Nuevo canto a Teresa
a teresa y benjamín
Una canción es siempre más triste que el silencio,
una canción que sepa de mi vida,
como la tachadura de las puertas que dejas
y de los vasos únicos.
Porque ayer te buscaron las letras de mi máquina
y mi vaso está solo al levantarme,
y su brillo arruinado pone un frío en la mesa
de muralla romántica.
Yo conozco minutos que duran un segundo,
años que son semanas y desiertos
que caben sin doblarse en un grano de arena.
Pero sin ti se apagan
las fechas de los árboles, sin ti sufren las horas
como barcos anclados en el hielo,
residencias inútiles, tiempo que se desploma
sin lugar en el tiempo.
No es el amor quien habla, soy yo que necesito
vivir en la distancia de tu nombre,
para saber que existes, para saber que existes,
aunque sea tan lejos.
("life vest under your seat")
sábado, 30 de septiembre de 2017
viernes, 29 de septiembre de 2017
Alda Merini (1931/2009 )
Aseo
El triste aseo en la mañana,
cuerpos decepcionados,
carnes decepcionantes;
el negro hedor de las cosas infames
en torno al lavabo.
Oh ese temblor de carnes obscenas
ese oscuro frío
y la caída inhumana
de una enferma en el suelo.
Atolladero que la estratósfera
nunca conocerá, esta infamia
de cuerpos desnudos que arden
bajo la luz atávica del hombre.
("pájaros lanzallamas", trad. guillermo fernández)
El triste aseo en la mañana,
cuerpos decepcionados,
carnes decepcionantes;
el negro hedor de las cosas infames
en torno al lavabo.
Oh ese temblor de carnes obscenas
ese oscuro frío
y la caída inhumana
de una enferma en el suelo.
Atolladero que la estratósfera
nunca conocerá, esta infamia
de cuerpos desnudos que arden
bajo la luz atávica del hombre.
("pájaros lanzallamas", trad. guillermo fernández)
jueves, 28 de septiembre de 2017
Mario Montalbetti (1953 )
Lleva al marrano más allá de los cerros
Lleva al marrano más allá de los cerros
y regresa antes de que comiencen las lluvias.
Cenaremos, me dirás que me amas y encenderás
la última vela que nos queda en el armario
para que pueda leer y tú jugarás con el perro
pastor que mantiene unidas las ovejas del rebaño
y luego
saldremos juntos a contemplar la Luna (Las lluvias
habrán cesado) y entonces me dirás
(Los pinos apenas se mecen con el viento
La cerca de las vacas necesita repararse)
Que mañana partes para las montañas.
Me propondrás dormir
afuera y entonces
entendí que tu serenidad era real y un beso
y con el arte como solitario desayuno
no tendré noticias tuyas sino hasta después
de un año. El tono de mi vida habrá cambiado.
Perderé la costumbre de leer y pasaré
las noches (los días me serán casi imperceptibles)
tratando de entender las constelaciones.
Miraré Orión y también algún capitán extraviado
en el Índico lo hará y hasta llegaré a ver la
estrella polar desde el hemisferio sur.
Las noticias dirán que lograste llegar
a Europa, que te civilizas,
y que un finlandés próspero maderero
te divierte interminablemente entre los pinos
(sus pinos) marrones. Recordaré entonces
nuestra última noche. Y luego de dos, tres, cinco
hijos y dos cesáreas y el finlandés
en Nápoles y luego en Grecia
y luego en Austria tu salud comenzará con la tos
a derrumbarse pero el finlandés en Dinamarca
y entonces quedará muy poco de ti apenas
un borroso recuerdo mío y una tarde y el
finlandés perdido en el mejor desierto africano y
entonces ya no tendré las redondas constelaciones
encima y todo paraíso estará
irremediablemente perdido.
Vete ahora;
Lleva al marrano más allá de los cerros.
("círculo de poesía")
Lleva al marrano más allá de los cerros
y regresa antes de que comiencen las lluvias.
Cenaremos, me dirás que me amas y encenderás
la última vela que nos queda en el armario
para que pueda leer y tú jugarás con el perro
pastor que mantiene unidas las ovejas del rebaño
y luego
saldremos juntos a contemplar la Luna (Las lluvias
habrán cesado) y entonces me dirás
(Los pinos apenas se mecen con el viento
La cerca de las vacas necesita repararse)
Que mañana partes para las montañas.
Me propondrás dormir
afuera y entonces
entendí que tu serenidad era real y un beso
y con el arte como solitario desayuno
no tendré noticias tuyas sino hasta después
de un año. El tono de mi vida habrá cambiado.
Perderé la costumbre de leer y pasaré
las noches (los días me serán casi imperceptibles)
tratando de entender las constelaciones.
Miraré Orión y también algún capitán extraviado
en el Índico lo hará y hasta llegaré a ver la
estrella polar desde el hemisferio sur.
Las noticias dirán que lograste llegar
a Europa, que te civilizas,
y que un finlandés próspero maderero
te divierte interminablemente entre los pinos
(sus pinos) marrones. Recordaré entonces
nuestra última noche. Y luego de dos, tres, cinco
hijos y dos cesáreas y el finlandés
en Nápoles y luego en Grecia
y luego en Austria tu salud comenzará con la tos
a derrumbarse pero el finlandés en Dinamarca
y entonces quedará muy poco de ti apenas
un borroso recuerdo mío y una tarde y el
finlandés perdido en el mejor desierto africano y
entonces ya no tendré las redondas constelaciones
encima y todo paraíso estará
irremediablemente perdido.
Vete ahora;
Lleva al marrano más allá de los cerros.
("círculo de poesía")
miércoles, 27 de septiembre de 2017
Fernando Pessoa (1888/1935 )
Cuando yo no te tenía...
Cuando yo no te tenía
Amaba la naturaleza como un sereno monje a Cristo.
Ahora amo a la Naturaleza
Como un sereno monje a la Virgen María,
Religiosamente, a mi modo, como antes,
Pero de otra manera más conmovida y próxima...
Veo mejor los ríos cuando voy contigo
Por los campos hasta la orilla de los ríos;
Sentado a tu lado observando las nubes
Las observo mejor—
Tú no me arrancaste la Naturaleza...
Tú no cambiaste la Naturaleza...
Me trajiste la Naturaleza junto a mí,
Porque existe la veo mejor, pero la misma
Porque me amas, la amo del mismo modo, pero más,
Por escogerme para tenerte y amarte,
Mis ojos la miraron más demoradamente
Sobre todas las cosas.
No me arrepiento de lo que antaño fui
Porque aún lo soy.
("revista el humo", trad. m. a. flores)
Cuando yo no te tenía
Amaba la naturaleza como un sereno monje a Cristo.
Ahora amo a la Naturaleza
Como un sereno monje a la Virgen María,
Religiosamente, a mi modo, como antes,
Pero de otra manera más conmovida y próxima...
Veo mejor los ríos cuando voy contigo
Por los campos hasta la orilla de los ríos;
Sentado a tu lado observando las nubes
Las observo mejor—
Tú no me arrancaste la Naturaleza...
Tú no cambiaste la Naturaleza...
Me trajiste la Naturaleza junto a mí,
Porque existe la veo mejor, pero la misma
Porque me amas, la amo del mismo modo, pero más,
Por escogerme para tenerte y amarte,
Mis ojos la miraron más demoradamente
Sobre todas las cosas.
No me arrepiento de lo que antaño fui
Porque aún lo soy.
("revista el humo", trad. m. a. flores)
martes, 26 de septiembre de 2017
Ana Salomé (1982 )
Diario
A partir de ahora, todo poema que hable de amor, fuera.
Todo poema que no revolucione, fuera.
Todo poema que no enseñe, fuera.
Todo poema que no salve vidas, fuera.
Todo poema que no sobreviva, fuera.
