira,
con un amor tan mudo y con retorno,
con su celebración y con su servidumbre.
("zenda libros")
Tanta serenidad es ya dolor.
Junto a la luz del aire
la camisa ya es música, y está recién lavada,
aclarada,
bien ceñida al escorzo
risueño y torneado de la espalda,
con su feraz cosecha,
con el amanecer nunca tardío
de la ropa y la obra. Este es el campo
del milagro: helo aquí,
en el alba del brazo,
en el destello de estas manos, tan acariciadoras
devanando la lana:
el hilo y el ovillo,
y la nuca sin miedo, cantando su viveza
y el pelo muy castaño
tan bien trenzado,
con su moño y su cinta;
y la falda segura; sin pliegues, color jugo de acacia.
Con la velocidad del cielo ido,
con el taller, con
el ritmo de las mareas de las calles,
está aquí, sin mentira,
con un amor tan mudo y con retorno,
con su celebración y con su servidumbre.
("zenda libros")
martes, 16 de abril de 2019
Elías Nandino (1900/1993 )
Décimas al corazón
I
Corazón: no te atormentes
porque traicionen tu amor,
espera un tiempo mejor
y jamás te desalientes.
Soporta el dolor que sientes
hasta que tu vida obtenga
la rebelión que te abstenga
de añorar lo que se fue,
y a solas medita que
no hay mal que por bien no venga .
("zenda libros")
I
Corazón: no te atormentes
porque traicionen tu amor,
espera un tiempo mejor
y jamás te desalientes.
Soporta el dolor que sientes
hasta que tu vida obtenga
la rebelión que te abstenga
de añorar lo que se fue,
y a solas medita que
no hay mal que por bien no venga .
("zenda libros")
lunes, 15 de abril de 2019
Carmen Matute (1944 )
Deseo
Aún deseo
mis antiguos tiempos
fetales,
en que fui pez
opalescente y ciego.
Mis tiempos de transparencias
líquidas
cuando la premonición
no se aglutinaba en mi garganta,
y el dolor
imponente me olvidaba.
Aún poseo
el dulce anhelo
del retorno al líquen,
al húmedo,
indefinible origen.
("zenda libros")
Aún deseo
mis antiguos tiempos
fetales,
en que fui pez
opalescente y ciego.
Mis tiempos de transparencias
líquidas
cuando la premonición
no se aglutinaba en mi garganta,
y el dolor
imponente me olvidaba.
Aún poseo
el dulce anhelo
del retorno al líquen,
al húmedo,
indefinible origen.
("zenda libros")
domingo, 14 de abril de 2019
Uriel Martínez (1950 )
El croquis
En la mochila de mis siguientes vacaciones
me llevaré el Pepto Bismol sabor cereza,
el croquis para volver a casa y en éste
el lugar donde me espera el féretro:
debajo de la cama junto a mis chanclas.
Esto facilitará los malestares estomacales
que me provocan los mariscos,
los chilaquiles y el frijol negro
de playas y costas de mi país.
Y sobre todo los gastos onerosos.
Por anticipado, pediré a mis deudos
en un manuscrito sin notariar se
me dispense la autopsia, el velatorio
y las visitas de enemigos indeseados.
Sé que no descansaré en Montparnasse
ni en Paraísos del Pasado sino que
me llevarán en ancas de anfibios
al cementerio abarrotado de mi pueblo.
Desde ese lugar de reposo no escucharé
los taconeos de parcas ni el vuelo raudo
de las escobas de putas que nunca
me hicieron suyo; oiré los ventarrones
que derriban cruces en noches de miedo.
Pero después, antes del amanecer, oiré
el canto melancólico de los gallos que anuncian
otro día sin mí.
[Inédito]
En la mochila de mis siguientes vacaciones
me llevaré el Pepto Bismol sabor cereza,
el croquis para volver a casa y en éste
el lugar donde me espera el féretro:
debajo de la cama junto a mis chanclas.
Esto facilitará los malestares estomacales
que me provocan los mariscos,
los chilaquiles y el frijol negro
de playas y costas de mi país.
Y sobre todo los gastos onerosos.
Por anticipado, pediré a mis deudos
en un manuscrito sin notariar se
me dispense la autopsia, el velatorio
y las visitas de enemigos indeseados.
Sé que no descansaré en Montparnasse
ni en Paraísos del Pasado sino que
me llevarán en ancas de anfibios
al cementerio abarrotado de mi pueblo.