Voy a dejar un anuncio en el periódico;
Se busca poeta. Me traspaso.
Oda al castigo
Solo una niña más entre otras
Y la pizarra negra donde escribir tu nombre a tiza
Como una falta de ortografía del corazón.
Castigo.
Entre nosotros el alto muro del recreo
Y la obligación de permanecer sola.
("emma gunst", trad. maría sánchez)
A partir de ahora, todo poema que hable de amor, fuera.
Todo poema que no revolucione, fuera.
Todo poema que no enseñe, fuera.
Todo poema que no salve vidas, fuera.
Todo poema que no sobreviva, fuera.
Voy a dejar un anuncio en el periódico;
Se busca poeta. Me traspaso.
Oda al castigo
Solo una niña más entre otras
Y la pizarra negra donde escribir tu nombre a tiza
Como una falta de ortografía del corazón.
Castigo.
Entre nosotros el alto muro del recreo
Y la obligación de permanecer sola.
("emma gunst", trad. maría sánchez)
lunes, 25 de septiembre de 2017
Jericho Brown (1976 )
Balazos
No me voy a disparar
en la cabeza, y no me voy a disparar
en la espalda, y no me voy a colgar
con una bolsa de basura, y si lo hago,
te prometo que no lo haré
en una patrulla mientras estoy esposado
o en la celda de un pueblo
del que sólo conozco el nombre
porque tuve que atravesarlo
para llegar a casa. Sí, puedo estar en peligro,
pero te lo prometo, confío en que los gusanos
y las hormigas y las cucarachas
que viven bajo el piso
de mi casa harán lo que deben
con cualquier carcasa más de lo que confío
en que un oficial de la ley de la tierra
cierre mis ojos como un hombre
de Dios haría, o me cubra con una sábana
tan limpia que mi madre podría haberla usado
para arroparme. Cuando me mate, me mataré
del mismo modo que la mayoría de los gringos,
te lo prometo: humo de cigarro
o un pedazo de carne con el que me ahogue
o tan jodido que me congele
uno de estos inviernos que seguimos
llamando el peor. Te prometo que si escuchas
de mí muerto en cualquier lugar cerca
de un policía, ese policía me mató. Me arrancó
de nosotros y dejó mi cuerpo, que es,
sin importar lo que nos enseñaron,
más grande que la suma que una ciudad puede
pagarle a una madre para dejar de llorar, y más
hermoso que una bala reluciente
pescada en los pliegues de mi cerebro.
("astillero", trad. herson barona)
No me voy a disparar
en la cabeza, y no me voy a disparar
en la espalda, y no me voy a colgar
con una bolsa de basura, y si lo hago,
te prometo que no lo haré
en una patrulla mientras estoy esposado
o en la celda de un pueblo
del que sólo conozco el nombre
porque tuve que atravesarlo
para llegar a casa. Sí, puedo estar en peligro,
pero te lo prometo, confío en que los gusanos
y las hormigas y las cucarachas
que viven bajo el piso
de mi casa harán lo que deben
con cualquier carcasa más de lo que confío
en que un oficial de la ley de la tierra
cierre mis ojos como un hombre
de Dios haría, o me cubra con una sábana
tan limpia que mi madre podría haberla usado
para arroparme. Cuando me mate, me mataré
del mismo modo que la mayoría de los gringos,
te lo prometo: humo de cigarro
o un pedazo de carne con el que me ahogue
o tan jodido que me congele
uno de estos inviernos que seguimos
llamando el peor. Te prometo que si escuchas
de mí muerto en cualquier lugar cerca
de un policía, ese policía me mató. Me arrancó
de nosotros y dejó mi cuerpo, que es,
sin importar lo que nos enseñaron,
más grande que la suma que una ciudad puede
pagarle a una madre para dejar de llorar, y más
hermoso que una bala reluciente
pescada en los pliegues de mi cerebro.
("astillero", trad. herson barona)
domingo, 24 de septiembre de 2017
Saúl Ordoñez (1981 )
Diez madrigales
1
aquí, así, te espero,
amor, supino rostro
arriba, erecto,
enhiesto ariete contra
tu carne blanda? no,
no es blanda ni dulce
la fruta que apetezco,
amarga y dura carne
de varón apetezco
("trompadeperro", ed. fondo editorial estado de méxico, toluca, 2017)
1
aquí, así, te espero,
amor, supino rostro
arriba, erecto,
enhiesto ariete contra
tu carne blanda? no,
no es blanda ni dulce
la fruta que apetezco,
amarga y dura carne
de varón apetezco
("trompadeperro", ed. fondo editorial estado de méxico, toluca, 2017)
sábado, 23 de septiembre de 2017
Roberto Pazzi (1946 )
Las alas
Me faltan las alas
pero el ansia de abrirlas
me acompaña día y noche.
Me acecha el deseo
me captura en la rama más baja
donde madura mi vista.
Sueño con el nido allá abajo,
la salida, el paso, el retorno.
Las palabras son plumas dispersas,
viejas pruebas de vuelo,
envidia de las criaturas terrestres.
Alguien las asustó,
dijo que el canto las echará
en cuanto me vuelvan a crecer
las alas.
(muro fb daniel montoly, trad. nuria pérez vicente)
Me faltan las alas
pero el ansia de abrirlas
me acompaña día y noche.
Me acecha el deseo
me captura en la rama más baja
donde madura mi vista.
Sueño con el nido allá abajo,
la salida, el paso, el retorno.
Las palabras son plumas dispersas,
viejas pruebas de vuelo,
envidia de las criaturas terrestres.
Alguien las asustó,
dijo que el canto las echará
en cuanto me vuelvan a crecer
las alas.
(muro fb daniel montoly, trad. nuria pérez vicente)
viernes, 22 de septiembre de 2017
Harold Alvarado Tenorio (1945 )
La poesía
¿Qué eres sino la visión de la noche?
Todo lo nocturno te pertenece.
Invitas a los espléndidos banquetes de los sueños
y a las no menos espléndidas vigilias de la realidad.
Viajas con el hombre y la mujer como si fueras
la llama de sus ojos, el bordón de su felicidad
o el humo espeso de los amaneceres.
Para ti, madre del dolor, sólo hay gloria y pesar,
el mediodía no está escrito en tus agendas.
Ninguna otra cosa eres, poesía,
que la más alta sima donde el loco,
los mortales,
los desheredados de la suerte y la fortuna,
encuentran cobijo.
Tú, la detestada, la leprosa, la purulenta,
eres la mejor de las hembras
la mejor madre.
la mejor esposa
la mejor hermana
y la más larga y gozosa de las noches.
("no me quites paz")
¿Qué eres sino la visión de la noche?
Todo lo nocturno te pertenece.
Invitas a los espléndidos banquetes de los sueños
y a las no menos espléndidas vigilias de la realidad.
Viajas con el hombre y la mujer como si fueras
la llama de sus ojos, el bordón de su felicidad
o el humo espeso de los amaneceres.
Para ti, madre del dolor, sólo hay gloria y pesar,
el mediodía no está escrito en tus agendas.
Ninguna otra cosa eres, poesía,
que la más alta sima donde el loco,
los mortales,
los desheredados de la suerte y la fortuna,
encuentran cobijo.
Tú, la detestada, la leprosa, la purulenta,
eres la mejor de las hembras
la mejor madre.
la mejor esposa
la mejor hermana
y la más larga y gozosa de las noches.
("no me quites paz")
jueves, 21 de septiembre de 2017
Paul B. Preciado (1970 )
Haz tus maletas sin saber donde te mudas
No produzcas nada. Cambia de sexo. Conviértete en el maestro de tu profesor. Sé el alumno de tu estudiante. Sé el amante de tu jefe. Sé el animal de tu perro. Todo aquello que camina a dos patas es un enemigo. Cuida de tu enfermera. Entra en una prisión y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
Conviértete en el asistente de tu secretaria. Limpia la casa de la señora de la limpieza. Prepara un cocktail para el barman. Cierra la clínica. Llora y ríe. Abjura de la religión que te fue impuesta. Baila sobre las tumbas de tu cementerio secreto. Cambia de nombre. Cambia de ancestros. No busques gustar. No compres nada que hayas visto transformado en ícono en una pantalla ni cualquier otro soporte visual. Entierra la escultura de Apolo. No busques gustar. Haz tus maletas sin saber donde te mudas. Abandona a tus hijos. Deja de trabajar. Entra en un campo de refugiados y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
Prostituye a tu padre. Pasa una frontera. Exhuma el cuerpo de Diógenes. Cierra tu cuenta de Facebook. No sonrías en el momento de la foto. Cierra tu cuenta de Google. Entra en un museo y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
Abandona a tu marido por una mujer diez años menor que tú. Todo aquello que camina a cuatro patas y todo aquello que tiene alas es un amigo. Solicita la clausura de tu cuenta bancaria. Rápate la cabeza. No busques el éxito. Abandona a tu marido por un perro. Redacta una respuesta automática para tu email: “Durante el 2017 y hasta nuevo aviso, contácteme por escrito a la dirección postal 0700465.”. Regala toda tu ropa y comienza un curso de corte y confección. Destruye la carpeta Dropbox de tu ordenador. Prepara una maleta vacía y vete. Pasa una frontera. No hagas ninguna obra nueva. Abandona a tu mujer por un caballo. Abre tu maleta en cualquier calle y acepta aquello que los demás te den. Aprende el griego. Entra en un matadero y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
Cuelga una flor en tu barba. Regala tus zapatos más bonitos. Cambia de sexo. Ningún animal usaría ninguna ropa que no haya confeccionado él mismo. Acuéstate en el suelo de tu oficina y mueve tus pies como si bailaras en el techo. Sal y no vuelvas. Abandona a tu mujer por un árbol. No analices ninguna coyuntura. Exprésate exclusivamente en idiomas que no conoces con personas que no conoces. Pasa una frontera. Deja de votar. No pagues tu deuda. Quema tu carta electoral. Ningún animal mata otro animal. Destruye tu tarjeta de crédito. Valora aquello que los demás consideran inútil. Admira aquello que los demás consideran patético. Busca ser invisible. Intenta no ser representado. Ningún animal dormiría en una cama construida industrialmente. Cambia el objeto de tu libido. Descentraliza el placer genital. Siente placer por todo aquello que trasciende los límites de tu cuerpo. Deja que Gaia te penetre. Adjura de la farmacología. Cambia los ansiolíticos por el pasado. Trenza. Teje. No construyas una casa. No acumules. No comas otros animales. No fomentes el desarrollo humano. No segmentes. No aumentes los beneficios. No mejores. No inviertas. Entra en un hospital psiquiátrico y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
No coordines las acciones. Revisa la basura. No pagues el seguro. No escribas la historia. No organices tu jornada de trabajo. Reduce tu nivel de rendimiento, consciente e inconscientemente. Ningún animal beberá vodka Absolut. No descargues videos de Youtube. Si aun no lo has hecho, no te reproduzcas. No te modernices. No utilices la comunicación de manera estratégica. No preveas el futuro. Intenta hacer lo menos posible durante la mayor cantidad de tiempo. No busques mejorar tu productividad. Entra en un asilo de ancianos y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
No rindas cuenta alguna. Admira el saber que los otros no llaman conocimiento. No digitalices nada. No dejes pista. Envía una carta a tus rivales: “Renuncio. Feliz año.”. No aumentes la infraestructura logística. Escoge la vida en vez de escoger la prolongación científica de la esperanza de vida. Todos los animales son iguales.
("emma gunst", traducción de mariangela pluchino)
No produzcas nada. Cambia de sexo. Conviértete en el maestro de tu profesor. Sé el alumno de tu estudiante. Sé el amante de tu jefe. Sé el animal de tu perro. Todo aquello que camina a dos patas es un enemigo. Cuida de tu enfermera. Entra en una prisión y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
Conviértete en el asistente de tu secretaria. Limpia la casa de la señora de la limpieza. Prepara un cocktail para el barman. Cierra la clínica. Llora y ríe. Abjura de la religión que te fue impuesta. Baila sobre las tumbas de tu cementerio secreto. Cambia de nombre. Cambia de ancestros. No busques gustar. No compres nada que hayas visto transformado en ícono en una pantalla ni cualquier otro soporte visual. Entierra la escultura de Apolo. No busques gustar. Haz tus maletas sin saber donde te mudas. Abandona a tus hijos. Deja de trabajar. Entra en un campo de refugiados y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
Prostituye a tu padre. Pasa una frontera. Exhuma el cuerpo de Diógenes. Cierra tu cuenta de Facebook. No sonrías en el momento de la foto. Cierra tu cuenta de Google. Entra en un museo y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
Abandona a tu marido por una mujer diez años menor que tú. Todo aquello que camina a cuatro patas y todo aquello que tiene alas es un amigo. Solicita la clausura de tu cuenta bancaria. Rápate la cabeza. No busques el éxito. Abandona a tu marido por un perro. Redacta una respuesta automática para tu email: “Durante el 2017 y hasta nuevo aviso, contácteme por escrito a la dirección postal 0700465.”. Regala toda tu ropa y comienza un curso de corte y confección. Destruye la carpeta Dropbox de tu ordenador. Prepara una maleta vacía y vete. Pasa una frontera. No hagas ninguna obra nueva. Abandona a tu mujer por un caballo. Abre tu maleta en cualquier calle y acepta aquello que los demás te den. Aprende el griego. Entra en un matadero y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
Cuelga una flor en tu barba. Regala tus zapatos más bonitos. Cambia de sexo. Ningún animal usaría ninguna ropa que no haya confeccionado él mismo. Acuéstate en el suelo de tu oficina y mueve tus pies como si bailaras en el techo. Sal y no vuelvas. Abandona a tu mujer por un árbol. No analices ninguna coyuntura. Exprésate exclusivamente en idiomas que no conoces con personas que no conoces. Pasa una frontera. Deja de votar. No pagues tu deuda. Quema tu carta electoral. Ningún animal mata otro animal. Destruye tu tarjeta de crédito. Valora aquello que los demás consideran inútil. Admira aquello que los demás consideran patético. Busca ser invisible. Intenta no ser representado. Ningún animal dormiría en una cama construida industrialmente. Cambia el objeto de tu libido. Descentraliza el placer genital. Siente placer por todo aquello que trasciende los límites de tu cuerpo. Deja que Gaia te penetre. Adjura de la farmacología. Cambia los ansiolíticos por el pasado. Trenza. Teje. No construyas una casa. No acumules. No comas otros animales. No fomentes el desarrollo humano. No segmentes. No aumentes los beneficios. No mejores. No inviertas. Entra en un hospital psiquiátrico y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
No coordines las acciones. Revisa la basura. No pagues el seguro. No escribas la historia. No organices tu jornada de trabajo. Reduce tu nivel de rendimiento, consciente e inconscientemente. Ningún animal beberá vodka Absolut. No descargues videos de Youtube. Si aun no lo has hecho, no te reproduzcas. No te modernices. No utilices la comunicación de manera estratégica. No preveas el futuro. Intenta hacer lo menos posible durante la mayor cantidad de tiempo. No busques mejorar tu productividad. Entra en un asilo de ancianos y reproduce la escena central de Rebelión en la granja.
No rindas cuenta alguna. Admira el saber que los otros no llaman conocimiento. No digitalices nada. No dejes pista. Envía una carta a tus rivales: “Renuncio. Feliz año.”. No aumentes la infraestructura logística. Escoge la vida en vez de escoger la prolongación científica de la esperanza de vida. Todos los animales son iguales.