Desde ese lugar de reposo no escucharé
los taconeos de parcas ni el vuelo raudo
de las escobas de putas que nunca
me hicieron suyo; oiré los ventarrones
que derriban cruces en noches de miedo.
Pero después, antes del amanecer, oiré
el canto melancólico de los gallos que anuncian
otro día sin mí.
[Inédito]
sábado, 13 de abril de 2019
José María Fonollosa (1922/1991 )
Avenue of the Americas
Que con ella no iría más le dije.
(Ella anduvo a mi lado hasta mi cuarto.)
Que no la abrazaría más le dije.
(Ella puso mis brazos a su espalda.)
Que no la escucharía más le dije.
(Sus palabras vertía ella en mi boca.)
Que no haría el amor a ella le dije.
Y ahora está descansando sobre mi hombro.
("zenda libros")
Que con ella no iría más le dije.
(Ella anduvo a mi lado hasta mi cuarto.)
Que no la abrazaría más le dije.
(Ella puso mis brazos a su espalda.)
Que no la escucharía más le dije.
(Sus palabras vertía ella en mi boca.)
Que no haría el amor a ella le dije.
Y ahora está descansando sobre mi hombro.
("zenda libros")
viernes, 12 de abril de 2019
Selva Casal (1930 )
En mí es de noche siempre
Qué tengo yo qué tengo
por qué no tiene fin ya mi delirio
y en mí es de noche siempre
el mar duerme yo no
cansados de girar duermen los astros
cuajada iba la noche de diamantes
bajo el inmenso ojo lunar
hasta dónde los mares primeros repican
tal el caos y el orden
el miedo de pronto aparece
ellos duermen yo estoy alerta
de continuo el mundo me requiere
no es sangre brasas es lo que por mí circula
cuando has nacido no hay dónde esconderse
nosotros convivimos con la nada
perdemos el recuerdo
los días son manzanos ardientes
fruto de una crucifixión
a la que no hemos asistido
cómo podemos seguir viviendo
para ti el holocausto
la sorpresa de ser
como una bengala velocísima desaparezco
hay cuerpos.
("letrasuruguay.espaciolatino")
jueves, 11 de abril de 2019
Alfonso Chase (1944 )
Hablo de lo que no se dice
Siempre fui el marimbero, el boxeador,
el titiritero, el mendigo.
Nunca supe la línea perfecta
entre la razón y la duda. Pecados cometí
en la soledad de mi sangre. Crímenes
contra la sombra, gritos sobre el aire.
Siempre fui el equilibrista
hasta que me di de culo contra el suelo.
No pude subir a tiempo al espectáculo.
Me cesaron. Desde entonces escribo con palabras
sucias, contaminadas de cantina, de sombras,
de madrugadas abandonadas en el quicio
de alguna iglesia solitaria. Siempre fui
eso que me tocaba ser : el equilibrista
temblando ante la cuerda, el domador
adentro de las fauces. Estuve en la escuela
y nunca aprendí nada, cuando no fuera
el color de las montañas, el nombre exacto
de esos ríos que no veré nunca. Se acabó la fiesta.
Y sigo golpeando a la piñata, los ojos vendados,
alentado sólo por el gozo de algunos amigos imprevistos.
("poetas poemas")
Siempre fui el marimbero, el boxeador,
el titiritero, el mendigo.
Nunca supe la línea perfecta
entre la razón y la duda. Pecados cometí
en la soledad de mi sangre. Crímenes
contra la sombra, gritos sobre el aire.
Siempre fui el equilibrista
hasta que me di de culo contra el suelo.
No pude subir a tiempo al espectáculo.
Me cesaron. Desde entonces escribo con palabras
sucias, contaminadas de cantina, de sombras,
de madrugadas abandonadas en el quicio
de alguna iglesia solitaria. Siempre fui
eso que me tocaba ser : el equilibrista
temblando ante la cuerda, el domador
adentro de las fauces. Estuve en la escuela
y nunca aprendí nada, cuando no fuera
el color de las montañas, el nombre exacto
de esos ríos que no veré nunca. Se acabó la fiesta.
Y sigo golpeando a la piñata, los ojos vendados,
alentado sólo por el gozo de algunos amigos imprevistos.
("poetas poemas")
miércoles, 10 de abril de 2019
Adam Zagajewski (1945 )
Europa ya se está durmiendo
a gosia
Europa ya se está durmiendo; en Lisboa todavía
arrugan la frente viejos jugadores de ajedrez.
Sobre Cracovia se levanta una niebla gris
y borra los contornos de las venerables velas.
El Mediterráneo se balancea ligeramente
y pronto se convertirá en una canción de cuna.
Cuando Europa por fin duerma profundamente,
América la velará
sobre el pobre y callado mundo,
con recelo, como una hermana pequeña.
("trianarts", trad. xavier farré)
a gosia
Europa ya se está durmiendo; en Lisboa todavía
arrugan la frente viejos jugadores de ajedrez.
Sobre Cracovia se levanta una niebla gris
y borra los contornos de las venerables velas.
El Mediterráneo se balancea ligeramente
y pronto se convertirá en una canción de cuna.
Cuando Europa por fin duerma profundamente,
América la velará
sobre el pobre y callado mundo,
con recelo, como una hermana pequeña.
("trianarts", trad. xavier farré)
martes, 9 de abril de 2019
Adam Zagajewski (1945 )
A Ryszard Krynicki
Cuando vivía en Estocolmo, Nelly Sachs
trabajaba por las noches con una luz apagada
para no despertar a su madre enferma.
Escribía en la oscuridad.
La desesperación le dictaba palabras
tan pesadas como colas de cometa.
Escribía en la oscuridad,
en silencio, que sólo interrumpía
el reloj de pared con sus suspiros.
Hasta las letras eran soñolientas,
sus cabezas caían en las hojas.
La oscuridad escribía
tras coger esta mujer ya no joven
como si fuese su pluma.
La noche se compadecía de ella,
sobre la ciudad se erigía
una gris prisión del alba,
la aurora de dedos rosa.
Cuando se dormía ella
los mirlos ya despertaban
y no hubo ninguna pausa
en la tristeza y el canto.
("trianarts", trad. elzbieta bortkiewicz)
Cuando vivía en Estocolmo, Nelly Sachs
trabajaba por las noches con una luz apagada
para no despertar a su madre enferma.
Escribía en la oscuridad.
La desesperación le dictaba palabras
tan pesadas como colas de cometa.
Escribía en la oscuridad,
en silencio, que sólo interrumpía
el reloj de pared con sus suspiros.
Hasta las letras eran soñolientas,
sus cabezas caían en las hojas.
La oscuridad escribía
tras coger esta mujer ya no joven
como si fuese su pluma.
La noche se compadecía de ella,
sobre la ciudad se erigía
una gris prisión del alba,
la aurora de dedos rosa.
Cuando se dormía ella
los mirlos ya despertaban
y no hubo ninguna pausa
en la tristeza y el canto.
("trianarts", trad. elzbieta bortkiewicz)
lunes, 8 de abril de 2019
Francisca Aguirre (1930 )
Y si después de todo...
Y si después de todo, todo fuera,
un ir muriendo para al fin morirnos
a qué este loco empeño en convertirnos
en contables de un tiempo que no espera.
Y si resulta que lo cierto era
este sermón que viene a repetirnos
que avanza el huracán para abatirnos
y es inútil y absurda esta carrera.
Entonces, amor mío, ten sosiego,
y aprovecha esta cueva que te ofrezco
y apura el agua que yo no he bebido.
El viento nos arrastra, frío y ciego,
toma mi manta mientras yo envejezco,
amarte de otro modo no he sabido.
("rua das pretas")
Y si después de todo, todo fuera,
un ir muriendo para al fin morirnos
a qué este loco empeño en convertirnos
en contables de un tiempo que no espera.
Y si resulta que lo cierto era
este sermón que viene a repetirnos
que avanza el huracán para abatirnos
y es inútil y absurda esta carrera.
Entonces, amor mío, ten sosiego,
y aprovecha esta cueva que te ofrezco
y apura el agua que yo no he bebido.
El viento nos arrastra, frío y ciego,
toma mi manta mientras yo envejezco,
amarte de otro modo no he sabido.
("rua das pretas")
domingo, 7 de abril de 2019
Ashanti Dina Orozco Herrera
Recuerdo de la abuela
No sé por qué cuando boga el café mañanero por los corredores de la
casa
mientras el sol madura su túnica de color ocre en el rastro estelar,
el silencio es quizá el único lenguaje de mi abuela.
Será porque cada arruga de su rostro es un entrelazado camino del
destino
que ha cicatrizado en su alma;
o será porque a través de la vida ha coleccionado tantos calendarios,
tantas galerías de tapiz familiar,
que el recuerdo conserva aún ese sabor anisado con aroma de canela
sobre el surco húmedo y tupido de la memoria.