("emma gunst", traducción de mariangela pluchino)
miércoles, 20 de septiembre de 2017
Gastón Baquero (1914/1997 )
El galeón
Desde Manila hasta Acapulco
el poderoso galeón venía lleno de perlas,
y traía además el olor de ilang-ilang,
y las diminutas doncellas de placer criadas por Oriente,
y todo el aire de Asia pasando por el tamiz mejicano,
para derramarse un día sobre las severas piedras de Castilla,
como un extraño óleo de tentación y desafío.
Desde Manila hasta Acapulco
el viejo galeón cuidaba su vientre henchido de canela,
y los lienzos de vaporosas sedas para la ropa del rey,
y las garrafas de muy madurada malvasía,
y los alfilerones de oro para la arquitectura difícil del peinado,
el palisandro, la taracea, el primor,
todo venía en el vientre del galeón
hurtándose de continuo a los corsarios golosísimos,
que pretendían adelantarse en lo de poner a los pies del rey suyo
la espuma blanquísima del coco, el arcón de sándalo, el laúd
copiado del ave del paraíso, y la marquetería
rehilada de nácar, como diseñada por Benvenuto en la Florencia medicea.
Desde Manila hasta Acapulco
el galeón saltaba entre mantas de transparentes zafiros,
y a cañonazos, a dentelladas, a blasfemias,
defendía el bosque de sus entrañas, fuese de compotas,
de abanicos, o de caobas,
y avanzaba hacia el sol legendario de los mejicanos como a un altar,
venciendo, escabulléndose, ascendiendo desde el abismo del océano
hasta las playas donde la finísima arena remedaba la trama delicada
de los tejidos que urdían en Filipinas las últimas hadas verdaderas.
Desde Manila hasta Acapulco
el galeón hacía palpable los sueños de Marco Polo.
Parecía saber que allá en la corte lejana esperaba un rey,
un hombre sensual y triste, monarca de un vastísimo imperio,
un rey que no podía dormir pensando en la renovada maravilla del galeón,
y en tanto los tesoros viajaban lentamente por tierras mejicanas,
y llegaban al otro lado del mar para salir en busca de Castilla,
él se serenaba en su palacio quemando redomillas de sándalo,
jícaras de incienso, pañuelos perfumados con ilang-ilang.
Y así, de tiempo en tiempo el Escorial era como un galeón de piedra,
como un navío rescatado de un mar tenebroso, salvado
por la insistencia de la resina, por el aroma tenaz del benjuí y de la canela.
El Escorial era
un galeón construido por el rey un día para viajar,
sin moverse de su rígido taburete, desde Castilla hasta Acapulco,
desde Acapulco hasta Manila, desde Manila hasta el cielo.
1979
("crear en salamanca")
Desde Manila hasta Acapulco
el poderoso galeón venía lleno de perlas,
y traía además el olor de ilang-ilang,
y las diminutas doncellas de placer criadas por Oriente,
y todo el aire de Asia pasando por el tamiz mejicano,
para derramarse un día sobre las severas piedras de Castilla,
como un extraño óleo de tentación y desafío.
Desde Manila hasta Acapulco
el viejo galeón cuidaba su vientre henchido de canela,
y los lienzos de vaporosas sedas para la ropa del rey,
y las garrafas de muy madurada malvasía,
y los alfilerones de oro para la arquitectura difícil del peinado,
el palisandro, la taracea, el primor,
todo venía en el vientre del galeón
hurtándose de continuo a los corsarios golosísimos,
que pretendían adelantarse en lo de poner a los pies del rey suyo
la espuma blanquísima del coco, el arcón de sándalo, el laúd
copiado del ave del paraíso, y la marquetería
rehilada de nácar, como diseñada por Benvenuto en la Florencia medicea.
Desde Manila hasta Acapulco
el galeón saltaba entre mantas de transparentes zafiros,
y a cañonazos, a dentelladas, a blasfemias,
defendía el bosque de sus entrañas, fuese de compotas,
de abanicos, o de caobas,
y avanzaba hacia el sol legendario de los mejicanos como a un altar,
venciendo, escabulléndose, ascendiendo desde el abismo del océano
hasta las playas donde la finísima arena remedaba la trama delicada
de los tejidos que urdían en Filipinas las últimas hadas verdaderas.
Desde Manila hasta Acapulco
el galeón hacía palpable los sueños de Marco Polo.
Parecía saber que allá en la corte lejana esperaba un rey,
un hombre sensual y triste, monarca de un vastísimo imperio,
un rey que no podía dormir pensando en la renovada maravilla del galeón,
y en tanto los tesoros viajaban lentamente por tierras mejicanas,
y llegaban al otro lado del mar para salir en busca de Castilla,
él se serenaba en su palacio quemando redomillas de sándalo,
jícaras de incienso, pañuelos perfumados con ilang-ilang.
Y así, de tiempo en tiempo el Escorial era como un galeón de piedra,
como un navío rescatado de un mar tenebroso, salvado
por la insistencia de la resina, por el aroma tenaz del benjuí y de la canela.
El Escorial era
un galeón construido por el rey un día para viajar,
sin moverse de su rígido taburete, desde Castilla hasta Acapulco,
desde Acapulco hasta Manila, desde Manila hasta el cielo.
1979
("crear en salamanca")
martes, 19 de septiembre de 2017
John Ashbery (1927/2017 )
El problema de la ansiedad
Cincuenta años han pasado
desde que empecé a vivir en esos oscuros pueblos
de los que te contaba.
Y bueno, no mucho ha cambiado. Aún no entiendo
cómo llegar de la oficina de correos a los columpios del parque.
Los árboles de manzanas florecen en el frío, no de convicción,
y mi cabello es del tono de la pelusa del diente de león.
Supón que este poema fuera sobre ti – ¿añadirías
las cosas que cuidadosamente he dejado fuera:
descripciones del dolor, y del sexo, y de lo cambiante
que es el trato de las personas entre sí? Nah, parece
que todo eso ya está en algún libro. Para ti
he guardado la descripción de los sándwiches de pollo
y el ojo de vidrio que me mira con sorpresa
desde la chimenea, y que nunca estará en calma.
("astillero",versión de ricardo suasnavar)
Cincuenta años han pasado
desde que empecé a vivir en esos oscuros pueblos
de los que te contaba.
Y bueno, no mucho ha cambiado. Aún no entiendo
cómo llegar de la oficina de correos a los columpios del parque.
Los árboles de manzanas florecen en el frío, no de convicción,
y mi cabello es del tono de la pelusa del diente de león.
Supón que este poema fuera sobre ti – ¿añadirías
las cosas que cuidadosamente he dejado fuera:
descripciones del dolor, y del sexo, y de lo cambiante
que es el trato de las personas entre sí? Nah, parece
que todo eso ya está en algún libro. Para ti
he guardado la descripción de los sándwiches de pollo
y el ojo de vidrio que me mira con sorpresa
desde la chimenea, y que nunca estará en calma.
("astillero",versión de ricardo suasnavar)
lunes, 18 de septiembre de 2017
Billy Collins (1941 )
Invención
Esta noche la luna es una galleta,
mordida en el borde
flotando en la noche,
y en una semana o por ahí
según el calendario
probablemente se parecerá
a una pelota plateada,
y nueve, o quizás diez días atrás
me recordaba a una delgada uña brillante.
Pero tarde o temprano-
a fin de mes,
calculo –
se consumirá
hasta ser nada,
nada más que estrellas en el cielo,
y tendré unas pocas noches
para mí,
algo de tiempo para que mi pluma agitada descanse.
("de sibilas y pitias", ver. silvia camerotto)
Esta noche la luna es una galleta,
mordida en el borde
flotando en la noche,
y en una semana o por ahí
según el calendario
probablemente se parecerá
a una pelota plateada,
y nueve, o quizás diez días atrás
me recordaba a una delgada uña brillante.