("hojanegra")
No sé por qué cuando boga el café mañanero por los corredores de la
casa
mientras el sol madura su túnica de color ocre en el rastro estelar,
el silencio es quizá el único lenguaje de mi abuela.
Será porque cada arruga de su rostro es un entrelazado camino del
destino
que ha cicatrizado en su alma;
o será porque a través de la vida ha coleccionado tantos calendarios,
tantas galerías de tapiz familiar,
que el recuerdo conserva aún ese sabor anisado con aroma de canela
sobre el surco húmedo y tupido de la memoria.
("hojanegra")
sábado, 6 de abril de 2019
Ricardo H. Herrera (1949 )
Su sonrisa
Y ella muy desvanecida de que se canten por el lugar,
a vueltas de sus gracias, sus flaquezas.
Lope de Vega, La Dorotea
Lo único sincero del final
fue su vivo rubor al traicionarme,
la sonrisa traviesa y atrevida
de una chiquilla en falta.
Se hundía en el subsuelo adolescente
con un infantilismo consumado,
convocando a amazonas y centauros
al lanzamiento de su nueva vida.
Ingenua, en el festín de los halagos,
soñó la salvación por la belleza;
al fin quedó en sus labios el resabio
de la acre insensatez de sus excesos.
Y hoy, como en un rapto, esa sonrisa
vuelve con vivo embrujo a recordarme
el momento feliz, el blanco día
en el que decidida me sedujo.
("hablar de poesía")
Y ella muy desvanecida de que se canten por el lugar,
a vueltas de sus gracias, sus flaquezas.
Lope de Vega, La Dorotea
Lo único sincero del final
fue su vivo rubor al traicionarme,
la sonrisa traviesa y atrevida
de una chiquilla en falta.
Se hundía en el subsuelo adolescente
con un infantilismo consumado,
convocando a amazonas y centauros
al lanzamiento de su nueva vida.
Ingenua, en el festín de los halagos,
soñó la salvación por la belleza;
al fin quedó en sus labios el resabio
de la acre insensatez de sus excesos.
Y hoy, como en un rapto, esa sonrisa
vuelve con vivo embrujo a recordarme
el momento feliz, el blanco día
en el que decidida me sedujo.
("hablar de poesía")
viernes, 5 de abril de 2019
Salvador Novo (1904/1974 )
Junto a tu cuerpo
Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío
Junto a tus hombros tersos de que nacen las rutas de tu abrazo,
De que nacen tu voz y tus miradas, claras y remotas,
Sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia.
Si todos estos años que me falta
Como una planta trepadora que se coge del viento
He sentido que llega o que regresa en cada contacto
Y ávidamente rasgo todos los días un mensaje que nada contiene sino una fecha
Y su nombre se agranda y vibra cada vez más profundamente
Porque su voz no era más que para mi oído,
Porque cegó mis ojos cuando apartó los suyos
Y mi alma es como un gran templo deshabitado.
Pero este cuerpo tuyo es un dios extraño
Forjado en mis recuerdos, reflejo de mí mismo,
Suave de mi tersura, grande por mis deseos,
Máscara
Estatua que he erigido a su memoria.
("poesía cuatro")
Junto a tu cuerpo totalmente entregado al mío
Junto a tus hombros tersos de que nacen las rutas de tu abrazo,
De que nacen tu voz y tus miradas, claras y remotas,
Sentí de pronto el infinito vacío de su ausencia.
Si todos estos años que me falta
Como una planta trepadora que se coge del viento
He sentido que llega o que regresa en cada contacto
Y ávidamente rasgo todos los días un mensaje que nada contiene sino una fecha
Y su nombre se agranda y vibra cada vez más profundamente
Porque su voz no era más que para mi oído,
Porque cegó mis ojos cuando apartó los suyos
Y mi alma es como un gran templo deshabitado.
Pero este cuerpo tuyo es un dios extraño
Forjado en mis recuerdos, reflejo de mí mismo,
Suave de mi tersura, grande por mis deseos,
Máscara
Estatua que he erigido a su memoria.
("poesía cuatro")
jueves, 4 de abril de 2019
Francisca Aguirre (1930 )
Testigo de excepción
Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.
("rua das pretas")
Un mar, un mar es lo que necesito.
Un mar y no otra cosa, no otra cosa.
Lo demás es pequeño, insuficiente, pobre.
Un mar, un mar es lo que necesito.
No una montaña, un río, un cielo.
No. Nada, nada,
únicamente un mar.
Tampoco quiero flores, manos,
ni un corazón que me consuele.
No quiero un corazón
a cambio de otro corazón.
No quiero que me hablen de amor
a cambio del amor.
Yo sólo quiero un mar:
yo sólo necesito un mar.
Un agua de distancia,
un agua que no escape,
un agua misericordiosa
en que lavar mi corazón
y dejarlo a su orilla
para que sea empujado por sus olas,
lamido por su lengua de sal
que cicatriza heridas.
Un mar, un mar del que ser cómplice.
Un mar al que contarle todo.
Un mar, creedme, necesito un mar,
un mar donde llorar a mares
y que nadie lo note.
("rua das pretas")
miércoles, 3 de abril de 2019
Vicente Gerbasi (1913/1992 )
Penumbras secretas
Encontré la desdicha al amanecer,
en un caballo que sangraba
con la cabeza un poco caída en la yerba
y el llanto de mi hermana de dos años
que había sido operada en el vientre.
Yo sentí un poco de sangre en las manos,
un dolor triste como un cabrito degollado,
una piel puesta a secar sobre las piedras.
Anduve por el aire frío de las últimas estrellas
donde moraban gallos dispersos,
y sentí mi propia presencia
en un árbol iluminado en el fondo de la casa.
El día acogió el caballo herido
con el llanto de mi hermana en los ojos.
El día me recluyó en los rincones oscuros.
Seguí siendo un triste que espanta las moscas de la tarde
o dibuja una iglesia rodeada de aves marinas.
("poesía cuatro")
Encontré la desdicha al amanecer,
en un caballo que sangraba
con la cabeza un poco caída en la yerba
y el llanto de mi hermana de dos años
que había sido operada en el vientre.
Yo sentí un poco de sangre en las manos,
un dolor triste como un cabrito degollado,
una piel puesta a secar sobre las piedras.
Anduve por el aire frío de las últimas estrellas
donde moraban gallos dispersos,
y sentí mi propia presencia
en un árbol iluminado en el fondo de la casa.
El día acogió el caballo herido
con el llanto de mi hermana en los ojos.
El día me recluyó en los rincones oscuros.
Seguí siendo un triste que espanta las moscas de la tarde
o dibuja una iglesia rodeada de aves marinas.
("poesía cuatro")
martes, 2 de abril de 2019
Vicente Gerbasi (1913/1992 )
Mi tierra
En la yerba tostada por el día, el sueño del caballo
nos rodea de flores, como el dibujo de un niño,
mientras la fruta cae del espeso follaje plateado,
que tiembla y brilla en las cigarras de una luz solitaria.
¿En qué edad vivo, ahora que atravieso esta soledad de fuego,
esta tristeza donde muge el toro en lontananza, esta nostalgia
donde el cacto crece entre las colinas y va hasta el horizonte,
esta monótona melancolía de la paloma torcaz, escondida,
aquí junto al río, más allá, no se sabe dónde, junto a la muerte,
bajo el cielo límpido que transporta alguna nube ardiente?
Ando entre derretidos espejos donde la flor se desfigura,
donde la miel resbala con el cuerpo deforme de los árboles,
por donde el ave pasa con un efímero temblor de iris.
La tierra muestra sus rojas heridas, sus pedruscos, sus cuevas,
sus grandes hormigas, sus gruesas hojas aceitosas, sus palmas,
sus viviendas de barro, donde el hombre cuelga su guitarra.
La gente seca en el viento del sol pieles de toro,
muele el maíz, hace el almidón, teje la fibra dorada,
mas anda como invisible, en silencio, en la pesadumbre,
en el humo del tabaco, buscando yerbas medicinales,
Interrogo y no recibo respuesta, y sólo alguna voz,
desde una puerta oscura que guarda la pobreza,
me dice: "Cuídate de la muerte en estos campos de la soledad",
y vuelve a esconderse, mientras el viento mueve sus llamas,
y levanta el polvo entre las resecas espigas,
entre los ancianos que permanecen sentados junto a la ceniza.
Nada de hecho, sólo siento el sol, silbar la serpiente;
nada he dicho aún, sólo sé que amo esta gente sonámbula,
que del mundo sólo conoce esta tierra roja, estas colinas rojas,
donde crece la vegetación más amarga y sedienta.
Nada sé, sólo oigo pasos, voces y cantos quejumbrosos,
y por la tarde veo que llevan un ataúd hacia la noche.
("poesía cuatro")
En la yerba tostada por el día, el sueño del caballo
nos rodea de flores, como el dibujo de un niño,
mientras la fruta cae del espeso follaje plateado,
que tiembla y brilla en las cigarras de una luz solitaria.