Pero tarde o temprano-
a fin de mes,
calculo –
se consumirá
hasta ser nada,
nada más que estrellas en el cielo,
y tendré unas pocas noches
para mí,
algo de tiempo para que mi pluma agitada descanse.
("de sibilas y pitias", ver. silvia camerotto)
domingo, 17 de septiembre de 2017
Uriel Martínez (1950 )
Agua o sueño
no sé quien llegue
al último, si la tormenta
o el sueño, en todo caso
dejaré abiertas las llaves
del agua y las canillas
del sueño;
si le yerro a uno me queda
la salida del otro hecho
intangible, el sueño
por etéreo y el agua
porque no le doy cuerpo;
aunque ambos se evaporan,
uno porque busca cauce
y el otro nos encierra
a todos; ambos nos rodean,
ambos son asedio;
uno como sed sin cantimplora,
el otro como guardián,
amante o amenaza, según.
Pero llegarán, es seguro.
[Inédito]
no sé quien llegue
al último, si la tormenta
o el sueño, en todo caso
dejaré abiertas las llaves
del agua y las canillas
del sueño;
si le yerro a uno me queda
la salida del otro hecho
intangible, el sueño
por etéreo y el agua
porque no le doy cuerpo;
aunque ambos se evaporan,
uno porque busca cauce
y el otro nos encierra
a todos; ambos nos rodean,
ambos son asedio;
uno como sed sin cantimplora,
el otro como guardián,
amante o amenaza, según.
Pero llegarán, es seguro.
[Inédito]
sábado, 16 de septiembre de 2017
Álvaro Mutis (1923/2013 )
Canción del este
A la vuelta de la esquina
un ángel invisible espera;
una vaga niebla, un espectro desvaído
te dirá algunas palabras del pasado.
Como agua de acequia, el tiempo
cava en ti su arduo trabajo
de días y semanas,
de años sin nombre ni recuerdo.
A la vuelta de la esquina
te seguirá esperando vanamente
ese que no fuiste, ese que murió
de tanto ser tú mismo lo que eres.
Ni la más leve sospecha,
ni la más leve sombra
te indica lo que pudiera haber sido
ese encuentro. Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra.
("rua das pretas")
A la vuelta de la esquina
un ángel invisible espera;
una vaga niebla, un espectro desvaído
te dirá algunas palabras del pasado.
Como agua de acequia, el tiempo
cava en ti su arduo trabajo
de días y semanas,
de años sin nombre ni recuerdo.
A la vuelta de la esquina
te seguirá esperando vanamente
ese que no fuiste, ese que murió
de tanto ser tú mismo lo que eres.
Ni la más leve sospecha,
ni la más leve sombra
te indica lo que pudiera haber sido
ese encuentro. Y, sin embargo,
allí estaba la clave
de tu breve dicha sobre la tierra.
("rua das pretas")
viernes, 15 de septiembre de 2017
Robin Myers (1987 )
Partir el pan
Comemos.
Él se tensa
sobre el hueso arqueado de su estatura.
Yo estoy desaforada, maltrecha, colorada,
poco fiable de mi estómago.
Buscamos, cada vez que nos peleamos,
elegantes comidas extranjeras:
ensalada de algas, traslúcida,
engarzada de sésamo;
espesos ñoquis a la crema de zapallo,
tan dulces que a la vez me calman y me caen mal;
carne argentina, su delicada sangre apenas más clara
que el vino.
Tomamos.
No tomamos lo suficiente.
Nos amamos,
pasamos hambre,
somos mezquinos.
Irrelevante la comida, extravagante,
prescindible, cara.
El cuerpo agradecido
de tener qué tragar
y desechar.
Volvemos en auto a casa.
Casi no hablamos.
Nos dormimos,
despertamos
con la panza vacía.
("astillero", trad. ezequiel zaidenwerg)
Comemos.
Él se tensa
sobre el hueso arqueado de su estatura.
Yo estoy desaforada, maltrecha, colorada,
poco fiable de mi estómago.
Buscamos, cada vez que nos peleamos,
elegantes comidas extranjeras:
ensalada de algas, traslúcida,
engarzada de sésamo;
espesos ñoquis a la crema de zapallo,
tan dulces que a la vez me calman y me caen mal;
carne argentina, su delicada sangre apenas más clara
que el vino.
Tomamos.
No tomamos lo suficiente.
Nos amamos,
pasamos hambre,
somos mezquinos.
Irrelevante la comida, extravagante,
prescindible, cara.
El cuerpo agradecido
de tener qué tragar
y desechar.
Volvemos en auto a casa.
Casi no hablamos.
Nos dormimos,
despertamos
con la panza vacía.
("astillero", trad. ezequiel zaidenwerg)
jueves, 14 de septiembre de 2017
Óscar Wong (1948 )
Estoy en ti
Estoy en ti
buscando vegetales en tu origen.
De tu vientre los musgos si levanto
el árbol humedeces
y transformas,
si canción o río desbordado
te yergues del ritmo
a las orillas.
Estoy en ti
-desnudo-
como niño que juega
a las auroras.
Reverbera la casa con tu nombre
compañera que fuerzas
a erigirme.
Materna niña
nuestra
vuestra,
heme aquí contigo
rescatando la hierba a los umbrales.
("no me quites paz")
Estoy en ti
buscando vegetales en tu origen.
De tu vientre los musgos si levanto
el árbol humedeces
y transformas,
si canción o río desbordado
te yergues del ritmo
a las orillas.
Estoy en ti
-desnudo-
como niño que juega
a las auroras.
Reverbera la casa con tu nombre
compañera que fuerzas
a erigirme.
Materna niña
nuestra
vuestra,
heme aquí contigo
rescatando la hierba a los umbrales.
("no me quites paz")
miércoles, 13 de septiembre de 2017
Elder Silva (1955 )
Proyecto de postal
En la fotografía hay una mancha oscura.
¿Una mosca? ¿Las patas de una mosca?
¿Las mandíbulas de una mosca justo
cuando abría el diafragma de la
cámara?
Tus ojos no quedaron
fijados para siempre en esa foto
a la cual te negabas.
Y ante la que
pusiste insostenible argumentos:
El acné. Las ojeras. El desarreglo
de los jeans.
Aunque imperfecta,
yo guardo esa fotografía entre otros
tantos papeles indelebles,
por si un día devengo entomólogo o
algo parecido,
y decido estudiar
el comportamiento de las moscas
con respecto a las vírgenes amadas,
o de cómo se frustran los poemas
en relación
a la KODAK, tu posterior olvido,
los insectos.
("el poeta ocasional")
En la fotografía hay una mancha oscura.
¿Una mosca? ¿Las patas de una mosca?
¿Las mandíbulas de una mosca justo
cuando abría el diafragma de la
cámara?
Tus ojos no quedaron
fijados para siempre en esa foto
a la cual te negabas.
Y ante la que
pusiste insostenible argumentos:
El acné. Las ojeras. El desarreglo
de los jeans.
Aunque imperfecta,
yo guardo esa fotografía entre otros
tantos papeles indelebles,
por si un día devengo entomólogo o
algo parecido,
y decido estudiar
el comportamiento de las moscas
con respecto a las vírgenes amadas,
o de cómo se frustran los poemas
en relación
a la KODAK, tu posterior olvido,
los insectos.
("el poeta ocasional")
martes, 12 de septiembre de 2017
Diego Roel (1980 )
Reja del lenguaje
a jotaele andrade
Soledad, otra vez,
estás arriba y abajo, delante de mi cuerpo,
en el centro exacto de mi sangre.
Escucha la música que viene del pasado:
la bala se abrió como una flor en mi cabeza,
la bala hizo tres nidos en mi frente.
Me quebraron los ojos y los huesos.
Ya la órbita del sueño vierte el veneno
en toda palabra, en toda forma.
Ya la reja del lenguaje hunde su cuña,
clausura las vías del aliento.
Soledad, otra vez,
estás arriba y abajo.
Escucha la música que viene del pasado.
Recuerda:
la corriente que enlazó a dos almas
vence a la muerte y permanece.
("caína bella")
a jotaele andrade
Soledad, otra vez,
estás arriba y abajo, delante de mi cuerpo,
en el centro exacto de mi sangre.
Escucha la música que viene del pasado:
la bala se abrió como una flor en mi cabeza,
la bala hizo tres nidos en mi frente.
Me quebraron los ojos y los huesos.
Ya la órbita del sueño vierte el veneno
en toda palabra, en toda forma.
Ya la reja del lenguaje hunde su cuña,
clausura las vías del aliento.
Soledad, otra vez,
estás arriba y abajo.
Escucha la música que viene del pasado.
Recuerda:
la corriente que enlazó a dos almas
vence a la muerte y permanece.
("caína bella")
lunes, 11 de septiembre de 2017
Héctor Rojas Herazo (1920/2002 )
Un agujero
Le pregunté al tendero gordo,
con toda seriedad:
– ¿Usted es Dios, señor?
Y él me responde,
mientras corta trocitos de jamón,
mientras mueren
poco a poco sus ojos:
– No, no soy Dios, pero sí lo conozco.
–¿Cómo es él? – le pregunto.
Y el me responde: – Es así.
Y me da su tamaño, su peso, sus medidas.
("rua das pretas")
Le pregunté al tendero gordo,
con toda seriedad:
– ¿Usted es Dios, señor?
Y él me responde,
mientras corta trocitos de jamón,
mientras mueren
poco a poco sus ojos:
– No, no soy Dios, pero sí lo conozco.
–¿Cómo es él? – le pregunto.
Y el me responde: – Es así.
Y me da su tamaño, su peso, sus medidas.
("rua das pretas")
domingo, 10 de septiembre de 2017
Thomas Bernhard (1931/1989 )
Los que hoy están muertos
Los que hoy están muertos vienen a banquetes
te harían echar espuma del paladar y te parecería despreciable
la tierra que no te deja sentir el vino
y el verano y la dulce carne,
ni los maravillosos sótanos de los podridos
que dan sombra enteros a sus tumbas,
como si no aullaran junto al bosque los perros guardianes.
Surgidos de refugios podridos, como de los infiernos
de los padres, enterrados e inertes por la tristeza,
gritan en la noche los miembros muertos
de los hombres, aunque sus cuerpos
se pudrieron hace tiempo de la felicidad de morir y
sin brillo, porque fueron cubiertos
por sus tratantes y apenas se llenaron de mar y de infamias.
Cómo cayeron las piedras sobre sus brazos,
que vivían por el júbilo y la alegría y querían
jarras llenas en los banquetes de los difuntos…
Música de los esqueletos radiantes
y hambre de lo efímero los empujó por los oscuros pasillos
como un ejército de veranos desmoronados
y en los valles se oían ruidos de guerreros mudos,
muertos por una piedra, un pene o una puta.
Los pasillos son tan profundos que no puedes atravesarlos
ni destruirlos con las carcajadas
de los príncipes y parturientas de la tierra,
y sus muslos resuenan como música en los establos miserables,
que llevan al encuentro de tu tormento
la cólera sorda de los animales.
Tracición, traición, o transitoriedad amarga
de la primavera tras los cascos grises y gastados
y ningún retoño de las tinieblas te lleva sobre las montañas.
Los he visto en invierno, y todavía hoy los veo,
llevando en sus pies impregnados de melancolía
y negras preocupaciones, bajar a las ciudades,
los lugares desgarrados sobre los que pasa un viento de verano
con su pureza, hacia valles enfermos, que extienden
al cielo su césped húmedo, hacia el mundo, hacia puertos,
tinieblas, campos cuyas semillas apestan
por los cielos vomitados del hombre; instantes
como musgo que, bajo la luna, vuelve al olvido,
a la jornada de algún albañil o alfarero.
De islas no hablaba nadie en la noche y nadie pagaba
cuando los posaderos imponían su tocino, las poesías
de la restauración, acumuladas sobre el río y oliendo
por la mucha miel y la mucha hambre de la tierra soñada,
en un mundo que sólo se asemejaba al tuyo en las entrañas;
no hablaban de cientos de casas, tumbas, colinas, puentes que eran
tu tristeza, ni de la belleza… pero todos se jactaban,
y sus sienes se hundían sin cesar y sin paz
en el olvido, en excrementos, y un agua, negra, que a nadie gustaba.
("caína bella", s/c al traductor)
Los que hoy están muertos vienen a banquetes
te harían echar espuma del paladar y te parecería despreciable
la tierra que no te deja sentir el vino
y el verano y la dulce carne,
ni los maravillosos sótanos de los podridos
que dan sombra enteros a sus tumbas,
como si no aullaran junto al bosque los perros guardianes.
Surgidos de refugios podridos, como de los infiernos
de los padres, enterrados e inertes por la tristeza,
gritan en la noche los miembros muertos
de los hombres, aunque sus cuerpos
se pudrieron hace tiempo de la felicidad de morir y
sin brillo, porque fueron cubiertos
por sus tratantes y apenas se llenaron de mar y de infamias.
Cómo cayeron las piedras sobre sus brazos,
que vivían por el júbilo y la alegría y querían
jarras llenas en los banquetes de los difuntos…
Música de los esqueletos radiantes
y hambre de lo efímero los empujó por los oscuros pasillos
como un ejército de veranos desmoronados
y en los valles se oían ruidos de guerreros mudos,
muertos por una piedra, un pene o una puta.
Los pasillos son tan profundos que no puedes atravesarlos
ni destruirlos con las carcajadas
de los príncipes y parturientas de la tierra,
y sus muslos resuenan como música en los establos miserables,
que llevan al encuentro de tu tormento
la cólera sorda de los animales.
Tracición, traición, o transitoriedad amarga
de la primavera tras los cascos grises y gastados
y ningún retoño de las tinieblas te lleva sobre las montañas.
Los he visto en invierno, y todavía hoy los veo,
llevando en sus pies impregnados de melancolía
y negras preocupaciones, bajar a las ciudades,
los lugares desgarrados sobre los que pasa un viento de verano
con su pureza, hacia valles enfermos, que extienden
al cielo su césped húmedo, hacia el mundo, hacia puertos,
tinieblas, campos cuyas semillas apestan
por los cielos vomitados del hombre; instantes
como musgo que, bajo la luna, vuelve al olvido,
a la jornada de algún albañil o alfarero.
De islas no hablaba nadie en la noche y nadie pagaba
cuando los posaderos imponían su tocino, las poesías
de la restauración, acumuladas sobre el río y oliendo
por la mucha miel y la mucha hambre de la tierra soñada,
en un mundo que sólo se asemejaba al tuyo en las entrañas;
no hablaban de cientos de casas, tumbas, colinas, puentes que eran
tu tristeza, ni de la belleza… pero todos se jactaban,
y sus sienes se hundían sin cesar y sin paz
en el olvido, en excrementos, y un agua, negra, que a nadie gustaba.
("caína bella", s/c al traductor)
sábado, 9 de septiembre de 2017
Yolanda Pantin (1954 )
El ciervo
Iba yo con mi hermano por el bosque,
cuando lo vi entre las ramas asomarse.
Puede verlo como era,
y él, mirarme:
macho, de alta cornamenta.
Aunque de noche,
los ojos clarearon en su estupor al verme.
Volvió la grupa,
temeroso.
Yo alcé el arma que llevaba
y apunté entre los cuernos.
Disparé. Y con ello la cabeza
se deshizo en el aire
que había respirado.
Donde hubo belleza
quedó el cuerpo tendido
sobre la hierba.