¿En qué edad vivo, ahora que atravieso esta soledad de fuego,
esta tristeza donde muge el toro en lontananza, esta nostalgia
donde el cacto crece entre las colinas y va hasta el horizonte,
esta monótona melancolía de la paloma torcaz, escondida,
aquí junto al río, más allá, no se sabe dónde, junto a la muerte,
bajo el cielo límpido que transporta alguna nube ardiente?
Ando entre derretidos espejos donde la flor se desfigura,
donde la miel resbala con el cuerpo deforme de los árboles,
por donde el ave pasa con un efímero temblor de iris.
La tierra muestra sus rojas heridas, sus pedruscos, sus cuevas,
sus grandes hormigas, sus gruesas hojas aceitosas, sus palmas,
sus viviendas de barro, donde el hombre cuelga su guitarra.
La gente seca en el viento del sol pieles de toro,
muele el maíz, hace el almidón, teje la fibra dorada,
mas anda como invisible, en silencio, en la pesadumbre,
en el humo del tabaco, buscando yerbas medicinales,
Interrogo y no recibo respuesta, y sólo alguna voz,
desde una puerta oscura que guarda la pobreza,
me dice: "Cuídate de la muerte en estos campos de la soledad",
y vuelve a esconderse, mientras el viento mueve sus llamas,
y levanta el polvo entre las resecas espigas,
entre los ancianos que permanecen sentados junto a la ceniza.
Nada de hecho, sólo siento el sol, silbar la serpiente;
nada he dicho aún, sólo sé que amo esta gente sonámbula,
que del mundo sólo conoce esta tierra roja, estas colinas rojas,
donde crece la vegetación más amarga y sedienta.
Nada sé, sólo oigo pasos, voces y cantos quejumbrosos,
y por la tarde veo que llevan un ataúd hacia la noche.
("poesía cuatro")
lunes, 1 de abril de 2019
Efraín Barquero (1931 )
Mimbre y poesía
Mimbrero, sentémonos aquí en la calle,
y armemos con tus hilos blancos y con mis hilos azules
los esenciales artefactos de uso diario:
La paz, la mesa, la poesía, la cuna,
el canasto para el pan, la voz para el amor.
Armemos juntos las cosas más esenciales y más simples,
más hermosas y útiles, más verdaderas y económicas,
para cualquiera que pase nos comprenda y nos lleve.
Nos ame, y se pueda servir de nosotros. Nos necesite,
y podamos alegrarlo sin ninguna condición.
Tú armaras el canasto que la lavandera
necesita para sembrar la camisa más blanca,
y yo armaré una canción con olor a jabón y a pureza
para que ella junto al río halle más dulce su trabajo.
Tú tejerás la maleta para que el minero regrese,
para que los novios se casen, para que el hijo pobre
vaya a la ciudad a conquistar un oficio.
Y yo tejeré con los hilos más férreos de mi poesía
el descanso más digno, el amor más profundo, la esperanza más grande,
para que el obrero mire confiado su casa
y no parta el pan con recelo y a oscuras,
para que los recién casados puedan anidar todos los pájaros
y no tengan que apartarse por una gota de agua,
para que el hijo menor halle la herramienta en su sitio
y no tenga que volverse porque otros la escondieron.
Mimbrero, hermano mío, que es bello nuestro oficio
cuando a ti te encargan una cuna y a mí una esperanza,
cuando a ti te piden una mesa, un velador, un canasto,
y a mí un arma que defienda ese amoblado tan simple.
Que es bella la jornada cuando tocamos con el mimbre o las canciones
la forma desnuda de la vida: su cintura de trigo,
sus senos llenos de luna, su vientre cubierto de musgo,
sus muslos como ríos, sus brazos como ramas,
sus ojos como un camino en paz bajo la noche.
Que es bello nuestro oficio cuando tentamos ese cuerpo
y yo le pongo el nombre más dulce del amor,
y con mi verbo le digo: levántate, eres libre,
labora en paz, procrea primaveras y veranos,
y lega a toda la tierra tu apellido.
Y tú, oh mimbrero hermano, le vas tejiendo
todos los artefactos que ella necesita
para repartir el pan entre sus hijos:
canastos para almacenar la nieve y la salud,
pequeños cestos para guardar el polen y semillas
de una primavera a otra, cunas para continuar
el sol fecundo, maletas para traer la lluvia,
mesas para que las hojas caigan y vuelvan a ser verdes,
y sillas para descansar delante de la paz ganada.
("poesía cuatro")