Tomé el arma
y se la di a mi hermano.
“Ten”, le dije, “el rifle
con el que he matado sin deseo.”
Volví la espalda
y caminé hacia el auto
que había dejado
en el umbral del bosque.
("pájaros lanzallamas")
Iba yo con mi hermano por el bosque,
cuando lo vi entre las ramas asomarse.
Puede verlo como era,
y él, mirarme:
macho, de alta cornamenta.
Aunque de noche,
los ojos clarearon en su estupor al verme.
Volvió la grupa,
temeroso.
Yo alcé el arma que llevaba
y apunté entre los cuernos.
Disparé. Y con ello la cabeza
se deshizo en el aire
que había respirado.
Donde hubo belleza
quedó el cuerpo tendido
sobre la hierba.
Tomé el arma
y se la di a mi hermano.
“Ten”, le dije, “el rifle
con el que he matado sin deseo.”
Volví la espalda
y caminé hacia el auto
que había dejado
en el umbral del bosque.
("pájaros lanzallamas")
viernes, 8 de septiembre de 2017
Edna St. Vincent Millay (1892/1950 )
La tarde sobre los farallones
¡Voy a ser la cosa más feliz debajo del sol!
Tocaré a cientos de flores
sin tener que escoger una.
Voy a ver los farallones
y a las nubes absorta en la quietud
mirando cómo el viento
ferozmente aplasta las hierbas
viéndolas más tarde
levantarse nuevamente.
Y cuando las luces del pueblo
comiencen a encenderse
distinguiré cuál de entre ellas
es la luz de mi casa, entonces descenderé
despacio hasta el suelo.
(en muro fb de daniel montoly, trad. suya)
¡Voy a ser la cosa más feliz debajo del sol!
Tocaré a cientos de flores
sin tener que escoger una.
Voy a ver los farallones
y a las nubes absorta en la quietud
mirando cómo el viento
ferozmente aplasta las hierbas
viéndolas más tarde
levantarse nuevamente.
Y cuando las luces del pueblo
comiencen a encenderse
distinguiré cuál de entre ellas
es la luz de mi casa, entonces descenderé
despacio hasta el suelo.
(en muro fb de daniel montoly, trad. suya)
jueves, 7 de septiembre de 2017
John Ashbery (1927/2017 )
Dos escenas
Nos vemos como en realidad nos comportamos:
Desde cada esquina nos llega una singular ofrenda.
Llega el tren con su carga de alegría;
Las chispas que despide iluminan la mesa.
El destino guía al capitán, y eso es destino.
Hacía tiempo que no escuchábamos tantas noticias, ruido tal.
Era un día cálido y placentero.
«Te vemos en tu cabellera,
Aire que reposas en la cresta de los montes.»
Una fina lluvia engrasa la maquinaría del canal.
Este es quizá un día de común honestidad
Sin precedente en la historia de este mundo
Aunque sus vahos carezcan de un sello propio
Y estén tan secos como la miseria.
Indescriptibles unidades giran sobre un anciano
A la sombra azul de unas latas de pintura
Mientras sonrientes cadetes dicen: «En el crepúsculo
Todo tiene su hora, si sabes reconocerla».
("marcelo leites", trad. jeannette l. clariond)
Nos vemos como en realidad nos comportamos:
Desde cada esquina nos llega una singular ofrenda.
Llega el tren con su carga de alegría;
Las chispas que despide iluminan la mesa.
El destino guía al capitán, y eso es destino.
Hacía tiempo que no escuchábamos tantas noticias, ruido tal.
Era un día cálido y placentero.
«Te vemos en tu cabellera,
Aire que reposas en la cresta de los montes.»
Una fina lluvia engrasa la maquinaría del canal.
Este es quizá un día de común honestidad
Sin precedente en la historia de este mundo
Aunque sus vahos carezcan de un sello propio
Y estén tan secos como la miseria.
Indescriptibles unidades giran sobre un anciano
A la sombra azul de unas latas de pintura
Mientras sonrientes cadetes dicen: «En el crepúsculo
Todo tiene su hora, si sabes reconocerla».
("marcelo leites", trad. jeannette l. clariond)
miércoles, 6 de septiembre de 2017
Gonçalo M. Tavares (1970 )
El error
Yo no cometo ese tipo de errores. Cometo otro tipo de errores.
(No cometer el error en un lado es cometer el error en otro. Porque hay un equilibrio entre las cosas. Hay dos lados que tienen cosas.)
Si no has fallado busca dónde no has fallado, porque no existe el no fallar; sólo existe la mirada al sitio donde no se falla.
Mira, entonces, a otro sitio. A tu espalda.
("pájaros lanzallamas", trad. antonio sáenz delgado)
Yo no cometo ese tipo de errores. Cometo otro tipo de errores.
(No cometer el error en un lado es cometer el error en otro. Porque hay un equilibrio entre las cosas. Hay dos lados que tienen cosas.)
Si no has fallado busca dónde no has fallado, porque no existe el no fallar; sólo existe la mirada al sitio donde no se falla.
Mira, entonces, a otro sitio. A tu espalda.
("pájaros lanzallamas", trad. antonio sáenz delgado)
martes, 5 de septiembre de 2017
Enrique Molina (1910/1997 )
Mientras corren los grandes días
Arde en las cosas un terror antiguo, un profundo y secreto soplo,
un ácido orgulloso y sombrío que llena las piedras de grandes agujeros,
y torna crueles las húmedas manzanas, los árboles que el sol consagró;
las lluvias entretejidas a los largos cabellos con salvajes perfumes
y su blanda y ondeante música;
los ropajes y los vanos objetos; la tierna madera dolorosa en los tensos violines
y honrada y sumisa en la paciente mesa, en el infausto ataúd,
a cuyo alrededor los ángeles impasibles y justos se reúnen a recoger su parte de muerte;
las frutas de yeso y la íntima lámpara donde el atardecer se condensa,
y los vestidos caen como un seco follaje a los pies de la mujer desnudándose,
abriéndose en quietos círculos en torno a sus tobillos como un espeso estanque
sobre el que la noche flamea y se ahonda, recogiendo ese cuerpo melodioso,
arrastrando las sombras tras los cristales y los sueños tras los semblantes dormidos;
en tanto, junto a la tibia habitación, el desolado viento plañe bajo las hojas de la hiedra.
¡Oh Tiempo! ¡Oh, enredadera pálida! ¡Oh, sagrada fatiga de vivir...!
Oh, estéril lumbre que en mi carne luchas! Tus puras hebras trepan por mis huesos,
envolviendo mis vértebras tu espuma de suave ondular.
Y así, a través de los rostros apacibles, del invariable giro del Verano,
a través de los muebles inmóviles y mansos, de las canciones de alegre esplendor,
todo habla al absorto e indefenso testigo, a las postreras sombras trepadoras,
de su incierta partida, de las manos transformándose en la gramilla estival.
Entonces mi corazón lleno de idolatría se despierta temblando,
como el que sueña que la sombra entra en él y su adorable carne se licúa
a un son lento y dulzón, poblado de flotantes animales y neblinas,
y pasa la yema de sus dedos por sus cejas, comprueba de nuevo
sus labios y mira una vez más sus desiertas rodillas,
acariciando en torno sus riquezas, sin penetrar su secreto,
mientras corren los grandes días sobre la tierra inmutable.
("el placard")
Arde en las cosas un terror antiguo, un profundo y secreto soplo,
un ácido orgulloso y sombrío que llena las piedras de grandes agujeros,
y torna crueles las húmedas manzanas, los árboles que el sol consagró;
las lluvias entretejidas a los largos cabellos con salvajes perfumes
y su blanda y ondeante música;
los ropajes y los vanos objetos; la tierna madera dolorosa en los tensos violines
y honrada y sumisa en la paciente mesa, en el infausto ataúd,
a cuyo alrededor los ángeles impasibles y justos se reúnen a recoger su parte de muerte;
las frutas de yeso y la íntima lámpara donde el atardecer se condensa,
y los vestidos caen como un seco follaje a los pies de la mujer desnudándose,
abriéndose en quietos círculos en torno a sus tobillos como un espeso estanque
sobre el que la noche flamea y se ahonda, recogiendo ese cuerpo melodioso,
arrastrando las sombras tras los cristales y los sueños tras los semblantes dormidos;
en tanto, junto a la tibia habitación, el desolado viento plañe bajo las hojas de la hiedra.
¡Oh Tiempo! ¡Oh, enredadera pálida! ¡Oh, sagrada fatiga de vivir...!
Oh, estéril lumbre que en mi carne luchas! Tus puras hebras trepan por mis huesos,
envolviendo mis vértebras tu espuma de suave ondular.
Y así, a través de los rostros apacibles, del invariable giro del Verano,
a través de los muebles inmóviles y mansos, de las canciones de alegre esplendor,
todo habla al absorto e indefenso testigo, a las postreras sombras trepadoras,
de su incierta partida, de las manos transformándose en la gramilla estival.
Entonces mi corazón lleno de idolatría se despierta temblando,
como el que sueña que la sombra entra en él y su adorable carne se licúa
a un son lento y dulzón, poblado de flotantes animales y neblinas,
y pasa la yema de sus dedos por sus cejas, comprueba de nuevo
sus labios y mira una vez más sus desiertas rodillas,
acariciando en torno sus riquezas, sin penetrar su secreto,
mientras corren los grandes días sobre la tierra inmutable.
("el placard")
lunes, 4 de septiembre de 2017
Robert Hass (1941 )
Un cuento en torno al cuerpo
El joven compositor, huésped aquel verano en una colonia de artistas, la había estado observando toda una semana. Era japonesa, pintora, de unos sesenta años, y creyó que se había enamorado de ella. Le encantaba su trabajo, y su trabajo era la manera en que movía el cuerpo, usaba las manos, se le quedaba viendo a él directamente cuando ofrecía divertidas y consideradas respuestas a sus preguntas. Una noche, de regreso del concierto, al llegar a su puerta, ella volteó a verlo y dijo: “Creo que te gustaría poseerme. A mí me gustaría también, pero he de decirte que me han hecho una doble mastectomía” y, al ver su perplejidad, “he perdido mis dos pechos”. El esplendor que él había llevado en el vientre y en la cavidad del pecho –como la música– se marchitó muy rápidamente, e hizo un esfuerzo para mirarla a los ojos cuando dijo: “Lo siento. No me creo capaz”. Regresó caminando a su propia cabaña entre los pinos, y en la mañana halló un pequeño tazón azul en el porche, junto a su puerta. Parecía lleno de pétalos de rosa, pero se dio cuenta al levantarlo que los pétalos de rosa sólo estaban encima; el resto del tazón –seguramente ella había barrido los rincones de su estudio– estaba lleno de abejas muertas.
("pájaros lanzallamas", trad. pura lópez colomé)
El joven compositor, huésped aquel verano en una colonia de artistas, la había estado observando toda una semana. Era japonesa, pintora, de unos sesenta años, y creyó que se había enamorado de ella. Le encantaba su trabajo, y su trabajo era la manera en que movía el cuerpo, usaba las manos, se le quedaba viendo a él directamente cuando ofrecía divertidas y consideradas respuestas a sus preguntas. Una noche, de regreso del concierto, al llegar a su puerta, ella volteó a verlo y dijo: “Creo que te gustaría poseerme. A mí me gustaría también, pero he de decirte que me han hecho una doble mastectomía” y, al ver su perplejidad, “he perdido mis dos pechos”. El esplendor que él había llevado en el vientre y en la cavidad del pecho –como la música– se marchitó muy rápidamente, e hizo un esfuerzo para mirarla a los ojos cuando dijo: “Lo siento. No me creo capaz”. Regresó caminando a su propia cabaña entre los pinos, y en la mañana halló un pequeño tazón azul en el porche, junto a su puerta. Parecía lleno de pétalos de rosa, pero se dio cuenta al levantarlo que los pétalos de rosa sólo estaban encima; el resto del tazón –seguramente ella había barrido los rincones de su estudio– estaba lleno de abejas muertas.
("pájaros lanzallamas", trad. pura lópez colomé)
domingo, 3 de septiembre de 2017
Uriel Martínez (1950 )
Pensé...
Pensé leer los restos del café, pero te vi en el fondo negro; y tuve miedo de ti y de mí.
+++
Los miércoles me encomiendo a san Juan de la Cruz para escribir poemas de pelos.
(muro fb del autor)
Pensé leer los restos del café, pero te vi en el fondo negro; y tuve miedo de ti y de mí.
+++
Los miércoles me encomiendo a san Juan de la Cruz para escribir poemas de pelos.
(muro fb del autor)
sábado, 2 de septiembre de 2017
Miyó Vestrini (1938/1991 )
Los paredones de primavera
No enseñaré a mi hijo a trabajar la tierra
ni a oler la espiga
ni a cantar himnos.
Sabrá que no hay arroyos cristalinos
ni agua clara que beber.
Su mundo será de aguaceros infernales
y planicies oscuras.
De gritos y gemidos.
De sequedad en los ojos y la garganta.
De martirizados cuerpos que ya no podrán verlo ni oírlo.
Sabrá que no es bueno oír las voces de quienes exaltan el color del cielo.
Lo llevaré a Hiroshima. A Seveso. A Dachau.
Su piel caerá pedazo a pedazo frente al horror
y escuchará con pena el pájaro que canta,
la risa de los soldados
los escuadrones de la muerte
los paredones en primavera.
Tendrá la memoria que no tuvimos
y creerá en la violencia
de los que no creen en nada.
("pájaros lanzallamas")
No enseñaré a mi hijo a trabajar la tierra
ni a oler la espiga
ni a cantar himnos.
Sabrá que no hay arroyos cristalinos
ni agua clara que beber.
Su mundo será de aguaceros infernales
y planicies oscuras.
De gritos y gemidos.
De sequedad en los ojos y la garganta.
De martirizados cuerpos que ya no podrán verlo ni oírlo.
Sabrá que no es bueno oír las voces de quienes exaltan el color del cielo.
Lo llevaré a Hiroshima. A Seveso. A Dachau.
Su piel caerá pedazo a pedazo frente al horror
y escuchará con pena el pájaro que canta,
la risa de los soldados
los escuadrones de la muerte
los paredones en primavera.
Tendrá la memoria que no tuvimos
y creerá en la violencia
de los que no creen en nada.
("pájaros lanzallamas")
viernes, 1 de septiembre de 2017
Luis Alberto de Cuenca (1950 )
Cómo te defendías de mí
Cómo te defiendes de mí.
Cómo resistes,
desde la torre de la ausencia,
agitando el pañuelo para siempre,
sin forma ni color,
humo tan sólo,
aérea y rígida en tu nube,
diciendo adiós al mundo y a mis brazos,
muerta y levísima.
Cómo te defiendes de mí.
Cómo, al fin, me derrotas
y me sepultas, también a mí,
en la tumba sin flores del olvido,
donde mis huesos no conozcan
la senda de tu cobardía.
("rua das pretas")
Cómo te defiendes de mí.
Cómo resistes,
desde la torre de la ausencia,
agitando el pañuelo para siempre,
sin forma ni color,
humo tan sólo,
aérea y rígida en tu nube,
diciendo adiós al mundo y a mis brazos,
muerta y levísima.
Cómo te defiendes de mí.
Cómo, al fin, me derrotas
y me sepultas, también a mí,
en la tumba sin flores del olvido,
donde mis huesos no conozcan
la senda de tu cobardía.
("rua das pretas")